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28/10/2025 Clarin.com - Nota

La trágica muerte de Daniel Naroditsky y el lado oscuro del ajedrez moderno: por qué señalan a un excampeón ruso como responsable de su final

El estadounidense tenía 29 años de edad y fue hallado sin vida en su casa. “Una última partida”, dijo antes de la transmisión que sería su despedida. Vladimir Kramnik lo acusaba de cometer trampa, afectando su salud mental.

Daniel Naroditsky era un protagonista habitual en las partidas de Chess.com.
El fallecimiento del gran maestro estadounidense Daniel Naroditsky , de 29 años, conmocionó al mundo del ajedrez y abrió un intenso debate sobre los límites del acoso en línea dentro del circuito competitivo. El jugador fue hallado sin vida en su casa de Charlotte, Carolina del Norte, y las autoridades investigan si se trató de una muerte por causas naturales, un caso de sobredosis o -incluso- suicidio.
Naroditsky, conocido en internet como Danya , había ganado notoriedad por su carisma y su capacidad para enseñar y comentar partidas en plataformas como YouTube y Twitch , donde reunía cientos de miles de seguidores. Había sido un niño prodigio: a los nueve años lideraba los rankings nacionales y, antes de los 20, ya era gran maestro, uno de los títulos más altos otorgados por la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), que reciben aquellos que alcanzan una calificación Elo de 2500 puntos. En los últimos años, se había convertido en una figura central del auge del ajedrez digital, impulsado por la pandemia.
Su muerte llegó después de meses de tensiones públicas con el excampeón mundial ruso Vladimir Kramnik, quien había insinuado en redes y videos que Naroditsky hacía trampa en el ajedrez en línea. Aunque Kramnik negó haberlo atacado personalmente, muchos jugadores y fanáticos lo responsabilizaron de haber alimentado un clima de hostigamiento. El gran maestro indio Nihal Sarin , por su parte, afirmó que esas acusaciones “literalmente destruyeron una vida”, mientras que Levy Rozman (GothamChess), otra figura influyente en las redes sociales, consideró el trato hacia Naroditsky como “inhumano”.
El propio Naroditsky había reconocido en sus transmisiones recientes el impacto emocional del conflicto. En un video emitido apenas dos días antes de morir, se lo veía cansado y abatido mientras hablaba de las sospechas que pesaban sobre él. “No hay nada que desearía más que esto nunca hubiera ocurrido”, dijo entonces.
Naroditsky en pleno análisis de una partida online. Foto: AP
La polémica refleja un cambio profundo en el ajedrez contemporáneo: lo que antes era un ámbito reservado a clubes silenciosos se transformó en una arena global, abierta las 24 horas, donde los jugadores se exponen al escrutinio y las redes amplifican cualquier sospecha. Las trampas en línea, facilitadas por la asistencia de motores informáticos, se volvió un tema recurrente y varios campeones, incluido el noruego Magnus Carlsen, denunciaron casos. Pero Carlsen sostuvo que en este caso las acusaciones contra Naroditsky carecían de sustento y que Kramnik “cruzó una línea”.
El propio Kramnik, de 50 años, defendió su cruzada contra las trampas y aseguró que se convirtió en víctima de una campaña en su contra. Afirmó haber recibido amenazas y advirtió que tomará medidas legales. Sin embargo, su insistencia pública contra varios jugadores, entre ellos Hikaru Nakamura, lo enfrentó con buena parte de la comunidad ajedrecística.
Expertos en detección de trampas, como el profesor Kenneth Regan de la Universidad de Buffalo, señalaron que Naroditsky había sido analizado sin hallarse irregularidades en su juego. Para sus colegas y alumnos, su reputación era intachable. En Chess.com , donde colaboraba, lo describieron como un “genio sin arrogancia”, querido por su humildad y pasión por enseñar.
El velorio celebrado en San Francisco reunió a numerosos jugadores y fanáticos que recordaron su talento y generosidad. La FIDE anunció que investigará los comentarios públicos de Kramnik para determinar si violaron normas éticas .
El ruso Vladimir Kramnik. Foto: AP/Hermann J. Knippertz
A su vez, el episodio deja expuesto el lado oscuro del ajedrez moderno: la presión constante, el anonimato de las redes y el impacto que las sospechas pueden tener sobre la salud mental de quienes viven de su reputación. En su última transmisión, antes de apagar la cámara, Naroditsky alcanzó a decir con voz quebrada: “Una última partida”.


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