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30/10/2025 Clarin.com - Nota
De las cárceles al continente: las bandas criminales que desbordan al Brasil Gerardo Milman Diputado nacional. Ex secretario de Seguridad Interior El crimen organizado no es un fenómeno aislado ni estrictamente nacional. La respuesta para hacerle frente debe ser transnacional y coordinada. Rio de Janeiro. Imágenes del operativo policial contra el crimen organizado que dejara más 130 muertos, 30/10. Foto Juano Tesone / enviado especial Hoy asistimos azorados e incrédulos, para la gran mayoría que no están internalizados en la problemática del narcotráfico internacional y sus redes criminales, como Rio de Janeiro se ha convertido en una zona bélica y donde el imperio de la ley es escaso. El crimen organizado brasileño no es un fenómeno aislado ni estrictamente nacional. Desde las cárceles de Río y São Paulo, cuatro organizaciones —Comando Vermelho (CV), Primeiro Comando da Capital (PCC), Família do Norte (FDN) y Tercer Comando Puro (TCP)— se han expandido sobre el vacío estatal y la porosidad fronteriza, construyendo un poder económico y territorial que trasciende los límites de Brasil. Su influencia se siente ya en Bolivia, Paraguay, Uruguay y Argentina, donde las rutas del narcotráfico y del contrabando de armas los conectan con economías locales, mercados de consumo y redes políticas y policiales permeables. En 2025 las grandes facciones criminales brasileñas —Comando Vermelho (CV), Primeiro Comando da Capital (PCC), Família do Norte (FDN) y Tercer Comando Puro (TCP)— siguen siendo fuerzas determinantes en la dinámica delictiva de Sudamérica. Sus raíces carcelarias, la capacidad de controlar corredores logísticos (terrestres, fluviales y portuarios), y la disponibilidad creciente de armamento militarizado explican tanto su poder territorial como su influencia en Bolivia, Paraguay, Uruguay y Argentina. Para comprender la amenaza y proponer respuestas eficaces hay que partir de tres realidades inmutables: I) las cárceles brasileñas funcionaron y funcionan como centros de organización y mando; II) las rutas amazónicas y la triple frontera son nodos logísticos codiciados; III) pese a golpes puntuales de justicia y fuerzas federales, las facciones se reciclan y despliegan estrategias híbridas (violencia, control social y economía ilícita). I) Orígenes comunes: la cárcel como incubadora de la Hidra criminal Las cuatro organizaciones que analizamos comparten un origen íntimamente ligado al sistema penitenciario brasileño. El CV nace a fines de los 1970 en Isla Grande y se profesionaliza en la calle; el PCC se funda en 1993 en Taubaté como reacción a Carandiru; la FDN surge en 2006–2007 en Manaos; y el TCP es una escisión del CV que se consolidó desde la década de 2000. A nivel estadístico y estructural, los informes nacionales confirman la relevancia del entorno carcelario: el Levantamiento Nacional de Informaciones Penitenciarias (RELIP/INFOPEN) y los ciclos de reporte de SENAPPEN muestran hacinamiento crónico y flujo de comunicaciones no autorizadas —condiciones que facilitan la reproducción de redes criminales con mando desde la prisión.1 ¿Por qué el sistema penitenciario produce y sostiene facciones? En los sistemas penitenciarios, se producen hacinamiento y un “estado paralelo intramuro” , donde hay establecimientos superpoblados y reglas internas criminales (cuotas, “consejos” de presos) que replican estructuras jerárquicas. A su vez, los líderes en cárceles federales (ej.: Marcola y otros referentes) conservan influencia a través de abogados, visitas, y teléfonos. Las prácticas de “gobierno” interno en pabellones permiten administrar cuotas y coordinar envíos. “ Cooperativa carcelaria”, hay una economía intramuro que se traslada extramuros, los fondos recaudados en la calle (extorsión, venta de estupefacientes, secuestros extorsivos, etc) sostienen a presos y financian operaciones externas; la cárcel se vuelve por tanto sede de decisiones estratégicas. Por otro lado, hay un aumento sostenido del poder de fuego de estas organizaciones criminales, en Rio como en otros estados la tendencia es clara: aumento de decomisos de fusiles y armamento de guerra y hallazgos de arsenales en estructuras urbanas y suburbanas. Los boletines y reportes estatales registran récords en incautación de rifles (en