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17/11/2025 Clarin.com - Nota
El adiós a Ignacio Fernández Madero Luis Vinker Después de una conmovedora lucha contra el cáncer, murió este lunes. Tenía 64 años. Ignacio Fernández Madero A los 64 años y luego de una conmovedora lucha contra un cáncer de páncreas, rodeado por el amor de su familia y la admiración de todos quienes le conocieron, este lunes murió Ignacio Fernández Madero . Dedicado a la preparación física, especialmente en el rugby y en sus grupos de entrenamiento, “Nacho” integró el staff técnico de Los Pumas hace dos décadas –cuando la Selección alcanzó la medalla de bronce en el Mundial de Francia- y también condujo la preparación física del San Isidro Club por varias décadas. A pesar de su dolencia, que se agravó recientemente, siguió brindando sus clases hasta la última semana, hasta que tuvo que ser internado en el Instituto Fleming, donde falleció. Un titán Varias veces pensamos que la mejor noticia es aquella que jamás imaginamos recibir. Por el otro lado, la más dura también llega cuando no lo esperamos. Algo de esto sucedió el 12 de junio de 2023 cuando los integrantes de los grupos de entrenamiento que Nacho Fernández Madero dirigía desde hacía décadas –martes y jueves a las 6.00 de la mañana en el Rosedal, miércoles y viernes en San Isidro Club- recibimos un whatsapp de nuestro profesor. Decía así: “ Me empecé a hacer estudios por un dolor en el abdomen. En la ecografía salió que tenía algo en el páncreas que había que estudiar, así que me hicieron una tomografía donde vieron que tenía un tumor de 4,5 cm. También vieron un ganglio afectado (por lo que se deduce que es un tumor maligno). En estos días tengo turno con el cirujano y oncólogo para evaluar si necesito algún estudio más o si me operan directamente. Pero, por lo que me dijo el médico clínico, seguramente sea algo operable y que puedan sacar (más allá de que después tenga que seguir o no con otros tratamientos). Cuando tenga el turno con el cirujano-oncólogo y después de la cirugía, tendré un mejor panorama de qué se trata y cómo seguir con todo esto. Pero viene para largo. Hay que tener paciencia y esperar el resultado ”. Como conocimos tantos casos de ese drama –familiares, amigos, compañeros de trabajo o personajes famosos- sabíamos que el cáncer de páncreas sería el enemigo más temible e implacable con el que Nacho podía toparse. Pero desde aquel primer instante lo afrontó con un coraje y decisión conmovedores: “Mañana a las 6 de la mañana, como cada martes y cada jueves, los quiero a todos dispuestos. Vamos a hacer el mejor entrenamiento de nuestras vidas y vamos a pelear esto con alegría”. Habitualmente éramos veinte, veinticinco, pero aquel martes se multiplicó la asistencia, y lo mismo sucedió en las sesiones del SIC. Ni una sola lágrima, fue pura energía: “Me hicieron venir a un velorio, pero para mí es una fiesta” , exclamó. El entrenamiento en el SIC, al otro día, reunió a 300 personas: se sumaron distintas camadas de jugadores, a los que Nacho entrenó a lo largo de tantos años. Y cuando terminó la sesión –piques, flexiones, elongaciones- les pidió a todos que le acompañaran hasta la piscina: se desvistió y se zambulló en el agua helada en pleno invierno. No era ninguna locura, era su ritual desde joven. Ignacio Fernández Madero Teníamos el peor presentimiento, pero la lucha de Nacho a partir de aquel día –suprema- alteró todas las previsiones. “ Voy a pelearla, a vivir, a soñar ahora y por siempre”, aseguró. A las pocas semanas llegarían el tratamiento, las sesiones de quimioterapia, suponemos también que la introspección, la incertidumbre, el agobio y las penas, pero esto jamás lo transmitió. Al contrario. Recibió un afecto tan intenso que no había alma capaz de albergar tanto amor. No sólo por el cálido acompañamiento familiar (su esposa Carola y sus cuatro hijos), sus “alumnos”, las distintas generaciones de rugbiers o simples aficionados como nosotros. Le llegaban múltiples mensajes, desde Tinelli hasta Carlos Bianchi, desde los Pumas hasta Moria y el Pato Galmarini, desde Facundo Saravia (su entrañable amigo) y la Sole, Santi Maratea y tantos más… “ Esto –sintetizó uno- es lo que sembraste a lo largo de tu vida, por eso todos te quieren”. Aún conservamos el audio con su convocatoria: “ El viernes a la tarde ya tuve el diagnóstico, Luisito. Mañana estamos a full en Palermo, te quiero. Avisale a Tony Pena y al Pato, compartirlo. Me hace bien, también a Franco Davin y todos los amigos que no quiero ir contando esto como víctima. Viene una etapa difícil, pero vamos a pelearla a este bicho hijo de p…, abrazo”. Desde aquellos días de junio y por más de dos años, “Nacho” no faltó –salvo por viaje- ni una sola vez a sus clases . A las 6 de la mañana, sin un