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27/10/2025 Clarin.com - Nota
La construcción de un mito Luis Tonelli Politólogo. Ddirector del Centro RA, Facultad de Ciencias Económicas, UBA Milei ha vuelto a ser el superhéroe recargado que demuestra precisamente quien es al resistir sucesivas y mortales ingestas voluntarias y suicidas de kriptonita. Mariano Vior El domingo pasado sucedió un acontecimiento que va más allá de los resultados electorales. Que va más allá de que La Libertad Avanza haya pintado de violeta el mapa político argentino y que le haya ganado al peronismo en la provincia de Buenos Aires. Que va más allá de la suba de las acciones bursatiles y la baja del dólar. El domingo pasado Milei volvió a ser Milei: ese fenómeno político indescifrable que vive, siente e interpreta una Argentina que sus exegetas tradicionales no parecen ya capaces de descifrar. Javier Milei fue el domingo el mismo Javier Milei que llegó a la Casa Rosada sin ningún tipo de organización atrás, armado con una motosierra del gasto público, otrora pianta votos. El mismo que, sin contar con legisladores, ni gobernadores ni intendentes consiguió gobernabilidad para implementar un ajuste brutal sin precedentes. El mismo que sacó de la galera un apoyo inédito del Gobierno de los Estados Unidos cuando ya, en voz no tan baja, se haba de Asamblea Parlamentaria. O sea, Milei revalidó un mito. Su propio mito. El del misterio de la construcción de su poder. El de la construcción de un “milagro” (el título que eligió para su soporífero libro electoral, frondoso en páginas que amontonan intervenciones, discursos y notas, y que si de algo no dan cuenta es precisamente de su milagro). No el milagro de un cambio de una Argentina que, con el tesón de un clavo enmohecido, se resiste para seguir siendo ella, a pesar de todos los aspavientos de cambio (incluso, a pesar de Milei). Finalmente, los populismos de izquierda derrochan pesos mientras los populismos de derecha derrochan dólares. Sino el milagro de sorprender. El milagro de aparecer como el dueño de la opinión pública. El milagro de poder mofarse con el consabido “No la ven”. El de ganar a pesar de todas las apuestas en contra. A pesar de la vergüenza ajena que genera en la mayoría de los que lo votaron pero que no se identifican con el squadrismo virtual y estético de Las Fuerzas del Cielo, ni con la elocuente afasia discursiva de la y los administradores de las efectividades conducente no gestual, ni con el desagradable anti wokismo extremo del que se ufanan Milei y los suyos. Tampoco jugaron en contra del Gobierno ni la interna feroz entre hermana-jefe y amigo del alma, entre los escándalos por sus interacciones amistosas con criptoembaucadores, o con miembros de los rangos más degradados de su odiada casta. Ni siquiera las denuncias de corrupción y relaciones flamígeras con narcotraficantes de colaboradores y políticos directamente ligados al cìrculo más ìntimo de poder. Milei ha vuelto a ser el superhéroe recargado que demuestra precisamente quien es al resistir sucesivas y mortales ingestas voluntarias y suicidas de kriptonita. Y se sabe que a los superhéroes no se les pide que hagan escuelas, que mantengan rutas, que abran negocios. Sino que a ellos se le piden nada más y nada menos que luchen contra el Mal. Lo primero que salta a la vista de las elecciones pasadas es el federalismo manifiesto del electorado argentino. Provincias en las que había triunfado el partido del gobernante local, se tiñeron ahora de violeta, caso Buenos Aires, Salta, Jujuy, Misiones y Santa Fe. La Libertad Avanza obtuvo más del 45% de los votos en aquellas gobernaciones ajenas que en estas elecciones aceptaron el sacrificio indio de abjurar de su identidad y ponerse la camiseta violeta; la Mendoza de Alfredo Cornejo, el Entre Rios de Rogelio Frigerio, la San Luis de Claudio Poggi, la Ciudad de Buenos Aires de Jorge Macri y Chaco de Leandro Zdero. Claro está que son en estas provincias donde aparecen los interrogantes sobre la absorción final de las expresiones locales en el sello de La Libertad Avanza. Y se consolidan baluartes provinciales, que más allá de su origen, expresan un personalismo hegemónico que trasciende su relación con el nivel nacional: la Formosa de Gildo Insfram y el Santiago del Estero de Gerardo Zamora, quien ha logrado que su jefe de gabinete llegue al gobierno, Elías Suarez, para él, desde el Senado, seguir en el poder. No contento con esto, se presentó por fuera del peronismo local, a quien controla, para sumar los dos senadores oficialistas y también el opositor. La sorpresa del triunfo en la provincia de Buenos Aires parece reforzar, sin embargo, un patrón exhibido en las elecciones pasada: el voto a La Libertad Avanza replica las características del voto que cosechaba Juntos por el Cambio antes de la irrupción libertaria. En este sentido, pierde el segmento del voto peronista que supo cosechar en el 2021 y en el 2023, pero lo compensa con creces atrayendo todo el voto no peronista, sin que el FP los recupere. La remontada hace recordar la de María Eugenia Vidal en el 2015, cuando entre PASO y Generales para gobernador sumó casi un millón de votos más- El factor simbólico de la sorpresa de un triunfo no previsto, que engrosa las escuetas bancas que tenía el oficialismo en el Congreso debe sumarse al agravamiento de la interna en el peronismo, dada la triple derrota que sufrió el proyecto de Axel Kiciloff, el kirchnerismo a nivel nacional, y los gobernadores peronistas que apostaron por un centro electoral que no existió. Las condiciones internas están dadas para que Javier Milei renueve el apoyo de la administración de Donald Trump y el de los mercados. Solo resta que su gobierno se dedique a una actividad a la cual no esta muy acostumbrada: a la incansable búsqueda del consenso necesario para emprender las reformas estructurales de las cuales depende la continuidad de la confianza que, pese a todo, ha sabido renovar en estas elecciones. Lejos de resolver la interna del PJ, este triunfo la agrava, por que le inyecta confusión e internismo.
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