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14/11/2025 Clarin.com - Nota

Gonzalo Celorio: preguntas sobre la vida…, y sobre la escritura
Juan Cruz
El escritor mexicano, ganador del premio Cervantes, habla sobre sus libros, que son verdaderos abrazos al pasado. Y advierte sobre "la polarización radical que elimina los interregnos en los que quisiera vivir y transitar la condición humana".

Fidel Sclavo
Gonzalo Celorio (México, 1948) cuenta su vida en su último libro, Ese mojón de espejos rotos , publicado como por Tusquets, su editorial. Apareció en las estanterías (yo lo compré en Olavide , una librería de raíz argentina en Madrid) antes de que le concedieran el más importante de los premios, el Cervantes. Sus libros son abrazos al pasado, entre los cuales están Amor propio, Tres lindas cubanas, El metal y la escoria, Los apóstatas o Mentideros de la memoria… El cuestionario se lo envié a México, su raíz.
--Hace muchos años te pregunté por tus propias preguntas. En primer lugar, por las que le harías a tu madre. Entonces me dijiste que te costaría formularle ´una pregunta actual`. Pasado el tiempo, ¿qué le dirías tú mismo para contarle la noticia más importancia de tu vida literaria?
--Qué pena que no estés aquí desde hace tantos años, pero, aun así, tan a destiempo, te digo gracias. Gracias porque tu amor se sobrepuso a la equidad que subyacía en la divisa que reglamentaba la conducta de los doce hijos que formaste: “Todos mis hijos son iguales”. Desde muy temprano descubriste que en la singular vulnerabilidad de tu undécimo hijo podría residir su fortaleza. Mucho te habría gustado conocer el feliz desenlace de esa sensibilidad particular que me ha llevado a obtener este inmenso reconocimiento cuya adjudicación todavía no acabo de asimilar.
--¿Y sobre la vida misma? ¿Cómo describirías ahora el estado del mundo?
--A tu tan reductora pregunta no puedo responder más que de manera igualmente reductora. Siento que el común denominador del mundo es la polarización radical que elimina los interregnos en los que quisiera vivir y transitar la condición humana.
--Eres un hombre de gran memoria. Tu libro más reciente, Ese montón de espejos rotos, es hondo y minucioso. ¿Qué te costó más decir de todo lo que aquí recuerdas?
--Hacer, de la desnudez que toda literatura autobiográfica supone, mi vestimenta.
--Aquí están tus amores primeros y también tu primer cuento, así como los autores que te fueron llegando. De la escritura que nació entonces, ¿qué recuerdas como inolvidable?
--La dificultad de escribir y la imperiosa necesidad de hacerlo.
--Nombras a quienes primero llenaron tu pasión por la escritura. Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, Cortázar. Persisten entre los grandes. ¿En qué orden están ahora? ¿Quiénes los siguieron?
--Esta pregunta es tan amplia como algunas de las anteriores y, por tanto, no la puedo responder más que de manera sintética y simplista. Los tres que mencionas permanecen con méritos similares, pero son diferentes los motivos de su persistencia: García Márquez por su portentosa capacidad de fabular y el ritmo galopante de su prosa; Alejo Carpentier por la tan inservible como exuberante riqueza de su lenguaje, y Julio Cortázar por los infinitos puentes que sigue tendiendo a sus lectores, quienes, al cruzarlos, se vuelven coautores de sus obras. De la literatura hispanoamericana siguió, en primerísimo lugar, Jorge Luis Borges. Me he dado cuenta de que es el escritor al que más recurro y a quien más cito, tanto en prosa como en verso. El título de mi más reciente libro, Ese montón de espejos rotos , proviene de un poema suyo-en el que define la memoria, igual que el titulado El metal y la escoria. Después o antes o al mismo tiempo, Juan Rulfo, Juan José Arreola, José Lezama Lima, Severo Sarduy, Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti, Mario Vargas Llosa, Augusto Monterroso, Alejandra Pizarnik, Jorge Ibargüengoitia, Luisa Valenzuela, Leila Guerriero… De la española, Luis Martín Santos, Antonio Muñoz Molina, Rosa Montero, Javier Cercas, Carmen Riera, Jesús Marchamalo…
De la literatura universal ni hablemos. No cabe en esta página.