algunos estados, cifras récord en 2024 y primeras incautaciones masivas en 2025). Además, informes de la Policía Federal (balance 2024) muestran operaciones que afectaron económicamente a facciones y decomisos relevantes en logística internacional. En el caso puntual de Río, boletines sobre incidentes de 2025 registran centenares de zonas en conflicto entre facciones (CV, TCP, milicias) y decenas de armas de alto poder incautadas en operaciones recientes. Esto evidencia una dinámica de “guerra urbana” con capacidad de fuego que supera ampliamente el arsenal típico de bandas de los años 90’. II) Rutas regionales del narcotráfico: quién usa qué corredor A. Corredores amazónicos (Solimões/Negro/huellas fluviales) FDN y CV compiten por el control de la red fluvial Amazonas–Solimões (Manaos → Atlántico / conexión con Colombia y Perú). La FDN surgió para dominar esos corredores; el CV ha buscado recuperar y expandir su control en Manaos en los últimos años. B. Ejes centrales hacia puertos y exportación (sur y sudeste) PCC organiza la logística hacia puertos del sur/sudeste (Santos, Paranaguá, Río Grande) para exportar cocaína hacia África y Europa; controla “nodos” en el interior (San Pablo) y usa Paraguay como depósito/transbordo, informes de seguridad e inteligencia criminal de vecino país mencionan la presión sobre esas rutas. C. Triple frontera y Bolivia (corredor terrestre) Paraguay y la provincia de Santa Cruz (Bolivia) son ejes logísticos: aterrizajes clandestinos, autopistas hacia Mato Grosso y rutas terrestres hacia puertos. El CV y PCC establecen alianzas locales (parapetos, “bodegas”) para transitar cargas. Reportes de oficiales judiciales y cobertura investigativa muestran presencia de ambas facciones en nodos del Cono Norte. D. Argentina y Uruguay En Argentina la penetración se realiza por corredores del norte (Salta–Jujuy–Formosa–Misiones) y la Ruta 34 hacia Rosario/puertos del litoral; las facciones brasileñas suelen operar mediante células aliadas locales y redes de logística. Uruguay, por su puerto de Montevideo y rutas marítimas menores, funciona como ruta de tránsito/mercado secundario, con algunos casos documentados de uso por grupos vinculados al PCC. III)Expansión y presencia en países limítrofes (situación 2025) Paraguay: nodo logístico de almacenamiento y producción de marihuana; el PCC tiene fuerte implantación como estructura de apoyo y “cuartel de transbordo”. Bolivia: actor clave en la provisión de cocaína; las facciones brasileñas (principalmente PCC y CV) trabajan con clanes bolivianos y usan Santa Cruz como punto de salida hacia Brasil. Uruguay: presencia más indirecta; servidumbres logísticas y envíos vía Montevideo, pero sin control territorial fuerte por parte de facciones brasileñas. Argentina: empleo de corredores del NOA y uso de redes locales; la llegada de actores brasileños es, en general, por intermediación y mediante lavado y redes logísticas ya existentes IV) Liderazgos y fracturas internas (Ultimo año) PCC: liderazgo simbólico de Marcola (Marcos Willians) sigue siendo central, aunque la organización muestra crisis internas (tensiones y grabaciones filtradas entre mandos durante (2024–2025). Luchas intestinas en la cúpula del poder, pero que continua aún operativa desde las cárceles federales. CV: estructura más fragmentada; figuras históricas como Fernandinho Beira-Mar conservan influencia pese al encarcelamiento; el CV mantiene presencia fuerte en Río y Amazonia. FDN: liderazgo originario (Zé Roberto da Compensa, Gelson Carnaúba) debilitado tras guerra en Manaos; la FDN quedó fragmentada con escisiones y una pérdida relativa de control territorial frente al CV. A modo de conclusión: CV, PCC, FDN y TCP no son “grupos locales” ni meramente “pandillas urbanas”: son actores híbridos con raíces carcelarias, capacidad logística transnacional y un poder de fuego que obliga a repensar la política de seguridad en clave regional. Las recetas de fuerza aislada o de golpes mediáticos a cabecillas no bastan: la respuesta tiene que ser integrada (penitenciaria, más inteligencia penitenciaria y criminal, mayor cooperación regional y efectivas políticas sociales). Si no se actúa de forma coordinada y sostenida, las cárceles seguirán siendo cuarteles y las fronteras, autopistas del narcotráfico.
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