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22/10/2025 Cronista.com - Nota

EL CRONISTA COLUMNISTAS GEOPOLITICA OPINIÓN
La era de la policrisis: por qué su estrategia de negocios ahora es geoestrategia
Pablo Héctor Plá - Profesor de Estrategia y Geopolítica en IAE Business School y asesor internacional en estrategia
El consenso post-Guerra Fría ha colapsado. Vivimos en una era de policrisis, donde la competencia sistémica entre grandes potencias, la fragmentación económica y los shocks climáticos convergen. ¿Querés dejar tu opinión? Registrate para comentar este artículo.

"Usted puede no estar interesado en la geopolítica, pero la geopolítica está interesada en usted." Esta advertencia, emitida por miembros de la alianza de inteligencia Five Eyes, ya no es una predicción; es el diagnóstico del nuevo paradigma empresarial . El consenso post-Guerra Fría ha colapsado. Vivimos en una era de policrisis, donde la competencia sistémica entre grandes potencias, la fragmentación económica y los shocks climáticos convergen.
Hoy, las decisiones tomadas en Washington, Pekín, Bruselas o Moscú desencadenan efectos sistémicos inmediatos sobre valoraciones de mercado, acceso a capital y la viabilidad misma de las cadenas de suministro globales. Para el CEO contemporáneo, la geopolítica ha dejado de ser un factor exógeno para convertirse en la variable central de la ecuación estratégica.
Como observó Henry Kissinger, "el estratega no analiza episodios aislados, sino su relación con un contexto cambiante". En 2025, la comprensión profunda de las fuerzas tectónicas que fracturan el tablero global define la diferencia entre liderar el mercado y la obsolescencia estratégica.
El costo de la inacción ya no es marginal; es existencial. La conclusión es ineludible: ya no basta con gestionar operaciones o mercados; hay que dominar la gestión de contextos.
El nuevo cálculo global: decoupling, de-risking y el ascenso del Sur Global
El índice mundial de incertidumbre se mantiene en niveles récord, pero la naturaleza de esa incertidumbre ha mutado. No se trata de volatilidad cíclica, sino de una reconfiguración estructural. El decoupling (desacoplamiento) tecnológico entre Estados Unidos y China, los conflictos persistentes en Ucrania y Oriente Medio, y el resurgimiento agresivo de políticas industriales (como la Ley CHIPS en EE.UU.) están redibujando el mapa de la competitividad.
Más del 70% de los CEOs consultados por Deloitte y Fortune identifican la geopolítica como el principal disruptor. La respuesta corporativa es tangible: la migración masiva hacia estrategias de friendshoring (deslocalización en países aliados). Apple proyecta que el 25% de su producción de iPhones se realizará en India para finales de 2025, y México se consolida como el hub industrial preferente para Norteamérica.
Sin embargo, la reconfiguración va más allá de la manufactura. La carrera por asegurar recursos críticos está revalorizando geografías previamente periféricas. América Latina, en este contexto, emerge como un pivote estratégico.
El giro argentino: un nodo emergente para la seguridad occidental
Un caso paradigmático es Argentina. Ejecutando un giro geopolítico decisivo, su reciente y profundo acuerdo de cooperación económica y de defensa con Estados Unidos la posiciona como un socio potencialmente clave en la arquitectura de seguridad económica occidental. 
En un mundo que demanda seguridad energética y materiales para la transición verde, Argentina ofrece una tesis de inversión atractiva para corporaciones globales que buscan un de-risking (reducción de riesgos) estratégico.
El país posee activos de clase mundial: reservas críticas de litio y cobre; energía abundante (Vaca Muerta); un complejo agroindustrial altamente sofisticado capaz de garantizar seguridad alimentaria global; y, crucialmente, una industria del conocimiento resiliente y competitiva. 
Este ecosistema de talento, aplicable desde la inteligencia artificial hasta la bioeconomía, convierte a Argentina en un nodo confiable para cadenas de suministro seguras fuera de las zonas de tensión.
El imperativo del CEO: institucionalizar la Foresight Geoestratégica
Según EY, tres de cada cuatro directorios globales ya discuten el riesgo político. Pero la discusión no es suficiente; se requiere integración operativa. Las decisiones de inversión, M&A y expansión dependen hoy tanto de la alineación geopolítica como del VAN proyectado.
Integrar la dimensión geoestratégica significa anticipar escenarios y diseñar opcionalidad. Siguiendo los principios de la "buena estrategia" de Richard Rumelt -diagnóstico claro, política rectora y acción coherente-, proponemos un marco de cinco imperativos para el C-Suite:
Estas prácticas transforman la incertidumbre en ventaja calculada. Como señala Michèle Flournoy, ex subsecretaria de Defensa de EE.UU., las organizaciones que prosperan son aquellas que "ponen el futuro en la mesa". Esa disciplina permite que, cuando  el entorno se sacude, la empresa reaccione con agilidad y propósito, no con pánico.
De la amenaza a la ventaja competitiva
La geopolítica ya no es dominio exclusivo de cancillerías; es la nueva frontera de la ventaja competitiva. Las empresas que mejor se adaptan no son las que se protegen detrás de muros, sino las que construyen puentes selectivos hacia entornos previsibles, alianzas confiables y valores compartidos.
El nuevo liderazgo exige una visión bifocal: gestionar las crisis inmediatas mientras se construyen las ventajas del mañana. Un CEO que domina los marcos geopolíticos no solo protege el valor de su empresa; amplía su influencia, atrae capital paciente y fortalece la licencia social para operar.
La evidencia es contundente: las compañías que alinearon proactivamente sus operaciones con la estabilidad institucional demostraron menor volatilidad financiera y mayor previsibilidad logística. En contraste, la dependencia de regiones en tensión generó destrucción de valor. 
La lección es clara: en un mundo fragmentado, la ventaja estratégica surge de la anticipación coherente, no de la reacción espasmódica. Como concluyó un reciente informe de Goldman Sachs, "comprender la geopolítica permite convertir la turbulencia en una ventaja."
Esa es la tarea del número uno contemporáneo: entender que dirigir una empresa en el siglo XXI exige pensar como un estratega global y actuar con precisión quirúrgica. Porque en la nueva era, la sala del directorio es el lugar donde la estrategia de negocios y el arte de gobernar convergen.
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