--Cortázar fue una pasión. Nunca lo conociste, me parece. ¿Cómo concibes ahora una conversación con él? ¿Y con Gabo? ¿Cómo fueron sus conversaciones de los últimos años?
--Sí lo conocí, aunque solo lo vi en ocasión de su visita a México en marzo de 1983, cuando lo presenté en la UNAM, y conversé brevemente con él en esa ocasión y al día siguiente, en la gran plaza de Coyoacán. Pero vaya que lo conocí en sus cuentos, en los que inevitablemente sale a relucir el Cortázar más íntimo, el de su infancia, el de su imaginación perseverante, el de su eterna rebeldía contra todos los convencionalismos. Si pudiera conversar con él ahora, quizá le preguntaría su opinión sobre la situación actual de Cuba y si seguiría defendiendo su Revolución, como lo hizo cuando Fuentes y Vargas Llosa le retiraron su apoyo tras el Caso Padilla. Me temo que su respuesta sería negativa. Mis conversaciones con García Márquez en los últimos años quedaron registradas en mi libro Mentideros de la memoria.
--Tus libros son tu voz, dices en tu libro de memorias. La voz forma parte del principio de esos recuerdos. ¿Qué ha significado el dolor en tu vida?
--Uno de los más fuertes dolores que he sufrido fue precisamente la pérdida de la voz tras la extirpación de un carcinoma en una de las cuerdas vocales. Pensé entonces que la escritura podría decir todo lo que la voz habría tenido que callar. Por fortuna, al cabo de un tiempo, recuperé la voz, aunque muy disminuida y muy poco duradera. Pero supongo que tu pregunta no se limita al sentido literal de la palabra voz, sino a su valor de expresión propia, y en ello, en la articulación de una voz propia, he empeñado toda mi escritura. No se trata solo de un estilo, sino de una identidad: quién soy, cómo he podido superar ese dictum proclamado por mi madre que rigió mi infancia: “todos mis hijos son iguales”.
--La sensación que tenemos los que te hemos conocido siendo ya un académico, un hombre muy conocido y leído, es que jamás has dejado de tener motivos para la tristeza. Cuando ésta ha venido, ¿cómo se va la tristeza de Celorio?
--Cuando iba leyendo tu pregunta pensé que dirías que jamás había dejado de tener motivos para la alegría, lo que es cierto. La tristeza ha sido parentética, pero cuando se presenta, motivada siempre por la pérdida, la exorcizo con la disciplina de la escritura, que, al dar cuenta de ella, queda aplacada, al menos por un tiempo.
--En mi memoria de lector se han quedado muy adentro las andanzas de aquel niño que a los cinco años ya se hacía preguntas de mayor. ¿Ese niño está por ahí todavía?
--Claro que el niño está presente. De mi infancia conservo los residuos de mi imaginación y de mi ingenuidad, sin los cuales no podría ni escribir ni recordar, pero ¿en qué adulto no está vivo el niño que fue? Las preguntas adultas que me hacía desde mis primeros años provienen de la convivencia con mis hermanos mayores. Una de sus consecuencias fue que yo utilizara desde niño palabras cultísimas que no entendía, insufladas por Miguel, mi hermano mayor, que, al pronunciarlas, me granjeaban singularidad y aprobación.
--En un momento del libro dices: “Se me fugó la infancia”. Ahora acabas de tener el premio mayor de las letras. Acaso eso te ayude a recuperar a aquel muchacho que te ayudó a escribir esta frase: “El juego es lo más serio que puede practicar un niño”. ¿Sigue vigente esa visión del pasado?
--Sí, el niño que fui pervive en mi escritura adulta. La escritura no deja de ser un juego que hay que tomarse muy en serio. Del juego, la escritura tiene la imprevisibilidad, el azar, el reto.
--Dijiste: “Nunca imaginé lo que la escritura me habría de revelar”. En los últimos tiempos, después de esa frase, ¿qué revelación te ha sorprendido, de tu vida, de la vida alrededor?
--En mi caso, la escritura cumple una función indagatoria. Le doy a la novela que estoy escribiendo una serie de datos que la novela misma “procesa” y me revela a mí, su autor, lo que yo desconocía antes de escribir. Me vuelvo lector, asombradísimo, de la novela que yo mismo he escrito. Lo que más me ha sorprendido de estas revelaciones es quién de verdad es ese desconocido que también soy yo.


#39753774   Modificada: 14/11/2025 18:47 Cotización de la nota: $2.118.013
Audiencia: 1.022.580



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