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23/10/2025 Ambito.com - Home

El nuevo "Frankenstein", obra deslumbrante y de madurez
Paraná Sendrós

Como inspirada en Rousseau , la joven Mary Shelley bien pudo decir “La criatura nace buena, la sociedad la pervierte”. En su novela nunca dice “monstruo”, sino “la criatura”. Se acerca sonriendo a su creador, pero éste la rechaza. Sale al mundo, quiere relacionarse con la gente y solo recibe insultos, palos y pedradas.
Comprende que es un hombre de aspecto espantoso, repulsivo, pero que también es inteligente. Sueños y recuerdos de otras personas —las varias personas de las que está hecho— viven en su cabeza y lo ayudan a entender.
Shelley lo imagina leyendo a Milton, Volney, Plutarco, Goethe. “El paraíso perdido” y “El joven Werther” lo conmueven. La soledad, el rechazo, lo amargan. Más que nada, el rechazo de su creador, el doctor Frankenstein . “Debía ser tu Adán, pero soy más bien el ángel caído a quien niegas toda dicha”, le dice con rabia y tristeza, y decide vengarse matando a los seres más queridos del otro.
Lo hace, se convierte en bestia maligna. El arrepentimiento de ambos solo podrá darse en las circunstancias más extremas, en el lugar más extremo. Shelley cuenta todo esto a través de un testigo, un capitán de barco que escucha primero a uno, luego a otro, y sabe cómo termina su vida cada uno. De esto el capitán saca una lección, y la pone en práctica.
La versión de James Whale , 1931, muy abreviada, inquietante y hermosa, inventa un sirviente del doctor, pinta a la criatura como un simple bruto, y pone su destino en manos de una turbamulta (rara casualidad, por aquel entonces todavía eran bastante comunes las quemas y linchamientos de personas a manos de turbas decididas a hacer “justicia” por mano propia).
Esa versión también expande con más detalle que el libro la etapa de experimentaciones del científico ansioso de parecerse a un Dios Creador. Dicho sea de paso, en España la película se presentaba con una advertencia previa de tono religioso, como lo recuerda Víctor Erice en “El espíritu de la colmena”, donde una niña se preguntaba por el monstruo solitario que podría estar oculto en las afueras de su pueblo.
Después vendría “La novia de Frankenstein”, 1935, tomando con atendible pero no total fidelidad unos capítulos de la novela de Shelley. Mucho después, la gozosa parodia de Mel Brooks “El joven Frankenstein” , 1974, que bromea con la versión de 1931 pero imagina para el bruto grandote un final feliz con matrimonio incluido (y más que feliz para su necesitada esposa). Y mucho después, “Frankenstein de Mary Shelley” , 1994, donde Kenneth Branagh es bastante fiel a la escritora en algunas partes, totalmente infiel en otras, agrega lo innecesario y se hace grandilocuente sin necesidad. El resultado no es tan fallido como dicen algunos, y la prueba es que ahora Guillermo del Toro toma varias de las invenciones y alteraciones de Branagh para hacer su propio “Frankenstein ”.
La diferencia está en la habilidad del realizador para hacer una obra deslumbrante sin que nada se le vaya de las manos, y es deslumbrante en todos sus aspectos, pero más que nada en la relectura de la novela y en el cariño que Del Toro tiene por los seres distintos que el mundo rechaza sin comprenderlos, sin siquiera intentar comprenderlos.
Por supuesto, también traiciona un poquito a Mary Shelley . El padre que ella imaginaba benevolente ahora es un padre seco, ensoberbecido, desamorado y exigente. Justo lo que necesitaba Del Toro para mostrar lo equivocado de cualquier enseñanza hecha a golpes, castigos y desconfianza. Más consigue con dulzura la suave Elizabeth, que en este caso no es la prometida sino la futura cuñada de Frankenstein, y además entomóloga.
Habiendo recibido su buen trato, no ha de ser el monstruo quien la mate. Bueno, en esta versión no mata ni una mosca, mejor dicho, mata unos lobos, unos cuantos marineros, pero no a Elizabeth. Y es muy lindo su intento de amistad con el viejo ciego en la cabaña.
La obra se extiende un poco, particularmente en la infancia, los desagradables desafíos en la Facultad de Medicina, la relación con un mecenas que ha hecho fortuna como traficante de armas (todo esto invención del director, igual que la singular escena de búsqueda de cadáveres en un campo de batalla cubierto de nieve).
Después vienen los experimentos inspirados en el fisiólogo Luigi Galvani , que estudiando los impulsos nerviosos del organismo se hizo pionero de la biofísica y la electroquímica. Bien, Frankenstein entendió a su manera el uso de material galvanizado. Cosas que pasan. Y al fin, luego de tantas vueltas, se despierta la criatura. Ahí empieza lo más interesante.
Queda para otro momento una versión que desarrolle cómo ese pobre infeliz fue aprendiendo a manejarse, a leer y pensar de modo abstracto, como da a entender Mary Shelley . Por ahora, ésta de Guillermo del Toro , pese a todas las libertades que se toma, es la película más cercana al espíritu de la novela. Y el final que le da, también un poco distinto, contiene ese espíritu, y emociona.
No es exactamente una película de terror, aunque algunos planos causen espanto. Es más bien, como corresponde, una historia sobre la relación entre padres e hijos, personas que se creen normales y otras que quisieran ser aceptadas como son, responsabilidades incumplidas, resentimientos que se vuelcan sin control, y el arrepentimiento y la necesidad de perdón que todo esto conlleva. Obra de madurez, podría decirse.
“Frankenstein” (México, EEUU, 2025); Dir.: Guillermo del Toro; Int.: Oscar Isaac, Jacob Elordi, Mia Goth, Christoph Waltz.


Imagen: ambito.com - ambito_espectaculos


#37230516   Modificada: 23/10/2025 17:18 Cotización de la nota: $529.812
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