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27/10/2025 Clarin.com - Nota

El papel de la innovación en el crecimiento económico
Eugenio Díaz Bonilla Economista
El tema del crecimiento es relevante para nuestro país ya que somos de los pocos países del mundo que no está creciendo desde hace casi quince años.

Mariano Vior
El Premio Nobel de Economía 2025 le fue otorgado a Joel Mokyr, Philippe Aghion, y Peter Howitt por haber mostrado el papel de la innovación (un término general que involucra la aplicación de ciencia y tecnología) en el crecimiento económico.
El año pasado el premio estuvo también centrado en la prosperidad económica, pero el foco estuvo en las instituciones que permiten crecer o no (el premio fue para Daron Acemoglu, Simon Johnson, y James A. Robinson). Parece razonable que, en medio de las incertidumbres mundiales, la Academia haya enfatizado nuevamente el crecimiento económico.
Este es un tema que ha preocupado a los economistas por lo menos desde Adam Smith, quien comparó las beneficios sociales y humanas del “estado de progreso” con los serios problemas del “estado estacionario” (es decir, que no crece).
Más recientemente, Robert Lucas, otro Premio Nobel de Economía, pero por un tema diferente de macroeconomía, en su famoso artículo “Sobre la Mecánica del Desarrollo Económico” (1988) dijo, hablando de las razones del crecimiento en países en desarrollo, que “las consecuencias para el bienestar humano que implican preguntas como éstas son sencillamente asombrosas: una vez que uno empieza a pensar en ellas, es difícil pensar en cualquier otra cosa.”
El tema del crecimiento es particularmente relevante para nuestro país, ya que, como mencioné otras veces, somos de los pocos países del mundo que no está creciendo desde hace casi quince años y, por ende, en 2024 nuestro ingreso por habitante fue menor que en 2011 (y según las proyecciones, seguiremos en esa situación en 2025).
En 2011 ningún país en América Latina tenía ingresos por habitantes superiores a la Argentina, medidos en dólares de poder de compra comparable (y solamente Trinidad y Tobago y Bahamas en el Caribe estaban algo por encima; datos del FMI). Pero en 2024 siete países de la región tuvieron un ingreso per cápita superior.
La mayoría, si no la totalidad, de los países con los que compartimos la poco honrosa distinción de haber caído en el ingreso per cápita, tuvieron guerras u otros shocks exógenos, mientras que nuestra declinación es fundamentalmente autoinfligida: empieza, como tantas veces he argumentado, no desde el estado imaginario que plantea Milei en el siglo XIX, sino en el quiebre de mediados de la década de los 1970s.
Por su parte, la caída reciente la origina Cristina Fernández cuando decide “ir por todo” en su segunda presidencia y distorsiona fuertemente la macroeconomía, problema que se ha complicado por las malas gestiones de los gobiernos posteriores hasta la actualidad.
Mi interpretación para Argentina del Premio Nobel del año anterior (que comenté en estas páginas en su momento), es un aspecto mucho menos mencionado, y que ni los mismos ganadores resaltan, sobre los problemas en sociedades fracturadas donde grupos compiten sin poder establecer un rumbo estable para la economía y la sociedad (los ejemplos que Acemoglu y Robinson mencionan, solamente de paso, en su conocido libro “Por qué las naciones fallan” fueron Colombia en el siglo XIX y varios países africanos post independencia).
En Argentina este tema se ha planteado como “el péndulo”, “el empate hegemónico,” y conceptos similares. Una solución que muchos venimos enfatizando, pero que lamentablemente no termina de plasmarse, es el surgimiento de un centro amplio y fuerte que permita generar consensos y estabilizar las políticas de estado.
Paso al Premio Nobel actual, y me centro en Joel Mokyr: recibió la mitad del premio por explicar por qué la Revolución Industrial tuvo lugar en el tiempo y en el lugar en que sucedió (el trabajo de Aghion y Howitt por el cual recibieron el premio es una presentación matemática sofisticada de la teoría Schumpeteriana de la “destrucción creativa”, que no voy a comentar acá).
Simplificando enormemente la riqueza de su análisis, Mokyr plantea, primero, que, si bien hubo invenciones y avances tecnológicos en China, India, y el mundo islámico en los siglos previos a la Revolución Industrial, estos nunca resultaron en crecimiento sostenido.
Por el contrario, la Revolución Industrial generó crecimiento sostenido 1) por el avance del “conocimiento proposicional,” que explica el “qué“ y el “por qué“ de las cosas, basándose en la ciencia (lo que estaba pasando en toda Europa y no solamente en el Reino Unido, donde los diferentes reinos competían por atraer esos científicos); 2) por el “conocimiento prescriptivo,” que explica los aspectos técnicos y prácticos de la aplicación de la ciencia (conocimiento que estaba incorporado en un amplio número de artesanos y trabajadores especializados, lo cual era más común en Inglaterra); y 3) por el Parlamento del Reino Unido que permitió concertar los intereses de los grupos que se beneficiaban y perjudicaban por el avance de las nuevas tecnologías.
Conclusión: si nuestro país quiere volver a crecer, hay que resaltar nuevamente el papel de la ciencia y la tecnología; resolver la actual macroeconomía distorsionada que está destrozando los bases del empleo de los trabajadores especializados que “aprenden y conocen haciendo;” y construir una cultura política de diálogo para articular los intereses contrapuestos que existen en cualquier sociedad. En este sentido, ayudaría que en nuestra Patria se superen dicotomías entre polos extremos. La pregunta entonces es ¿quiénes serían los “mokyristas” que nos puedan ayudar a superar las oscilaciones de péndulos estériles?


#37495645   Modificada: 27/10/2025 17:32 Cotización de la nota: $2.070.394
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