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Adiós a Emilio de Ípola, referente del pensamiento argentino

El sociólogo y filósofo tenía 86 años. Deja una profunda huella en la academia y la vida pública, tras una trayectoria marcada por el compromiso intelectual y la defensa de los derechos humanos

(@sigloxxiarg)
La noticia del fallecimiento de Emilio de Ípola a los 86 años ha generado una profunda conmoción en el ámbito intelectual argentino, donde su figura se destacó por una combinación singular de erudición, ironía y compromiso político. Sociólogo, filósofo y ensayista, De Ípola deja una huella indeleble tanto en la producción académica como en la formación de varias generaciones de estudiantes y pensadores.
Nacido en Buenos Aires el 1 de febrero de 1939, Emilio de Ípola se formó inicialmente en la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde obtuvo la licenciatura en Filosofía en 1964. Posteriormente, alcanzó el doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad de París en 1969, bajo la dirección del historiador francés Henri Lefebvre. Durante su estancia en Francia, estableció un vínculo intelectual con el filósofo marxista Louis Althusser, cuya influencia se reflejaría en su obra y con quien mantuvo un diálogo crítico incluso tras la crisis del marxismo. En 2007, De Ípola publicó Althusser, el infinito adiós, un libro que testimonia esa relación intelectual.
La trayectoria de De Ípola estuvo marcada por el compromiso con la docencia y la investigación. Fue profesor emérito de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, investigador principal del Conicet y docente en instituciones de prestigio internacional como la Universidad de Montreal, la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, la Universidad de Quebec, el College International de Philosophie de París, El Colegio de México y las sedes de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en Argentina, Chile y México. Además, dictó cursos de posgrado y dirigió tesis de maestría y doctorado.
El golpe de la dictadura cívico-militar de 1976 marcó un punto de inflexión en su vida. El 7 de abril de ese año, De Ípola fue secuestrado por un comando del Primer Cuerpo del Ejército. Estuvo una semana encapuchado en la Superintendencia de Seguridad, donde fue torturado e interrogado. Aunque no militaba en agrupaciones políticas, sus viajes a Chile como investigador de Flacso y el traslado de correspondencia de militantes argentinos a organizaciones de izquierda chilena lo pusieron en la mira del régimen. El 12 de abril fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y trasladado sucesivamente a las cárceles de Devoto, La Plata y Caseros. Durante su reclusión, escribió una primera versión de La bemba, un testimonio sobre el funcionamiento de los rumores en la cárcel, que sería reeditado por Siglo XXI. El propio De Ípola explicó que el término “bemba”, de origen cubano, alude a los rumores que circulaban clandestinamente entre los presos, y que su interés era analizar las formas de vigilancia carcelaria y política, una violencia sutil pero sistemática.
Los libros del investigador Emilio de Ípola.
Tras recuperar la libertad, De Ípola se exilió en México, donde integró la revista Controversia, un espacio de debate creado por exiliados argentinos que abordó las discusiones políticas e intelectuales de fines de los años 70 y principios de los 80. Allí compartió proyectos con figuras como Juan Carlos Portantiero y José “Pancho” Aricó. En ese contexto, publicó en México su libro sobre el discurso populista.
La obra de Emilio de Ípola abarca títulos fundamentales para el pensamiento social y político argentino. Entre ellos se encuentran Ideología y discurso populista (1982), donde inició una polémica con Ernesto Laclau sobre el populismo; Investigaciones políticas (1988), Las cosas del creer (1997), Metáforas de la política (2001), Tristes tópicos de las ciencias sociales (2006), con prólogo de Eliseo Verón, y Ser preso político en los años setenta. Su producción se caracterizó por la agudeza intelectual, el humor y la capacidad de ironizar.
En el plano político, De Ípola participó activamente en la vida pública. Junto a Portantiero, integró el Grupo Esmeralda, que acompañó la campaña presidencial de Raúl Alfonsín, y fue uno de los fundadores del Club de Cultura Socialista. Ambos colaboraron en la redacción del discurso de Parque Norte, un hito en la historia política argentina de los años 80. En 2012, De Ípola firmó el documento “Malvinas, una visión alternativa” junto a otros intelectuales como Beatriz Sarlo y Juan José Sebreli, y se definió como “liberal político”.
El reconocimiento a su labor se tradujo en distinciones como la Beca Guggenheim (2004), el Premio Konex de Platino en Sociología (2006) y el Premio Houssay (2010). Además de su producción académica, en 2008 grabó el disco Cuando sea viejo, seré cantor, donde interpretó tangos, canciones mexicanas y clásicos de la música francesa.
La dimensión personal de Emilio de Ípola también se refleja en sus memorias y ensayos autobiográficos. En el texto “Vestigios de dios en la carne”, de 2005, De Ípola narra su infancia en una familia de creencias religiosas dispares, su experiencia con la confesión y la comunión, y el progresivo distanciamiento de la práctica religiosa. Relata cómo, tras una crisis de fe en la adolescencia, la pertenencia al grupo de amigos y el debate intelectual influyeron en su abandono del catolicismo. Sin embargo, reconoce que la figura de Dios persistió de manera intermitente en su vida, manifestándose en gestos, emociones y fantasías. En un pasaje, De Ípola reflexiona: “Dios sólo existe para quienes creen en él”.
El legado de Emilio de Ípola se extiende más allá de su obra escrita. Fue recordado por colegas y discípulos como un maestro brillante, generoso y dueño de un humor único.
El velatorio de Emilio de Ípola se realizará este martes, de 18 a 22, en Malabia 1662, y sus restos serán trasladados al Parque Memorial de Pilar al día siguiente.


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