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21/10/2025 LaNacion.com - Noticias

Sobrecarga: cuando el sótano del Teatro Colón se vuelve un gimnasio de crossfit plagado de tensiones

La propuesta de la artista multidisciplinaria Melisa Zulberti, que estrena esta semana, reúne a bailarines, pesistas y hasta un luchador profesional

Sobrecarga es una experiencia coreográfica y de artes visuales, dirigida por la performer argentina Melisa Zulberti
Delfina Pignatiello
Domingo, 17 horas. Último ensayo (o entrenamiento) sin público de Sobrecarga, propuesta de Melisa Zulberti, en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC). El último trabajo de esta creadora multidisciplinaria fue Posguerra, la primera obra argentina seleccionada por la Bienal de Venecia que se estrenó en el 18° festival de danza contemporánea y que luego se presentó en la última edición del FIBA. En sus trabajos, la fusión de las artes escénicas con lo audiovisual, la tecnología, la música original y la creación de estructuras cinéticas es algo que siempre ha estado presente en las producciones de esta bailarina y coreógrafa de danza contemporánea.
Casi en penumbras, el equipo de trabajo va ajustando la compleja maquinaria en la que un film original -grabado en el mismo Colón y que se proyecta en tres de las paredes del inmenso sótano- tiene su continuidad en el espacio central del CETC con una acción performática en vivo de suma complejidad. Algunos de los intérpretes del film que no da respiro son los que luego coparán el espacio central.
En las obras de Melisa Zulberti lo coreográfico se cruza con las artes visuales, el cine y la música
María Bessone
Cuando desde el jueves 23 de octubre esta gran maquinaria de ficción abra sus puertas al público, el espectador recibirá una tarjeta que es la misma que reciben los nueve actores de la película al ingresar a una fiesta en la que todo se descontrola, se tensiona, se distorsiona, se erotiza, se violenta. El mismo guardia que se encarga de la seguridad de esa fiesta descontrolada es el que irá acomodando a los espectadores cuando ingresen al CETC. La música compuesta especialmente e interpretada en vivo por Julián Tenembaum promete ser otro elemento unificador de este universo en tensión constante.
El proyecto viene desplegando sus formas desde hace ocho meses. En los inicios, Melisa Zulberti cuenta que había imaginado construir una pileta, con los dos performers en vivo en ella. Se trajo la pileta, se la llenó de agua, se la montó en el sótano del Colón, pero ya habían pasado dos meses de ensayo sin ella, y la pileta imaginada cambiaba buena parte de lo ya trabajado. “Desechamos esa posibilidad y nos centramos más en el eje en movimiento de esa estructura que llamamos asta”, apunta.
Ubicada en el centro del CETC, tres pisos abajo de uno de los salones laterales de Colón, allí se instaló esta estructura giratoria compuesta por una barra de cuatro metros de largo ubicada a 1,10 del escenario con un eje central y ruedas en sus extremos. Cuerdas y poleas de por medio, quien la hace girar es una de las perfomers. Para poder ensayar con este dispositivo constitutivo de la acción en vivo construyeron una maqueta. “Necesitábamos desarrollar toda una partitura para permitirles a los dos bailarines ganar fuerza, resistencia y adquirir seguridad con el elemento”, cuenta Zulberti a LA NACION una vez finalizada la pasada o jornada de entrenamiento, como se quiera.
Es que lo deportivo atraviesa toda esta maquinaria. Así es como el CETC bien podría ser un gimnasio de crossfit. De hecho, el grandote de seguridad es Damián Pleitto Castillo un luchador profesional que fue también actor en la serie El marginal y custodio de los músicos Ozzy Osbourne, Keith Richards y Paul McCartney, toda gente acostumbrada a la sobrecarga, a las presiones. En las redes se lo conoce como “El patovica de Tik Tok”. Desde el jueves, su personaje velará por la seguridad de Sobrecarga.
El grandote de Damián Pleitto Castillo, luchador y "patovica" de seguridad, es uno los performers que aparecen tanto en la pantalla como en la acción en vivo
Delfina Pignatiello
Nora Koppel es quien en la película ocupa un cuadrilátero para pelearse muy duro con otra de la invitadas de la fiesta. En la secuencia en vivo es la que manipula de las sogas para hacer mover esa desafiante barra de cuatro metros que gira permanentemente. Nora practica la halterofilia (levantamiento de pesas). Representó a nuestro país en los Juegos Olímpicos de Sídney y obtuvo el Campeonato Mundial Master 2023 para mayores de 35 años. “Siempre me gusta pensar en cuerpos de mujeres fuertes. En esta obra, que habla de esos sistemas o espacios de sobrecarga y de explotación, hay cuerpos que quedan afuera de todo eso. Nora, por su profesión y por su edad, ya que no puede competir más. Pero ahora tiene la capacidad de seguir y resignificar toda esa trayectoria al servicio de una propuesta artística”, apunta Melisa, la entrenadora de esta deportista devenida en artista.
