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05/11/2025 Clarin.com - Nota

Renovación con letra chica: la CGT se reacomoda y condiciona la paz social a la reforma laboral
Carlos Galván
Mientras el Gobierno avanza con su plan de flexibilización, la CGT busca mostrarse renovada, aunque mantiene el mismo núcleo duro que decidirá hasta dónde tensar la cuerda.

Congreso de la CGT. Foto: Marcelo Carroll.
En medio de la ofensiva de la administración libertaria para reformar la legislación laboral, la CGT concretó finalmente este miércoles un lavado de cara en su conducción. Al frente quedaron dirigentes más jóvenes, menos fogueados, menos conocidos, que los que conformaron el mando cegetista en al menos las dos últimas dos décadas.
De los tres cosecretarios generales, sólo uno - Octavio Argüello - proviene de un gremio poderoso, Camioneros. Los otros dos encabezan sindicatos casi irrelevantes en el ajedrez cegetista: Jorge Sola es del sindicato de empleados del Seguro y Cristián Jerónimo, de los trabajadores del Vidrio.
Para poner en contexto: el Vidrio tiene menos de 10.000 afiliados, y ocupa el puesto 90 en cantidad de trabajadores, según el padrón de congresales de la CGT. El Seguro suma unos 20.000 afiliados, y está en la posición 42. Solo entre los tres gremios más poderosos -Comercio, UOCRA y Sanidad- suman 1.681.000 afiliados.
El histórico dirigente mercantil Armando Cavalieri impulsó en reuniones internas la idea de prorrogar los mandatos de la actual conducción por 6 meses para, por un lado buscar la unidad entre los diferentes sectores sindicales en pugna, y por otro tener en la CGT una conducción con más experiencia para la discusión de la reforma laboral.
Pero su plan no logró reunir consenso. El argumento que le dieron a Cavalieri es que detrás de la nueva conducción va a estar la “mesa chica” de la CGT para aconsejar y ayudar.
Pero la realidad es que la mesa chica es más que eso. Se trata del poder real de la central, parecido a un consejo de viejos sabios que toman las decisiones más relevantes.
Octavio Argüello Jorge Sola y Cristian Jerónimo nuevo triunvirato de la CGT. Foto: Santiago Garcia Díaz.
El esquema es viejo. En los 90, cuando fue secretario general de la CGT, un aún joven Gerardo Martínez tenía detrás a Armando Cavalieri, al metalúrgico Lorenzo Miguel y al gastronómico Luis Barrionuevo.
Una vez fueron a ver a Carlos Menem a la quinta de Olivos. El encargado de encarar al entonces presidente era Martínez. Mientras el jefe de la UOCRA le planteaba las demandas cegetistas a Menem, Miguel se mantenía en silencio pero movía constantemente los dedos índice y medio de su mano como si fueran una tijera. Cuando se fueron, Martínez le consultó al jefe metalúrgico que había hecho con los dedos. “Le estaba diciendo que corte las importaciones”, contestó. El sindicalista y Menem habían estado presos juntos durante la dictadura en el buque 33 Orientales y habían aprendido a comunicarse con señas.
En las últimas décadas, salvo en la etapa de Hugo Moyano que se manejó con mayor autonomía, siempre en la CGT hubo una mesa chica. A la que antes debió subordinarse Martínez y en la que 30 años después es figura central. En la actualidad también integran ese club selecto de poder Héctor Daer, de Sanidad; Armando Cavalieri; el estatal Andrés Rodríguez; José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias; y Hugo Moyano. La otrora poderosa UOM ya no se sienta ahí.
La nueva conducción, con ese consejo detrás, es la que deberá buscar atenuar la profundidad de la reforma laboral con la que quiere avanzar Javier Milei. Tras el triunfo en las legislativas, el Gobierno se percibe empoderado para ir para adelante. Además del envión, contará con aliados del propio peronismo. “No nos podemos oponer a que se actualicen las leyes laborales”, acaba de avisar el gobernador de Tucumán Osvaldo Jaldo.
Congreso de la CGT en el estadio Obras Sanitarias.
Foto Santiago Garcia Díaz.
El maquinista Omar Maturano puso blanco sobre negro lo que temen en muchos gremios: “En la reforma laboral los gobernadores nos van a cagar como siempre. Son peronistas y nos van a cagar. Los diputados también nos van a cagar”.
Este miércoles, en el congreso en el estadio de Obras Sanitarias, se sucedieron los dirigentes que cuestionaron la reforma laboral. “No vamos a permitir que se lleven por delante los convenios colectivos, los derechos y las obras sociales”, sintetizó José Luis Lingeri.
La duda está en qué músculo real tiene la CGT para oponerse a una reforma, aunque en la central sostienen que los cambios que quieren los empresarios son menos radicales que los que busca el Gobierno.
Héctor Daer, en el Congreso de la CGT. Foto: Santiago Garcia Díaz.
En caso de que la Casa Rosada pretenda nomas avanzar con modificaciones fuertes, en la CGT alertan que lo que estará en juego es la paz social en la Argentina. Entienden que a cambio de la ayuda financiera, la Casa Blanca también pidió por la paz social.
“Si tienen una postura extrema, si no hay razonabilidad, no habrá paz social. Por ahí perdemos, pero vamos a pelear a lo Tyson”, sostienen en la mesa chica.
Habrá que ver. En los últimos años los paros de la central sindical peronista tuvieron cierto impacto -algunos más, otros menos- pero no le llegan ni a la sombra a los que realizaban hace cuatro décadas. Ellos lo saben.
La UTA, el gremio de los colectiveros, se retiró este miércoles del congreso luego de que cayera derrotada la moción de que en vez de un triunvirato se volviera a un solo secretario general, como establece el estatuto cegetista. La propuesta fue impulsada por Barrionuevo, el maquinista Maturano y el jefe de la UTA, Roberto Fernández.
Para el éxito de un paro general son clave los gremios de transporte público. En caso de que se rebele Maturano, la CGT podría apelar a otros gremios ferroviarios, como los señaleros. Pero de la UTA van a necesitar. Y Fernández seguramente se hará valer, aunque en el gremio en lo formal no rompió con la central.
La nueva conducción deberá encarar un proceso de renovación. Quieren digitalizar los archivos y recuperar los murales del edificio de la calle Azopardo. Arriba de la actual cochera, construir un formación sindical, de Inteligencia Artificial y de transformación digital en la industria. Formar cuadros para la etapa que viene.
También quieren mudarse a un edificio sobre la calle Humberto Primo y que el de Azopardo quede solo para congresos y para visitantes. Impulsados por la figura de Evita, vienen turistas a Buenos Aires a conocer la sede de la CGT.


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