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18/11/2025 Clarin.com - Nota
La pequeña cala de la Costa Brava donde el mar y el silencio lo dicen todo Rodeada por pinos y antiguas barracas de pescadores del siglo XVI, esta cala conserva el espíritu mediterráneo más puro. Un rincón mínimo, de aguas turquesas y calma intacta. La pequeña cala de la Costa Brava donde el mar y el silencio lo dicen todo Entre acantilados y senderos que bordean el Mediterráneo, hay una cala de la Costa Brava que parece detenida en el tiempo. Enmarcada por una hilera de casas blancas, el azul del mar y el verde de los pinos, este pequeño refugio frente a Palamós encarna la esencia de la vida marinera catalana y la sencillez que define al litoral más icónico del país. La Costa Brava, con sus playas rocosas, calas escondidas y pueblos de piedra, ha inspirado a artistas y viajeros durante décadas. Sin embargo, hay rincones que mantienen un encanto discreto, lejos del turismo masivo. Uno de ellos es este, una cala mínima donde el sonido del mar marca el ritmo y el tiempo parece avanzar más lento. A pesar de su reducido tamaño —apenas unos cuarenta metros de largo—, su belleza natural y su historia la han convertido en uno de los enclaves más singulares del Mediterráneo catalán. Un rincón histórico entre pinos y mar En verano recibe visitantes que llegan atraídos por su fama, pero fuera de temporada recupera su magia: el rumor de las olas, el olor a sal y el contraste de los colores crean un escenario que parece salido de una postal. Un rincón histórico entre pinos y mar Rodeada por la Pineda d’en Gori, esta cala conserva un conjunto de barracas de pescadores del siglo XVI, consideradas patrimonio cultural. Las pequeñas edificaciones, conocidas como botigues, fueron construidas para guardar las redes y resguardarse de las tormentas, aunque hoy funcionan como segundas residencias o refugios familiares. Sus paredes encaladas y puertas pintadas en tonos verdes, azules y ocres componen una imagen que resume la identidad mediterránea. Frente a ellas, las barcas varadas sobre la arena completan la postal que, durante siglos, ha simbolizado la convivencia entre el mar y quienes lo habitan. Estas antiguas casitas marineras fueron declaradas Bien Cultural de Interés Nacional en 2004 por la Generalitat de Catalunya, reconociendo su excepcional valor paisajístico y arquitectónico. Aún se considera uno de los pocos sectores del litoral que no ha sufrido la presión urbanística que alteró gran parte de la costa. Cómo llegar a esta joya del Mediterráneo El acceso a esta cala de la Costa Brava es parte de su encanto. Se llega caminando por un tramo del histórico Camino de Ronda, un sendero que bordea la costa y conecta playas y miradores con vistas espectaculares. Desde el centro de Palamós, la caminata dura alrededor de 20 minutos y atraviesa pinares y acantilados con panorámicas al mar . También puede accederse desde la Playa del Castell, donde hay un aparcamiento a unos 300 metros; desde allí, un sendero de tierra conduce hasta la cala. El camino es sencillo y bien señalizado, aunque se recomienda calzado cómodo y escarpines si se planea entrar al agua: la playa es de rocas y cantos rodados, con fondos marinos ricos en corales, peces y estrellas de mar. Un paisaje detenido en el tiempo Por sus aguas tranquilas y transparentes, es un sitio ideal para practicar snorkel, kayak o paddle surf, especialmente al amanecer o al atardecer, cuando la luz se refleja en las fachadas de las casitas y el mar adopta tonos dorados. Un paisaje detenido en el tiempo El equilibrio entre naturaleza y tradición define a esta cala escondida de la Costa Brava. En sus apenas unos metros conviven siglos de historia, arquitectura popular y un entorno que ha resistido la modernización. En temporada baja, el lugar se transforma en un espacio casi silencioso. Solo se escucha el crujir de la madera de las barcas, el murmullo de los pinos y el eco del mar. Es el momento perfecto para detenerse, leer o simplemente observar cómo cambia el color del agua con la luz del día. Quienes la visitan en otoño o primavera descubren un Mediterráneo distinto: más pausado, más introspectivo. En esos meses, esta cala muestra su verdadero carácter: el de un paisaje donde la sencillez se vuelve arte.
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