minuto de delay, sabíamos que llegaba con su moto junto a los canteros del Rosedal para esperarnos, guardar las llaves, ordenar las pasadas en velocidad, las vueltas en corridas fondo y la gimnasia. Nunca decreció su palabra de aliento. Podía ser en aquellos gélidos días del invierno o bajo el extenuante calor del verano. Siempre estaba allí con sus ritos para empujar y disfrutar. Tenía grabada una frase de Cioran: “La vida puede ser un infierno. Pero cada instante es un milagro”. Ignacio Fernández Madero “ La lucha de vida de Pastor, quizá la persona más querido del rugby argentino” tituló Jorge Búsico en La Nación. “Nacho es la vitalidad misma; el optimismo caminando, o corriendo. Lleva 43 años entrenando en rugby. La mayor parte de ese recorrido tuvo lugar en el SIC, donde empezó en 1986 y echó el ancla. Allí, en La Zanja, jugaron sus dos hijos, Juan Ignacio y Facundo, que fue capitán de la primera”, describió. ¿Por qué Pastor? “El Bambi Soares Gache me empezó a llamar «Pastor». Y así quedó. En el SIC soy «Pastor». La gente cree que tiene que ver con alguna virtud mía en lo pastoral, pero lejos de eso”. En realidad, Nacho era un pastor de la energía positiva. Ignacio Fernández Madero nació el 29 de enero de 1961. Deportista desde chico –atletismo, rugby, remo, boxeo- comenzó como preparador físico durante los años ´80. Estuvo entre los precursores de los que ahora cubren el paisaje de los parques porteños: los conductores de los running teams y grupos de entrenamiento. Pero se especializó en el rugby, donde llevó la preparación física de varios clubes: La Salle y Buenos Aires al principio, San Patricio, Regatas y CUBA después. Y el SIC –su casa- desde siempre. También fue preparador físico del seleccionado de Buenos Aires y, fundamentalmente, de una de las mejores épocas de Los Pumas (2000-2007), cuando la conducción técnica estaba a cargo de Marcelo Loffreda y Daniel Baetti: esa generación alcanzó la histórica medalla de bronce de la Copa del Mundo 2007 en Francia. Los integrantes de aquella Selección memorable respaldaron a Nacho en su lucha contra el cáncer. Lo arroparon siempre, participaron en sus clases. Y lo llevaron al Mundial del 2023 en Francia para que también lo disfrutara. Con permiso de sus médicos, asistió al Mundial con sus dos hijos. Contó: “ Estábamos en Barcelona y me avisan que nos invitaban al VIP en Marsella para el partido con Gales, pero que teníamos que ir con saco, así que fuimos de apuro a comprar unos a Zara. Mi último saco era de 2007. Agustín Pichot está encima mío todo el tiempo; me llama todas las semanas para ver cómo va el tratamiento. Es mi gran amigo del rugby junto a Nico Fernández Miranda”. Ignacio Fernández Madero A fines de esa temporada, el SIC conquistó el Campeonato de la URBA y todo el plantel llevó a Nacho en andas durante la celebración. ” Cada partido del SIC son como 100 quimioterapias. Yo me iba del club viendo todos los partidos, y siento que era un tratamiento mucho más efectivo que el que me estoy realizando. En el festejo me subieron en andas. Fue sorpresivo, no lo esperaba. Cuando terminó todo, pensé que fue espectacular estar ahí con el plantel de primera y la Copa. Fue lindísimo ser parte de los festejos. Siempre les digo que disfruten mucho el juego", dijo Nacho en una entrevista. Eduardo Victorica, uno de los entrenadores del campeón, expresó: "No es una cuestión de lastima, él tiene una enfermedad y la encara de una manera. Y nosotros lo acompañamos. Siempre dice: el remedio es el SIC y los chicos, y nuestro remedio es él. Si me tengo que reflejar en una persona que no se queja, que se banca la adversidad y que va para adelante, que te encara con una sonrisa, es él. Eso es el Pastor Fernández Madero, un ejemplo para mí y para los chicos que están en el club". Joaquín Lamas, el apertura, resaltó: "Se nos sumó eso, jugar por una persona más. La final jugamos por él. La coronación la tenía merecida, y parte del triunfo es gracias a él". El equipo médico del doctor Juan O’Connor –eminencia en oncología- llevó adelante el tratamiento y los resultados eran sorprendentes. El espíritu, la vitalidad y coraje de Nacho parecían vencer al enemigo más cruel y podía disfrutar de todo: la familia, los entrenamientos, la vida. Hasta soñamos (todos) con un milagro. Las sesiones de quimioterapia se iban espaciando y sólo había que atender a los controles periódicos. En aquel primer verano bajo tratamiento –enero del 2024 cumpliendo su rito de siempre con familia y amigos con las vacaciones en Miramar- realizó un entrenamiento especial, una jornada solidaria, armada por Ignacio Meyrelles, uno de sus amigos del SIC. Y allí, hasta el Parador Charly, llegaron ex Pumas como Cilley, Longo, Gosio, Mario Ledesma y tantos más, junto a decenas de aficionados. “ El rugby se