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12/11/2025 Clarin.com - Nota
Las razones del voto: Murray Edelman tenía razón Mario Riorda Politólogo, especialista en comunicación política. Profesor de la Universidad Austral El Gobierno sacó provecho de la polarización, catalizando un voto que no quería un derrumbe económico y que empeore la magra situación actual. Daniel Roldán La distancia enseña, la ciencia más. Murray Edelman fue un politólogo estadounidense que revolucionó el estudio de la política al enfocarse en sus dimensiones simbólicas desnudando cómo el lenguaje y los rituales construyen realidades. En “La construcción del espectáculo político ” explica cómo los problemas sociales no son simplemente hechos objetivos, sino construcciones ideológicas que refuerzan intereses: “Los problemas entran en el discurso y por lo tanto en la existencia como refuerzos de las ideologías. Significan quiénes son virtuosos y útiles, y quiénes peligrosos o inadecuados”. Los problemas suelen ser beneficios ya que algunos persisten porque benefician a ciertos sectores. No se resuelven fácilmente, sino que se transforman discursivamente. Así, el fracaso en resolverlos no es accidental, sino funcional. Pueden legitimar la acción y favorecer a quienes los gestionan manifestando que de ellos depende la solución. Cuando la solución a un problema se presenta como determinante frente a otras posibles soluciones, suele pasar a ser un beneficio para quien puede frenar esa amenaza al bienestar de otros mediante un “bricolage de acciones y formulaciones verbales para mejorar la condición”. Se crean nuevas razones para esos problemas que no tienen aceptación única, pero tienden a favorecer a quien las propone, intensificando la ritualización de las diferencias polarizantes. “Es vital la persistencia de problemas irresueltos con significados conflictivos”, dice Edelman y agrega: “la construcción de los problemas sociales y sus razones refuerza consecuentemente las escisiones sociales convencionales… y le da al proceso político una apariencia de dinamismo y tensión que pocas veces gravita en los resultados”. El lenguaje que construye un problema es también una justificación razonada para investir de autoridad a personas que afirman tener algún tipo de competencia ahí. La vinculación de un problema a una solución única, le da al discurso una forma racional para obtener apoyo público. El agudo problema económico de la Argentina y la solución/dependencia vía EE.UU., garantizada por el secretario del tesoro, Scott Bessent, y por el propio presidente Donald Trump, produjo todo eso que Edelman relata: polarizó, condicionó y generó una dependencia a una solución única, catalizando un voto que no quería un derrumbe económico y que empeore la magra situación actual. El problema fue un beneficio (electoral). En el furor de pronósticos, errados en algunas premisas -como el mío, por ejemplo, que preveía más derrotas en más provincias para el oficialismo nacional-, sustentados en datos de estudios provinciales, una administración que venía de una sucesión de escándalos, crisis económica con indicadores negativos, y con mayoría de liderazgos provinciales con más aceptación que el presidente; nos olvidamos de la estabilidad empírica que la ciencia nos aporta. Van 4 aportes: 1. La victoria electoral del primer ministro canadiense Mark Carney, gracias a una ola de rechazo a los ataques verbales de Trump, creó un “efecto anti-Trump” factible de proyectar en otros lares. Pero el acumulado histórico nos dice otra cosa. Un estudio de Dov Levin demuestra que las intervenciones electorales por parte de las potencias de EE.UU. y URSS/Rusia, aumentan significativamente las probabilidades de victoria del candidato apoyado, especialmente cuando la intervención es pública. De 938 elecciones analizadas, hubo 117 intervenciones electorales. En promedio, tendieron a aumentar el porcentaje de votos del candidato favorecido en alrededor de 3%, en algunos casos, decisivo para su victoria. Más allá de quién pudiera haber ganado en Argentina, en rangos de escenarios previstos en torno al “treinta y pico”, ese valor suena decisivo para explicar el sorpresivo resultado del 40,84%. Las elecciones no son procesos puramente internos: están profundamente influenciadas por actores externos con intereses estratégicos y las intervenciones pueden alterar el curso político de un país. 2. Los escándalos políticos suelen reducir poco apoyo electoral al candidato afectado. Se estima que entre un 2% y un 5%. El impacto varía según la credibilidad de las acusaciones, el contexto político y la polarización. El efecto es moderado y no suele provocar derrotas, según el siempre vigente estudio de Fernando Jiménez y Miguel Caínzos. ¿Cuándo afecta menos? En contextos de alta polarización. Votantes fieles tienden a justificar o ignorar el escándalo si creen que el adversario es peor. Asimismo, cuando hay desconfianza generalizada, sistemas donde la corrupción se percibe como estructural, los escándalos no sorprenden ni movilizan. También cuando hay narrativas de culpa externa, vale decir, crisis atribuida a gobiernos anteriores. Todo eso es Argentina. 3. El “Argumento del Derroche” tiene fuerza persuasiva. Desde la teoría de la argumentación, Chaim Perelman y Lucie Olbrechts-Tyteca lo expresan así: “puesto que ya se ha comenzado una obra y se han aceptado sacrificios que se perderían en caso de renunciar a la empresa, hay que continuar trabajando en la misma dirección”. Usado en contextos estratégicos donde se busca reforzar una línea de acción ya emprendida, apela al valor de los sacrificios pasados. Una minoría sólida apoyó convencida al gobierno, y otro sector, aunque disconforme y con dudas a mitad del río, decidió avanzar hacia la costa de enfrente y no volver al punto de partida, explicaron parte del comportamiento electoral que constituye hoy una primera minoría nítida. 4. El aglutinamiento ideológico polarizante aporta efectividad electoral, aún en gobiernos con más rechazo que aceptación. Con Trump pasó en el primer intento de reelección, al igual que con el intento de reelección de Jair Bolsonaro en Brasil. Estos gobiernos tienen más votos que imagen positiva de su gobierno y de sus políticas. Aglutinan más por identidad que por la calidad de sus políticas. Con este argumento, bien vale a futuro analizar que el peso del voto no solo depende del desempeño gubernamental.
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