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20/11/2025 Clarin.com - Nota

El “Dilema de Eutifrón”: la pregunta de Platón que sigue definiendo qué es una buena vida

Una antigua discusión que enfrenta razón y autoridad sigue guiando la ética contemporánea. Es un dilema sobre el bien que atraviesa siglos de filosofía y religión.

Platón y el el origen de una pregunta sobre la moral que permanece actual. Foto ilustrativa: Canvas
El “ Dilema de Eutifrón ” es uno de los conceptos filosóficos más citados de Platón y, pese a tener más de dos milenios, sigue planteando una pregunta que incomoda tanto a moralistas como a creyentes. El planteo aparece en un diálogo entre Sócrates y Eutifrón, un joven seguro de entender qué es la piedad y la justicia. En pleno intercambio, surge la pregunta que lo cambia todo.
“¿Lo bueno es bueno porque los dioses lo aman, o los dioses lo aman porque es bueno?”. Con esa frase, Platón instala un conflicto que atraviesa debates éticos, religiosos y políticos: ¿la moral depende de una autoridad superior o existe por sí misma, independientemente de cualquier mandato?
El dilema expone dos caminos. Si lo bueno es bueno solo porque una figura de poder (divina o humana) lo aprueba, entonces la ética sería arbitraria. Pero si algo es bueno incluso antes de recibir validación, la bondad se sostiene como un valor universal, autónomo y no negociable.
El dilema de Platón El dilema plantea si lo bueno depende de una autoridad o si es independiente de ella. Imagen: Gémini
Esta pregunta, planteada hace siglos, sigue definiendo qué entendemos por “una buena vida”. En el fondo, Platón nos obliga a pensar si actuamos bien por convicción o por costumbre, si lo justo lo elegimos o simplemente lo obedecemos. El dilema de Eutifrón no busca una respuesta definitiva, sino despertar una conciencia moral más profunda, una que trascienda leyes, religiones o mandatos externos.
Filosofía y moral: por qué el dilema sigue vigente
El “Dilema de Eutifrón” no se limita a la religión. También expone cómo razonamos frente a la autoridad. Si algo es correcto solo porque alguien lo ordena, la moral se reduce a obediencia. Pero si el bien existe antes de cualquier norma, se impone la responsabilidad individual de pensarlo. Esa tensión define buena parte de la ética moderna.
Desde Kant hasta los debates actuales sobre inteligencia artificial o bioética, la pregunta vuelve: ¿las reglas morales valen por sí mismas o porque las impone una autoridad? El dilema de Platón, más que un enigma, es un espejo. Nos obliga a examinar si actuamos por convicción o por costumbre, si buscamos comprender o simplemente cumplir.
Más allá de la Atenas clásica , el dilema siguió resonando. Teólogos medievales, filósofos modernos y éticos contemporáneos volvieron a enfrentarlo bajo distintas formas. ¿Es bueno lo que dicta una ley, una tradición o un poder, o lo es porque responde a principios universales? La pregunta es la misma, solo cambia el nombre de los dioses.
Aun cuando no hubo respuesta definitiva, la pregunta sigue viva como herramienta ética. Foto Shutterstock.
Incluso en la vida cotidiana, este conflicto se manifiesta en decisiones mínimas: seguir una regla sin cuestionarla o detenerse a pensar si es justa. En el trabajo, en la política o en la familia, el dilema socrático reaparece bajo otras formas, recordando que la ética no es obediencia ciega, sino reflexión activa.
Esa vigencia convierte al diálogo platónico en una guía silenciosa. No da recetas, pero enseña a desconfiar de la comodidad de las certezas. Pensar el bien implica aceptar la duda, y tal vez esa duda sea lo que define una vida buena : actuar con conciencia, incluso cuando no hay una respuesta clara.


#40123750   Modificada: 20/11/2025 19:17 Cotización de la nota: $2.118.013
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