|
23/10/2025 Clarin.com - Nota
De U2 a Javier Cercas: cómo el arte contó el poder y los temblores del Congreso Nicolás Pichersky Irlanda revisa una masacre que aún divide al país y España enfrenta el recuerdo del intento de frenar su democracia. U2 y Javier Cercas muestran cómo el arte puede contar lo la historia en menos de cinco minutos. Bono canta “Sunday Bloody Sunday” en un show de U2, la canción que marcó una época. ¿La historia se repite? Tal vez. Pero cambia de banda sonora. Este jueves, Irlanda del Norte absolvió al único acusado por la masacre del Domingo Sangriento , medio siglo después de aquella marcha que terminó a tiros. En España , agoniza el hombre que quiso frenar a balazos la democracia recién nacida . Medio siglo después, la realidad vuelve a sincronizarse con una canción y un libro: "Sunday Bloody Sunday", de U2 , y Anatomía de un instante , de Javier Cercas . Dos obras que probaron lo mismo: que toda una historia puede contarse en cinco minutos o en un solo instante. El “Soldado F”, único paracaidista británico que llegó a juicio por la matanza de Derry en 1972 , fue absuelto. Trece muertos; quince heridos. Medio siglo de espera por una respuesta que no llega. Las familias escucharon el fallo con la misma mezcla de furia y resignación con que Irlanda canta Sunday Bloody Sunday . Sin embargo Bono no escribió un panfleto: compuso una plegaria con ritmo militar y culpa católica. “¿Cuánto tiempo tendremos que cantar esta canción?”, pregunta el estribillo . Medio siglo después la pregunta queda en el aire. El crítico británico del diario The Guardian, Dorian Lynskey —autor de 33 revoluciones por minuto , libro que recorre la historia política de las canciones protesta— señala que Sunday Bloody Sunday no era un llamado a las armas sino un “pacifismo militante” articulado desde la tensión del redoble; su fuerza está en el riff y en la narración, no en el panfleto. En Belfast la canción sonó como una crónica: nadie la gritó, la escucharon. Y la batería de Larry Mullen marcó el pulso: tatá–tatá–tatá, marcha que obliga a mirar y recordar. Mientras en Belfast se cerraba un juicio, en Madrid volvió a sonar el nombre de Antonio Tejero . Aquella tarde del 23 de febrero de 1981 duró literalmente breves minutos en que la democracia fue puesta a prueba en su hemiciclo. Teniente coronel, pistola en mano, Tejero irrumpió y gritó: “¡Quieto todo el mundo!”. La imagen quedó: diputados en el suelo, taquígrafos y ujieres tirados, un presidente en funciones que no se tiró al suelo. Cercas no reconstruye el golpe como manual; lo congeló. Como él mismo lo coloca desde el inicio: “ Este libro no es una ficción. Este libro es la anatomía de un instante : el instante en que Adolfo Suárez permaneció sentado… mientras las balas zumbaban a su alrededor en el hemiciclo…” El escritor español Javier Cercas, autor de "Anatomía de un instante". Esa frase es la brújula del libro: no busca novelar el golpe, sino entender qué significa que un presidente no se mueva cuando todo el resto se abalanza al suelo. Cercas admite que quiso escribir una novela, que la realidad le ganó y que, resignado, decidió contarlo. Quiénes quedaron quietos: Adolfo Suárez (presidente en funciones), Manuel Gutiérrez Mellado (vicepresidente y general reformista) y Santiago Carrillo (líder comunista). Los tres, fotografiados como si fueran estatuas en un plano fijo: valor, miedo y democracia filmados en plano secuencia . Javier Cercas trazó esa escena con la frialdad de un cronista y la mirada de un novelista: gesto y tiempo, no eslogan. Todo pasa rápido. En pocos minutos, como en Adolescence, esa serie filmada en plano secuencia, sin cortes, donde la cámara sigue cada gesto y el espectador siente que está dentro de la historia. Así también cuentan U2 y Javier Cercas . Uno con una batería que no se detiene; el otro con una cámara imaginaria que no parpadea. La canción avanza con ritmo; la novela se queda quieta. Pero las dos logran lo mismo: atrapar el segundo exacto en que el poder se tambalea y el tiempo se suspende. El crítico británico Dorian Lynskey lo resume bien: las canciones que sobreviven no lo hacen por su mensaje, sino por su humanidad. Anatomía de un instante comparte esa lógica. Cercas narra el intento de golpe de Estado como si fuera un plano secuencia , sin montaje ni pausas, dejando que el lector vea cómo todo sucede en tiempo real, como si estuviera en el Congreso . Derry o Madrid, Irlanda o España: cambia el escenario, no la sensación. La historia regresa como un loop: redoble, disparo... silencio. Medio siglo después, Irlanda absuelve al último acusado del Domingo Sangriento y España vuelve a mirar el recuerdo de su golpe fallido. Dos escenas separadas por fronteras, pero unidas por lo mismo: la dificultad de cerrar el pasado. U2 y Javier Cercas lo entendieron antes que nadie . En 5 minutos o en una sola página mostraron que el poder puede tambalear, pero también que la memoria —cuando se la cuenta bien— no envejece.
Acceda a la nota web del medio ![]() |
||



