|
27/10/2025 Clarin.com - Nota
Argentina-EE.UU.: una decisión estratégica Felipe Frydman El auxilio financiero de la Administración Trump al gobierno argentino se inscribe en un registro más amplio que trasciende lo coyuntural y la afinidad personal o ideológica entre ambos gobiernos. El presidente Donald Trump recibe a su par argentino Javier Milei en la Casa Blanca, el 14 de octubre, 2025. Foto Alex Wroblewski/CNP/Bloomberg La asistencia financiera de los Estados Unidos a la Argentina provocó una oleada de críticas negativas de los sectores vinculados a la izquierda del Partido Demócrata liderados por la senadora Elizabeth Warren, al igual que en la oposición en el país que recurrió al eufemismo de injerencia por coincidir con las elecciones, o defensa de la soberanía. En realidad, no se podía esperar otra reacción cuando se vive en uno y otro país en una situación de extrema polarización sin márgenes para una valorización ecuánime. La decisión del presidente Donald Trump, secundado por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, no puede adjudicarse solo a las relaciones personales con el presidente Javier Milei o el ministro de Economía Luis Caputo. En un reciente documento dirigido al FMI y el BM el secretario Bessent delineó la necesidad de rectificar las políticas de ambas instituciones para enfocarlas en la “estabilidad financiera y macroeconómica” que permitan a los países resolver los desafíos de la balanza de pagos y ganar acceso a los mercados después de implementar significativas reformas para tener economías fuertes y resilientes. La declaración, que pasó desapercibida, sostiene que el creciente número de países prestatarios constituye una demostración del fracaso de ambas organizaciones para fomentar los cambios estructurales que permitan el crecimiento y la reducción de la pobreza. En otro párrafo posterior, Bessent hace mención a que la corrupción y actividades criminales continúan frustrando las reformas económicas. El auxilio financiero de los Estados Unidos pareciera inscribirse en el enfoque descripto por el secretario Bessent que van más allá de una cuestión coyuntural. Las coincidencias entre ambos gobiernos en materia de estabilidad macroeconómica, desregulación, participación del sector privado y desarrollo energético y minero brindan un escenario propicio para poner en ejecución un programa que permita a la Argentina superar su sempiterna recurrencia al FMI para resolver su falta de recursos. La decisión del gobierno de Donald Trump fue comparada al apoyo prestado por Bill Clinton a México en 1994 adoptado junto al acuerdo de libre comercio (NAFTA). Sin embargo, y como fuera señalado en una presentación por Andrés Cisneros, la intervención de los Estados Unidos desde la finalización de la II Guerra Mundial brinda varios ejemplos comenzando por el Plan Marshall que permitió la recuperación de Europa en un corto lapso. Si bien el Programa de Recuperación Europea (PRE) fue aprobado por el presidente Truman (demócrata) contó con el aval del Congreso republicano. Los Estados Unidos jugaron también un papel estratégico en la democratización y diseño de la política económica de Japón hasta la firma del Tratado de Paz firmado en San Francisco en setiembre de 1951. A su vez, colaboraron en la reactivación de la industria japonesa para el aprovisionamiento de sus fuerzas armadas involucradas en la Guerra de Corea para contener la expansión del comunismo en Asia. Entre 1946 y 1946 los Estados Unidos aportaron 2.200 millones (20.000 millones a valores actuales). Estados Unidos y los organismos financieros internacionales apoyaron las políticas de transformación de la economía china implementadas por Deng Xiaoping a partir de 1980 cuando la RPC reemplazo a la República de China (Taiwán) en el FMI y el BM. El programa de asistencia técnica fue acordado en la reunión que mantuvo Deng Xiaoping con Robert McNamara en abril de ese año. Como China era considerado país de menor desarrollo, la Asociación para el Desarrollo aportó 10.000 millones hasta 1999, el IBRD contribuyó con 40.000 millones y la IFC con 14.000 millones. China también recurrió a la asistencia de Japón para solventar sus programas de inversión. En la actualidad, China aún reclama el status de países en desarrollo. El aporte financiero y el acceso a mercado de los Estados Unidos han sido decisivo para el desarrollo de Europa (1940), Japón (1950), Corea y Taiwán (1970/80), México (1990) e incluso China (1980/90). Esta cooperación tuvo por finalidad asegurarse aliados y contener la expansión de la Unión Soviética en Europa y Asia y en el caso de China intentar favorecer el cambio de régimen. Todos esos países pudieron graduarse con la excepción de México que, si bien recibió un importante flujo de inversiones, no realizó los cambios estructurales para transformarse en un polo de desarrollo que traccionara a los países de América Central. La disposición del gobierno de Trump hacia la Argentina, lejos de ser una extrañeza, pareciera formar parte de esos antecedentes en un período donde no se oculta la competencia geopolítica. El éxito podría convertirse en un ejemplo en una región cuyo desarrollo también justificaría las necesidades políticas del norte. Felipe Frydman es economista y diplomático.
Acceda a la nota web del medio ![]() |
||



