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23/10/2025 Clarin.com - Nota

“Obrigracias” Luis Fernando Veríssimo...
Guillermo García Periodista
El escritor brasileño recientemente fallecido supo mostrar con humor un Brasil cotidiano y entrañable, y nos ayudó también a los argentinos a reconocernos.

Luis Fernando Verissimo, el escritor brasileño, murió a los 88 años el 30 de agosto pasado. Foto EFE
Murió hace poco el escritor gaúcho riograndense que, con humor, supo mostrar un Brasil cotidiano y entrañable, que nos ayudó también a los argentinos a reconocernos.
“Saudades”. Eso es lo que deja Luis Fernando Veríssimo. La palabra portuguesa define la ausencia y nombra la falta. Se fue un autor que escribía con una lupa que se volvía espejo, capaz de iluminar lo mínimo para explicar el todo.
Nos enseñaba a mirar a Brasil desde la intimidad, no el de las postales turísticas, sino el del día a día. La mesa compartida, la pareja que discute, el humor que baja tensiones —y hasta las mentiras que los hombres y las mujeres contamos— conforman ese Brasil múltiple que parecía varios países en uno, pero que en su prosa encontraba una sola voz.
Leer a Veríssimo fue una puerta de entrada a ese Brasil profundo y cotidiano que suele quedar lejos de las postales. Su humor hacía cercana una cultura distinta y, al mismo tiempo, próxima.
Veríssimo no era sólo el observador de lo doméstico. Fue, ante todo, un periodista. Hijo de Érico Veríssimo, gran novelista y diplomático, creció con la mirada abierta al mundo. Vivió en Francia y en los Estados Unidos, conoció el jazz y absorbió la cultura internacional, que luego se filtró en su literatura. Fue también autor de centenares de crónicas en los grandes diarios brasileños, donde mezcló humor, crítica y elegancia con naturalidad.
Algunos percibimos afinidades con Fontanarrosa, Arlt, Bioy Casares, Machado de Assis y el turco Orhan Pamuk. Pero su voz fue única: brasileña hasta la raíz y cercana a nosotros.
Estas obras bastan para comprobarlo:
El analista de Bagé, un psicoanalista gaúcho, primitivo, del sur de Brasil, en una parodia divertida del diván freudiano.
Las mentiras que los hombres cuentan, catálogo universal de excusas masculinas que cualquier argentino puede reconocer sin traducción.
Comedias de la vida privada, escenas familiares donde ternura e hipocresía conviven como en cualquier sobremesa rioplatense.
Borges y los orangutanes eternos, la parodia cariñosa que convierte a Borges en personaje y tiende un puente entre nuestras literaturas.
Borgianas, la crónica en la que alguien escucha caballos afuera y Borges corrige, solemne: “cebras”. Humor y erudición en estado puro.
A estas obras habría que añadir otro costado: el del gastrónomo. Veríssimo fue un gran sibarita y dedicó libros enteros al paladar. En La mesa voladora convirtió la comida y el viaje en escenarios de humor e ironía; en El club de los ángeles, abordó la gula como pecado literario y como placer compartido. Allí, sus personajes morían uno a uno, víctimas del exceso en comidas refinadas y absurdas: metáfora de cómo el deseo, llevado demasiado lejos, roza lo cómico y lo trágico a la vez.
El Verissimo Bar, en São Paulo, transforma su literatura en menús de comida de autor. Comer allí es como leerlo de nuevo: plato tras plato, cultura y humor servidos en la mesa. En este caso, nadie parte al más allá.
Veríssimo nos enseñó que el humor no es superficialidad, sino una forma de afecto. Que lo profundo puede caber en dos páginas. Que la vida privada también es política. Y que entre argentinos y brasileños no hay sólo rivalidad futbolera: hay una semejanza íntima en la manera de reírnos de nosotros mismos.
“Obrigracias”, maestro. El Club de los Ángeles ganó un cronista.


#37227663   Modificada: 23/10/2025 16:47 Cotización de la nota: $2.070.394
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