De chica, Koppel quiso ser bailarina clásica. Su madre la llevaba al Colón. Intentó entrar al Instituto Superior de Arte, pero su cuerpo le jugaba en contra, ya imponía respeto. En cierto sentido ahora está por cumplir su sueño de actuar en el Colón.
Nora Koppel, la pesista tucumana y performer de Sobrecarga, representó a nuestro país en dos Juegos Olímpicos
María Bessone
Los dos performers cuyos movimientos están definidos por esa desafiante asta que no para de girar son Hernán González y Alejandro Aguilar. De joven, el primero fue gimnasta de competición, hasta que empezó a ver videos de danza en YouTube. Estaba terminando la secundaria, se anotó en Relaciones Públicas, pero todas aquellas coreografías descubiertas en su celular le quedaron dando vueltas en la cabeza en un momento de la vida en que se sentía un tanto perdido (o sobrecargado, tal vez, de futuros perfectos). “Tomé una clase de danza para distender y ver qué pasaba, y me gustó un montón”, cuenta luego de la pasada, mientras intenta recuperarse de semejante despliegue físico.
Su desafiante y su complemento en la escena en vivo es Alejandro Aguilar, peruano de nacimiento, que vive en nuestro país desde los 18 años gracias a una beca de la Fundación Julio Bocca. En el proceso se dio cuenta de que su nicho era la danza contemporáneo mientras completó su formación en la Unsam. “La primera dificultad fue resolver la exigencia física que implica moverse en ese círculo a partir de las distintas velocidades del asta. Hubo que trabajar la resistencia muscular tanto como la respiratoria, con la ayuda de Nora Koppel”, señala Aguilar.
Alejandro Aguilar y Hernán González, los dos bailarines que debieron entrenar duro para sostener una hipnótica secuencia de unos 8 minutos
María Bessone
En medio del exigente despliegue físico, ambos reconocen que debieron entrenarse mentalmente para resolver esa secuencia de ocho minutos. “En medio de esa escena, de repente ves el asta que te viene y podés dejarla pasar, pero sabés que al toque te viene la otra. Hubo que practicar mucho la agilidad mental para resolver esa situación”, apunta González sobre mecanismo, casi del orden de las artes circenses. Saben que si uno de ellos trastabilla, el otro, en segundos, debe readaptarse a lo sucedido.
Al comienzo de Sobrecarga, el público se ubicará en los pasillos laterales del Centro de Experimentación del Teatro Colón para ver la parte fílmica de esta propuesta
María Bessone
Durante los ensayos se pegaron varios palos (y no hay metáfora en la expresión). González terminó dos veces con la nariz sangrando. Aguilar debió lidiar con un esguince leve de un dedo de la mano. Y, claro, infinidad de machucones varios. Y hubo llantos. “Al ser algo tan físico se abren puertas que te interpelan -comenta el exgimnasta-. Estar con Alejando, resistiendo juntos en ésta, conectados siempre con Nora y con la música de Julián Tenembaum me trajo miles de asociaciones sobre mi propia vida. Sobrecarga es un humano resistiendo un sistema que insiste, mientras que el cuerpo resiste. Por eso he llorado un montón, sin que sea algo malo”.
Un exgimnasta, un bailarín y una exatleta olímpica en el sótano del Colón
María Bessone
Cuando, sin ánimo de recargar el peso de Sobrecarga se les pregunta qué les pasa con estrenar en el Teatro Colón, cada uno apunta sus sentires. “Genera ansiedad, nervios y ganas también. Todo junto, demasiado junto”, se ríe con nervios y ganas González. “Ya queremos que lo vea el público”, dice Aguilar, “que salga para afuera. Hay miedo, pero de los lindos”. Zulberti concluye: “Y... Para mí, claramente, es una sobrecarga trabajar en el Colón. Es la primera vez que trabajo en una institución, con todo lo que ello implica. Fue organizar mi obra y mi trabajo en función de áreas establecidas dentro de la estructura del Teatro. Normalmente hago todo en mi taller y, luego, lo traslado a una sala. En este caso, fueron ocho meses trabajando acá y filmando la película en contacto con todas las áreas del Teatro".
A diferencia de otros títulos del CETC, Sobrecarga tendrá un temporada extendida, de nueve funciones. A diferencia de las otras producciones de Melisa Zulberti, al tratarse de una producción del mismo Colón el futuro de esa complejo andamiaje que mixtura lo visual con la acción en vivo dependerá de la misma institución.
La barra de cuatro metros de largo, a la que llaman asta, está todo el tiempo girando sobre su eje mientras los performers se desplazan en el círculo
María Bessone
A las 18.30, el sótano del CETC devenido casi en un gimnasio de crossfit se toma una pausa, pero muy breve: los deportistas de este accionar coreográfico tan simple como complejo seguirán ajustando detalles en unos minutos.
Sobrecarga. Funciones: de jueves a sábado, de esta semana, a las 20.30; del martes al sábado de la siguiente, en el mismo horario y el domingo 2 de noviembre, a las 18. Sala: CETC, Libertad 621. Entradas: 25.000 pesos
Teatro ColónPerformanceDanza contemporánea


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