unió para celebrar la vida” fue el lema de la convocatoria sobre las arenas junto al rumor del mar. Y “celebrar la vida” también fue el lema de Nacho para cada actividad en los últimos años. Así era en Topper (su otro trabajo), en los entrenamientos de cada mañana o en el relax posterior, en las fiestas, en la convivencia, los asados o los viajes. Ignacio Fernández Madero Y sí, llegamos a imaginar que un milagro sería posible. La vida seguía su rumbo y sólo había que estar alertas… Nacho cumplía los consejos médicos y recibíamos sus informes, de tanto en tanto. Su hija Maqui, médica, por ejemplo, avisó en mayo pasado: “ Salimos del turno con O’Connor. Muy bien todo, le dio que las lesiones (metástasis) que se ven en el hígado parecieran estar inactivas. Eso es muy bueno, así que le va a dar este mes de descanso de quimioterapia. Le dijo que en un mes quiere hacerle una tomografía y un análisis de sangre y ahí se verá como sigue. Pero como siempre reforzando lo importante es que siga con sus actividades y que se sienta bien”. Se cumplían dos años y se podía soñar. Hasta Facundo, su hijo, le escribió una “Carta Abierta al tumor”, el 9 de junio: “Querido tumor. Sí, querido, porque aunque al principio te odiamos, con el tiempo te volviste parte y entraste junto con O’Connor, Diego del Fleming (creo que se llamaba así el de recepción) y muchos personajes más a nuestra familia. Hace exactamente dos años te apareciste sin invitación, como un colado en una fiesta familiar…”. Ironizaba ante el enemigo, pero también… agradecía: “Gracias por haber detenido el tiempo. Por obligarnos a frenar, a mirar, a abrazar más fuerte, a reír con menos pudor y a sensibilizarnos mucho más. Gracias por haber hecho que papá, ese ser de energía positiva y sonrisa eterna, se convierta en un imagen de amor, de homenajes y de lágrimas felices”. Llegó el último invierno. “Llevo una semana con fiebre, y no se me va”, nos alertó. Parecía una de las típicas gripes de la oleada que los porteños sufrimos en junio/julio, pero las defensas de Nacho eran más bajas. Sin embargo, hasta ese momento su físico parecía intacto. No pudo ser, llegaron señales preocupantes. “El médico –contó Maqui el 20 de agosto- le pidió marcadores tumorales para dentro de dos semanas y una tomografía para mediados de septiembre. Hay que seguir metiéndole y dando batalla”. Pero ya no habría más oportunidad de quimioterapia. En estas últimas semanas, el avance del cáncer fue devastador. Y si ya no había una respuesta médica, sí lo había en espíritu : Ignacio Fernández Madero siguió hasta la última clase en Palermo y en el SIC. Y siguió hasta las finales del campeonato de rugby, donde recibió oleadas de afecto. Acompañó la entrada en calor del SIC en los partidos decisivos del campeonato de la URBA. Y Carlos Pirán, el capitán, le leyó la carta del plantel: “Te admiramos por todo lo que sos. Una persona única, querida por todo el rugby. Una persona que nos enseñó a disfrutar cada momento de la vida, desde los momentos simples hasta los grandes desafíos . Nos dejás una huella, un ejemplo que viene de varias generaciones y que trasciende. Gracias Nacho por tu energía, tus ganas de vivir, tu alegría, tus enseñanzas y porque nos ayudás a afrontar todo lo que nos toca en la vida”. . El sábado 1° de noviembre, Nacho ingresó al campo de juego del Atlético San Isidro con el equipo que disputaba la final ante Cardenal Newman. Los jugadores de ambos planteles se unieron en su reconocimiento. Estas semanas de noviembre fueron agitadas. Su físico se había debilitado, pero él no faltaba. “Los héroes y los valientes, en general, se han ido mucho antes de lo que deberían. Eso la mayoría de las veces agigantó su legado. Eso es lo que está pasando con nuestro Pastor. Dios lo eligió para, a través de él, transmitirnos un mensaje y dejarnos marcado a fuego su legado. En una charla que tuve con Nacho me dijo: ‘Tincho, quedáte tranquilo porque todo esto está pasando por algo’. Y como siempre tiene razón”, escribió otro de sus “alumnos”, Martín Colombres. Iba a luchar hasta el último aliento, dejaría una imagen como la que, semanas antes desde el fútbol, había ofrecido otro personaje igualmente combativo, inigualable, apasionado: Miguel Angel Russo. Facundo Saravia, el entrañable amigo de Nacho, lo llevó a la grabación de la zamba que le dedicó: Desde el Bajo San Isidro / Se eleva tu nombre, / Referente del lugar /De inolvidables recuerdos, / Donde siempre vivirás / Nacho Fernández Madero Entrenó por última vez en el SIC el miércoles pasado y al día siguiente, en Palermo. El viernes quedó internado en el Instituto Fleming y este lunes, al llegar la noche, se nos fue definitivamente. Gladiador, amigo, ejemplo de vida, nunca te olvidaremos.
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