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21/11/2025 BaeNegocios.com - Nota

Grietas bajo la corona: la guerra que expuso la decadencia de Miss Universo
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La 74º edición de Miss Universo , celebrada en Bangkok, avanzó con las luces y el desfile habitual, aunque con una tensión que no pertenecía al show . Mientras las cámaras buscaban coronas y sonrisas, tras bambalinas se libraba una pelea de poder que partió en dos a la organización y dejó al descubierto el desgaste de un imperio que intenta seguir brillando en un mundo que ya no lo mira igual.
La rivalidad que quebró el escenario
El duelo central se libró entre Raúl Rocha Cantú, presidente de la Miss Universe Organization , y Nawat Itsaragrisil, anfitrión y dueño de la franquicia tailandesa. Rocha llegó con la idea de preservar un formato tradicional que todavía sostiene audiencias en América Latina. Nawat, en cambio, intentó empujar al certamen hacia un modelo dominado por el comercio digital , con concursantes convertidas en creadoras de contenido bajo una lógica de ventas, likes y viralización.
El choque no tardó en escalar. La organización global publicó una carta que cuestionó abiertamente las iniciativas de Nawat y lo acusó de desvirtuar los valores del concurso. Desde ese momento, cada decisión se leyó como un pulso por el control simbólico y económico de un show que hace tiempo dejó de ser solo una coronación .
La escena que encendió el escándalo
La tensión explotó cuando Nawat increpó a la mexicana Fátima Bosch por no publicar contenido promocional . Bosch respondió con firmeza; él llamó a seguridad; doce concursantes se retiraron del salón. La escena se transmitió en vivo por redes y marcó un quiebre. Horas después, Rocha difundió un video acusando a Nawat de “actos maliciosos” hacia las participantes.
En paralelo, Nawat lloró ante más de cien periodistas y recordó su aporte económico: “Pagué 2 millones de dólares en efectivo. ¿Por qué me hacen esto?”. El drama quedó registrado como síntoma de un negocio que ya no encuentra consenso ni puertas adentro .
La crisis de una industria que ya no encaja
Miss Universo nació en 1952 como un truco publicitario para vender trajes de baño en EEUU y creció como espectáculo televisivo global. Pero, como señala una nota de Bloomberg , el derrumbe en Occidente dejó de ser gradual: las audiencias jóvenes comenzaron a ver estos certámenes como algo “outdated” y se alejaron de las transmisiones, mientras los ratings en EEUU entraron en caída libre. La televisión, que durante décadas sostuvo el engranaje, dejó de ofrecer el salvavidas que garantizaba relevancia y negocio.
La compra del certamen por la empresaria tailandesa Anne Jakrajutatip en 2022 buscó aggiornamiento: inclusión, nuevos productos, una marca expandida. La venta posterior de la mitad del negocio a Rocha y la llegada de Nawat como organizador de la edición tailandesa parecieron un relanzamiento. El resultado fue lo contrario: una colisión entre dos tiempos, dos lenguajes y dos formas de imaginar lo que un certamen de belleza representa .
Dos mercados, dos idiomas distintos
En Tailandia, el comercio digital ya mueve casi una quinta parte del e-commerce. Un video viral vende más que un anuncio televisivo. En México, en cambio, la audiencia sigue a los realities y a la televisión en vivo. Cada región tiene su propio pulso y ninguno parece capaz de sostener un modelo global unificado .
Voces del mundo del pageant lo describieron con una metáfora elocuente: “Es como volver a un restaurante de la infancia y descubrir que ya no hacen la comida que te gustaba”. Esa sensación de pérdida marcó el tono de esta edición.
La historia que llevó a Bosch hasta la corona
En medio del derrumbe institucional surgió la figura de Bosch . Nacida en Tabasco, víctima de bullying y diagnosticada con TDAH en su infancia, estudió diseño de moda en México, Italia y EEUU. Trabajó con materiales reutilizados, impulsó causas ambientales y sociales y mantuvo un vínculo estrecho con una familia atravesada por la política y los certámenes de belleza.
Su madre y sus tías la acercaron desde chica a los certámenes, un universo que convivía en su familia con la política: una de ellas, Mónica Fernández Balboa, llegó a ocupar cargos centrales en el Senado mexicano. Con esos antecedentes, Bosch creció rodeada de la tradición de seguir Miss Universo cada año , aunque durante mucho tiempo mantuvo una visión crítica sobre los concursos. Contó que recién cambió de opinión al conversar con su director en México, cuando entendió que la organización buscaba “mujeres reales que tuvieran cosas que decir” y que el certamen podía convertirse en un espacio para usar su voz .
La voz que cambió el relato
Cuando Nawat la reprendió frente a decenas de concursantes, Bosch respondió: “Tengo una voz. Y como mujeres merecemos respeto”. Esa frase estalló en redes, impulsó un gesto colectivo de solidaridad y generó un pronunciamiento de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum , que destacó su actitud.
Desde ese momento, su figura creció al ritmo del escándalo . Su coronación llegó rodeada de suspicacias, más aún después de que un juez renunciara alegando irregularidades. Una periodista tailandesa sintetizó el clima: esta edición quedará entre las más caóticas y controvertidas de la historia del certamen.
La imagen final
Al recibir la corona, Bosch apuntó un dedo al cielo . Había dicho días antes que quería “llevar luz a donde solo había oscuridad” e inspirar a otras mujeres. Esa imagen quedó como una síntesis involuntaria del certamen: una corona que todavía resplandece, sostenida por un escenario que ya no logra ocultar sus fracturas internas.


#40182513   Modificada: 21/11/2025 13:43 Cotización de la nota: $384.067
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