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29/10/2025 Infobae.com - Home
Por qué los bares analógicos están viviendo un nuevo auge Por Julián Mizrahi Se trata de un fenómeno que no es exclusivo de una generación. De hecho, los jóvenes de veinte años, los de la llamada generación Z, son quienes más lo impulsan Hace un par de años estamos viendo una particularidad: la gente ya no quiere solamente salir a tomar algo, quiere hacer algo, vivir algo, tener una experiencia. Existe una tendencia global que rescata lo analógico: los bares de juegos de mesa, flippers, arcades, bowling, arquería, mesas de pool, Scalextric, Fono bares, otros que invitan a escuchar vinilos. Lugares donde lo importante no es el wifi sino la conversación, la experiencia y el encuentro real. Este fenómeno no es exclusivo de una generación. De hecho, los jóvenes de veinte años, los de la llamada generación Z, son quienes más lo impulsan, porque crecieron hiperconectados y ahora buscan espacios donde desconectarse. Pero también los treintañeros, los cuarentones, incluso quienes pasaron los cincuenta, encuentran en estos bares una especie de refugio nostálgico y una oportunidad para compartir con otros en torno a algo tan simple como un tablero, una bola de billar o una copa. Lo que se genera ahí es comunidad: grupos que se repiten semana tras semana, amistades que nacen entre partidas, una sensación de pertenencia que difícilmente ofrece una app o una red social. A nivel mundial, el auge es innegable. Según un informe de Credence Research, el mercado global de cafés y bares de juegos estaba valorado en alrededor de USD 1.268 millones de dólares en 2024 y podría superar los 2.495 millones en 2032, con un crecimiento anual compuesto cercano al 10%. Otro estudio de Dataintelo confirma esta expansión y proyecta un aumento similar, señalando que el fenómeno no es pasajero, sino un cambio estructural en el modo en que las personas consumen ocio y socializan. Norteamérica concentra casi la mitad del mercado, pero Asia es la región con mayor crecimiento, especialmente en ciudades jóvenes y densas. El mercado global de cafés y bares de juegos estaba valorado en alrededor de USD 1.268 millones de dólares en 2024 y podría superar los 2.495 millones en 2032 Lo interesante es que esta tendencia no responde a la nostalgia, sino a una necesidad contemporánea. Vivimos saturados de pantallas, de notificaciones, de lo inmediato. Lo analógico, en cambio, propone un ritmo distinto: mirar a los ojos, tocar, jugar, hablar. Muchos jóvenes lo describen como una “desintoxicación social”. Es paradójico que, en plena era digital, el valor diferencial sea justamente lo analógico, pero ahí está el atractivo: ofrece lo que falta. Como emprendedor, veo que el modelo funciona cuando combina tres cosas: una experiencia genuina, una atmósfera cuidada y un sentido de comunidad. No alcanza con poner mesas y juegos; el espacio debe invitar a quedarse, a participar, a volver. En ciudades como Nueva York, bares como The Uncommons, cobran una entrada de diez dólares para acceder a una biblioteca de más de mil juegos, además de ofrecer café, cerveza artesanal y eventos temáticos todas las semanas. Ese modelo mixto, donde se cobra tanto por la experiencia como por el consumo, está resultando rentable y sostenible. Los locales que organizan torneos, noches especiales o membresías logran fidelizar a su público y mantener un flujo constante. La estética también cuenta. La generación Z busca lugares “instagrameables”, con identidad, con un relato visual que los diferencie. No se trata solo de jugar, sino de estar en un sitio que se sienta parte de una cultura, que combinen lo clásico con lo moderno. En Londres, Berlín o México ya se habla de “activity bars”, locales que integran juegos, gastronomía, música y diseño. Son espacios híbridos, donde el entretenimiento deja de ser un complemento y pasa a ser el centro de la experiencia. Lo interesante es que esta tendencia no responde a la nostalgia, sino a una necesidad contemporánea. Vivimos saturados de pantallas, de notificaciones, de lo inmediato El negocio, claro, tiene sus desafíos. Los costos de operación son altos, la rotación de clientes no siempre se traduce en grandes consumos y mantener el interés requiere actualización constante. Sin embargo, las oportunidades son enormes. En un mundo donde la gente valora más la experiencia que el producto, estos bares ofrecen exactamente eso: tiempo de calidad. Además, su público no se agota en los jóvenes; según un informe de Market Intelo, los adultos de entre 30 y 50 años representan casi el 48 % de los ingresos del sector, lo que demuestra que el atractivo es transversal. Creo que el futuro de estos espacios está en seguir mezclando lo antiguo con lo nuevo. Ya se ven propuestas que combinan juegos analógicos con realidad aumentada o tecnología interactiva, sin perder el contacto humano. También están surgiendo sistemas de membresía, clubes de socios y comunidades online que luego se encuentran en el bar. Es decir, lo digital vuelve, pero al servicio del encuentro físico, no al revés. En América Latina, y particularmente en Argentina, esta tendencia tiene un potencial enorme. Las nuevas generaciones buscan experiencias auténticas, sociales y accesibles. En un contexto económico difícil, un lugar que ofrezca entretenimiento, conexión humana y algo de nostalgia tiene todas las condiciones para prosperar. La clave, como siempre, será hacerlo con identidad local, con empatía y con creatividad. En lo personal, me entusiasma que lo analógico vuelva a estar de moda. No porque sea una resistencia al progreso, sino porque demuestra que, al final, lo que seguimos buscando es lo mismo de siempre: una mesa compartida, una charla, una partida, una risa. Lo demás, por más tecnología que tenga, nunca podrá reemplazar eso. El autor es cofundador de Grupo Miz Juegos
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