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29/10/2025 noticias.perfil.com - Nota

CULTURA |
“La risa más triste”: lo doméstico y lo femenino en crisis
Maximiliano Sardi
Relatos donde lo femenino, el deseo y el silencio se entrecruzan. Mariana Marx se impone como una narradora lúcida y precisa.

“La risa más triste” de Mariana Marx | Foto:CEDOC
La risa más triste , de Mariana Marx (Editorial Planeta, 2025), es un libro que se asienta en el territorio movedizo de lo íntimo. En sus dieciocho relatos, la autora traza una geografía emocional donde lo doméstico y lo femenino no son refugios, sino escenarios de fractura. Desde ese borde entre lo visible y lo oculto, Marx indaga las tensiones que atraviesan la vida cotidiana: los afectos que se desmoronan, las amistades que se traicionan, los vínculos familiares corroídos por el silencio. Todo con una escritura contenida, austera y precisa, que ilumina la herida sin convertirla en espectáculo.
La literatura de Marx se instala en la grieta —esa zona donde la normalidad se quiebra y deja ver su reverso. Sus personajes se mueven en los espacios más reconocibles del día a día —una cocina, una videollamada, una sobremesa—, pero lo que late debajo es una incomodidad persistente, una desconfianza hacia lo que se presenta como estable.
En esa mirada hay ecos de autoras como Samanta Schweblin o Hebe Uhart, aunque el tono de Marx es más confesional, menos fantástico y más visceral. “Mujeres que escriben porque no pueden no hacerlo”, dice Santiago Llach, y esa urgencia se percibe en cada línea: las protagonistas parecen escribir para sobrevivir, como si narrar fuera una forma de contener la caída.
Uno de los grandes méritos de La risa más triste es su manejo del silencio. Daniel Balmaceda lo definió con precisión: “Lo que sus personajes callan dice tanto como lo que narran.” Marx construye sus relatos como un iceberg: lo visible es apenas la punta, y lo que queda sumergido —el abuso, la humillación, el deseo o la culpa— es lo que realmente los sostiene.
En ese sentido, la autora pertenece a una tradición que entiende que el lenguaje no alcanza, que las palabras apenas rozan lo real. Por eso, en sus cuentos, una pausa o una descripción mínima pueden tener más peso que una confesión completa. Lo doméstico, lejos de ser un refugio, se vuelve el escenario de lo reprimido: las cocinas son trincheras, las camas, territorios de disputa, los cuerpos, un campo de batalla entre lo que se muestra y lo que se calla.
El título del libro condensa la paradoja que atraviesa toda la obra. La risa no aparece como alivio, sino como una forma de resistencia: una risa triste, quebrada, que evita la autocompasión sin negar el dolor. Marx convierte lo cotidiano en un espejo deformante donde la ternura convive con la crueldad, y la ironía, con la compasión.
“¿Puede uno reírse en vez de llorar?”, se pregunta en el texto de contratapa. La respuesta, implícita en cada historia, es que sí: reír es un modo de seguir vivos. Esa risa, sin embargo, nunca es ingenua. Es el eco de una conciencia que ha visto demasiado, una forma de exorcismo frente al absurdo de lo real.
Aunque los relatos se centran en experiencias personales, La risa más triste también puede leerse como un comentario sobre el presente. Marx no escribe desde la denuncia explícita, pero su mirada sobre lo femenino tiene una carga política profunda. Las mujeres de estos cuentos no son víctimas ni heroínas: son cuerpos cansados, mentes saturadas, presencias que intentan sostenerse en medio de una cultura que todavía las silencia.
En esa tensión, el libro se inscribe en una línea de escritura que entiende lo íntimo como campo de batalla social. La autora no predica ni teoriza: observa, escucha, anota. Y en esa observación —a veces cruel, a veces piadosa— revela un paisaje afectivo en el que todos podemos reconocernos.
Marx escribe sin ornamentos, con un ritmo que parece el de la respiración contenida. No hay artificios ni giros grandilocuentes: su fuerza reside en la precisión. Cada palabra parece elegida para sostener el equilibrio entre la emoción y la distancia. Su prosa recuerda que la literatura puede ser un acto de escucha:
Cuando se cierra el libro, lo que persiste no es la trama de cada cuento, sino una sensación: la de haber mirado de frente lo que normalmente se evita. Hay en estos relatos una ética de la vulnerabilidad, una invitación a aceptar la imperfección como parte de lo humano. Marx no ofrece salidas ni consuelos: apenas una forma de compañía, una luz tenue que no disipa la oscuridad, pero permite moverse en ella. Por eso La risa más triste se siente como un libro necesario.
por RN
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#37696061   Modificada: 29/10/2025 22:43 Cotización de la nota: $1.051.687
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