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28/10/2025 Clarin.com - Nota

Acuerdos políticos: es con todos
Torcuato Sozio Abogado. Ex subsecretario de Trabajo y ex presidente del Consejo Nacional del Salario Mínimo, Vital y Móvil.
Los resultados de las elecciones del domingo dejan un panorama político propicio para avanzar en la búsqueda de compromisos.

Daniel Roldán
Frecuentemente se afirma —y con razón— sobre la conveniencia de firmar “pactos” o “acuerdos”, como el célebre Pacto de la Moncloa en España (1977). De aquel proceso surgieron dos documentos: el “Acuerdo sobre el programa de saneamiento y reforma de la economía” y el de “Actuación jurídica y política”. Este último, esencial para que España saliera del régimen franquista, abrió las puertas al sistema democrático mediante un consenso crítico.
El acuerdo económico legitimó medidas que permitieron sacar al país de una crisis profunda que se arrastraba desde 1973 y puso fin a una década de inestabilidad. Mercedes Cabrera, catedrática de la Universidad Complutense, destacó que la política de acuerdos permitió articular un frente común que incluyó, por primera vez, a todos los sectores políticos y sociales. Frente a la ultraderecha y a una izquierda aún fragmentada, se impulsaron reformas fiscales y políticas que generaron una redistribución más progresiva de la renta. Las transformaciones se construyeron desde un espíritu de cooperación en manos de los propios protagonistas: partidos y figuras de la oposición.
Entre los impulsores se destacaron Manuel Fraga Iribarne, Felipe González y Santiago Carrillo. Este último recordaría que “hubo coraje político, sinceridad y voluntad técnica en todos los actores convocados”.
Una frase de González resume aquel clima: “Debemos considerarnos parte del Estado, corresponsables del destino global del país.” Más allá de su potencia retórica, condensa una ética política ejemplar: reconocer a la oposición como parte del Estado y no como su enemiga.
Ese espíritu revalorizó los pactos como herramientas de diálogo y reconstrucción. En América Latina, el Pacto de Punto Fijo en Venezuela (1958) aseguró la estabilidad democrática mediante el compromiso entre partidos y la exclusión de la violencia como vía de acceso al poder. Décadas más tarde, el Pacto del Club Naval en Uruguay (1985) selló el retorno a la institucionalidad tras la dictadura. En contextos diversos, esos acuerdos fueron puentes entre actores enfrentados, modos de restablecer la confianza y abrir canales de diálogo en sociedades heridas.
Fueron eficaces porque se gestaron con todos los partidos, no contra algunos. La concertación fue su clave: integrar voces distintas, incluir disidencias, escuchar y ceder. En Argentina, el ejemplo más significativo fue la negociación política que dio lugar a la Constitución de 1994, producto de un acuerdo amplio y democrático.
Habría que retomar ese espíritu y recuperar el diálogo republicano, elaborando una agenda modesta pero consistente, que abarque temas institucionales, sociales y políticos, como por ejemplo: la designación del Defensor del Pueblo, la equidad previsional y una distribución más justa y federal de los recursos. Claro que ello exige un cambio profundo en la lógica del poder. Repito, como advirtió Felipe González, “la fortaleza del Estado no radica en su homogeneidad, sino en su capacidad de asumir la diversidad como parte del mismo proyecto nacional”. Esa noción de corresponsabilidad transformó un escenario fragmentado en un horizonte de reconstrucción.
Los resultados del domingo dejan un panorama político ideal para avanzar en una dirección similar a los ejemplos dados en este artículo. Es el Gobierno quien debe dar el puntapié inicial. Pero la oposición, y en particular el kirchnerismo, debe sumarse con generosidad y visión estratégica. Una vez más decimos: es con todos.


#37588958   Modificada: 28/10/2025 19:02 Cotización de la nota: $2.070.394
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