|
27/11/2025 Clarin.com - Nota
Hacer ejercicio después de comer: los beneficios y riesgos según la ciencia La relación entre digestión y movimiento físico no es tan simple como parece. Estudios recientes explican por qué el ejercicio puede ayudar o entorpecer el trabajo del sistema digestivo. Durante la "digestión", habrá que elegir con cuidado la actividad física a realizar. El vínculo entre hacer ejercicio y la digestión ha sido objeto de debate desde hace décadas. Caminar después de comer se considera un hábito saludable, pero entrenar con el estómago lleno puede provocar molestias, fatiga o incluso mareos. La ciencia empieza a aclarar por qué ambos efectos pueden coexistir. Durante una comida, el cuerpo desvía gran parte del flujo sanguíneo hacia el sistema digestivo para procesar los alimentos. Sin embargo, al hacer ejercicio, la demanda cambia ya que los músculos y el corazón reclaman ese flujo para obtener energía. De cómo el organismo logra equilibrar ambas funciones depende gran parte de nuestro bienestar tras comer. Investigaciones recientes demuestran que los efectos varían según la intensidad, el tipo de comida y el momento en que se inicia la actividad. Depende qué ejercicio, la actividad física después de comer puede traer beneficios a la salud. Foto: Shutterstock. Caminar puede mejorar la digestión, pero correr o levantar peso inmediatamente después puede causar problemas . La clave está en entender cómo responde el cuerpo y cuándo conviene moverse. Los beneficios y los riesgos de hacer ejercicios después de comer El proceso digestivo comienza mucho antes del primer bocado. Apenas pensar en comida activa al cerebro, que ordena al cuerpo liberar saliva y enzimas. Luego, el estómago inicia una serie de contracciones que descomponen los alimentos y los mueven hacia el intestino delgado, donde se absorben los nutrientes. En este punto, hacer ejercicio de baja intensidad puede ser un aliado. Actividades como caminar, estirarse o realizar tareas livianas favorecen la peristalsis, es decir, las contracciones naturales del intestino que impulsan los alimentos a lo largo del tracto digestivo. Esto ayuda a reducir la sensación de pesadez y acelera el tránsito intestinal. Levantar peso inmediatamente después de comer está contraindicado. Foto: Pexels. El problema aparece cuando la intensidad es excesiva. Durante un esfuerzo fuerte, el cuerpo prioriza los músculos y desvía la sangre lejos del sistema digestivo. Esa competencia interna puede causar náuseas, calambres, acidez o malestar abdominal. El calor y la deshidratación agravan la situación. Cuando el cuerpo se recalienta, desvía aún más sangre hacia la piel para enfriarse, reduciendo el flujo hacia el estómago e intestinos. Si además falta líquido, la digestión se enlentece y aumenta el riesgo de inflamación o irritación intestinal. Qué tipo de actividad física favorece la digestión Las evidencias coinciden en que los ejercicios suaves, como una caminata de 10 a 20 minutos después de comer, son los más beneficiosos. Ayudan al estómago a vaciarse de forma más eficiente y favorecen la absorción de nutrientes sin interferir con el flujo sanguíneo. Los movimientos que involucran el abdomen, como el yoga o el pilates en niveles básicos, también pueden estimular la función intestinal. En cambio, los entrenamientos de alta intensidad como por ejemplo, intervalos, crossfit o levantamiento de peso pesado deberían evitarse hasta dos o tres horas después de una comida completa. Qué tipo de actividad física favorece la digestión. Foto: Shutterstock. Los expertos también señalan que el tipo de alimento influye. Las comidas ricas en grasas o proteínas requieren más tiempo de digestión, mientras que las comidas livianas, con carbohidratos simples y frutas, se procesan más rápido. Por eso, si se planea una sesión de ejercicio, conviene elegir alimentos fáciles de digerir y evitar porciones abundantes. Cuánto tiempo conviene esperar para entrenar tras una comida No existe una regla única, pero la mayoría de los especialistas recomienda esperar entre 30 y 60 minutos después de una comida ligera y hasta dos horas si fue abundante. En ese intervalo, el cuerpo realiza la fase más activa de digestión y distribuye los nutrientes hacia los músculos. En el caso de los deportistas o quienes entrenan con frecuencia, lo ideal es ajustar el horario de las comidas al tipo de ejercicio. Un snack con carbohidratos de fácil digestión (como una banana o una tostada con miel) entre 30 y 45 minutos antes del entrenamiento puede aportar energía sin generar molestias. Si la actividad será prolongada o intensa, los expertos aconsejan hidratarse de forma constante y consumir pequeñas dosis de líquido o bebidas con electrolitos durante el esfuerzo. De esta forma, se mantiene el equilibrio hídrico y se reduce el riesgo de irritación intestinal o mareos.
Acceda a la nota web del medio ![]() |
||



