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17/11/2025 Clarin.com - Nota
El geo-algoritmo del orden global Juan Pablo Laporte Profesor de Relaciones Internacionales de la UBA y la Universidad Austral. El nuevo poder reside en las “oligarquías tecnológicas” que asientan su dominación como “programadores del comportamiento humano”. Mariano Vior Hemos expresado que la “dinámica material” del orden global se estructura en la articulación de las 3G: la geopolítica, la geoeconomía y la geosociología. Este dispositivo controla el espacio, los recursos y el manejo de las poblaciones. Pero otra dimensión es subyacente a las tres y se encuentra como fuerza que moviliza percepciones y voluntades: la “dinámica de la conciencia algorítmica”. Como fuerza no material pero que crea realidades de poder multidimensional, se sustenta en la lógica de las redes sociales. Esta plataforma invisibilizada construye narrativas que articulan - pero en rigor condicionan- los contenidos de los medios de comunicación que tensionan la reflexividad crítica que aún permanece en algunas editoriales que intentan resistir a su irresistible hipnosis colectiva. Todo este aparato de control no consciente y centralizado en tecno plataformas privadas -que escapan a la regulación del Estado como expresión de la voluntad colectiva- es potenciado por la inteligencia artificial. Este nuevo producto de la ciencia y la tecnología humana está creando lo que Jianwei Xun llama “el Imperio de la Hipnocracia”. Tomando sus principales argumentos podemos afirmar que la civilización humana ha creado por primera vez una tecnología autónoma que actúa directamente sobre la conciencia - y quizás, aún más, sobre el inconsciente. Las 3G que motorizan las fuerzas profundas hasta el presente, son desafiadas por el “geo-algoritmo de la conciencia” conformando las 4G del orden global. Este algoritmo geo-estructurado no se posicionó sobre sociedades agrietadas y Estados divididos dentro del orden global, sino más bien, creó y potenció esas distorsiones. A su vez, pulverizó el centro democrático del bienestar como expresión del triunfo de la modernidad política racional y colectiva. Esto generó como resultado, extremos antitéticamente funcionales, que destruyeron proyectos sociales sustentados en la moderación y el consenso. El algoritmo leviatánico, se independizó de la búsqueda de una “argumentación comunicativa” como sostén de la democracia y creó “relatos extremos” de cruzadas que buscan eliminar las verdades relativas de la convivencia social. La construcción política de parcialidades de existencia, se disolvió en narrativas totalizantes que descartan el diálogo y lo reemplazan por batallas que se potencian en la pantalla cibernética. Se asocia “lo cultural” con particularidades de existencia que dejan de convivir en lo colectivo y se auto perciben como una nueva “globalidad reaccionaria”. Se busca revivir un pasado imaginario de supuesta grandeza en lo que Bauman llamó la “retrotopía”: el creer que estamos evolucionando hacia un sistema que renace de un pasado perdido. Esta ilusión se asienta en esta “hipnocracia social” que es una nueva forma de “hegemonía algorítmica”: el dominio de las mentalidades y sensaciones a través de dispositivos que se conectan en el espacio invisible de la nube del inconsciente colectivo. Este nuevo capitalismo del comportamiento sugestivo, crea una nueva riqueza acumulativa: la manipulación colectiva de las percepciones y emociones. A su vez, se reproduce en la tensión del comportamiento guiado por extremos que no reconocen su sugestiva artificialidad relativa. Todo esto genera un cambio estructural y cuántico que las Ciencias Sociales empiezan a teorizar: las guerras tradicionales de ocupación territorial, su instrumentación económica y los movimientos poblacionales, se sustentan en batallas por la manipulación digital de las conciencias. Al decir de Giuliano da Empoli, hemos entrado en la Hora de los depredadores: el nuevo poder reside en las “oligarquías tecnológicas” que asientan su dominación como “programadores del comportamiento humano”.
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