21/10/2025 Clarin.com - Nota
Antes que la IA, el Arte generativo de Eduardo Mac Entyre y Miguel Ángel Vidal mantiene su sensibilidad intacta Virginia Fabri Son dos pioneros argentinos que usaron líneas, figuras y códigos para conectar el arte con el cosmos, y crearon el "arte generativo". Con curaduría de María José Herrera, exhiben 37 piezas en la Casa de Victoria Ocampo del Fondo Nacional de las Artes (FNA). Confluencias. En primer plano, el óleo que Mac Entyre expuso en la VI Bienal de San Pablo, 1961 y en la muestra Arte Generativo, en Rio de Janeiro, 1962. Con fondo carmín, dos obras de Vidal. En los años 50, mientras el mundo empezaba a pensar en computadoras y algoritmos, Eduardo Mac Entyre (Buenos Aires, 1929- 2014) y Miguel Ángel Vidal (Buenos Aires, 1928- 2009) exploraban la geometría como puerta al universo invisible. No buscaban copiar la realidad; querían generarla. Sus obras son fórmulas vivas, líneas que respiran y vibran. El Fondo Nacional de las Artes (FNA) las reúne en Arte Generativo, el futuro a crear ; una muestra curada por María José Herrera que viaja hacia el origen de esta corriente que reanima su misterio en una combinación precisa entre creación pura, ciencia y espiritualidad . Entre proporciones áureas y computadoras IBM. Forma Generada en 3 ejes, ca. 1962, de Eduardo Mac Entyre. Óleo sobre tela, 170 x 220 cm. Colección Fondo Nacional de las Ar. 1962 Óleo sobre tela. Colección Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires. En la Casa Victoria Ocampo del FNA, la exposición revive la aventura espiritual de dos artistas que soñaron con engendrar el futuro , a través de 37 obras –pinturas, dibujos y serigrafías– desde las primeras piezas exhibidas en 1960 en la Galería Peuser de Buenos Aires, hasta las expuestas en Río de Janeiro en 1962, en diálogo con la física cuántica y la matemática. Más que corriente estética, el arte generativo fue un manifiesto místico : buscaba en la geometría una puerta al orden cósmico. A medio camino entre la intuición y el cálculo, entre la ciencia y el espíritu, nacido del arte geométrica en 1959, se anticipó al presente con una audacia metafísica. Como declara en su manifiesto fundacional, escrito por Vidal, Mac Entyre y el teórico Ignacio Pirovano: “Generativo, dícese de lo que tiene la virtud de engendrar…” Y lo que engendraban esas líneas eran mundos. Una geometría que no termina, que se expande, que genera nuevas formas y luces a partir de una sola línea. Eduardo Mac Entyre (Buenos Aires, 1929_ 2014) Retrato, 2012, en su estudio junto a su obra Curvas generando luz y color 100 x 100 cm acrílico sobre madera. En la sala central de la muestra, Sin título (1959) de Eduardo Mac Entyre –una de las piezas exhibidas en la histórica muestra de Galería Peuser en 1960– se construye sobre un fondo rojo indio. Allí, un círculo perfecto flanqueado por dos más pequeños (creados con compás) genera un eje desde el cual irradian líneas rectas. El ojo las sigue como si fuera un destino. Hay algo de la cosmovisión antigua en esta pintura, al estilo de un códice sagrado. Cristian Mac Entyre, hijo Eduardo y destacado artista visual, desliza una clave poderosa, en diálogo con Ñ . “Mi padre encontró inspiración en el arte de los aztecas, quienes empleaban la curva como elemento esencial de su cosmovisión. Ellos la usaban para reflejar las fuerzas invisibles que guían el movimiento de los astros, los ciclos de la naturaleza, la interacción entre el caos y el orden”. Miguel Ángel Vidal (Buenos Aires, 1928_ 2009) Retrato, 1990, junto a su obra Pintura generativa 145 x 145 cm óleo sobre madera, 1960. Mac Entyre reinterpretó ese simbolismo ancestral a través de la geometría moderna . La curva, en sus obras, más que una forma fluida, es una fuerza cósmica dibujada. Un hilo invisible que une civilizaciones. Más alejada en el espacio, la obra Cuadrado al infinito. Formas en movimiento (1963), de Miguel Ángel Vidal, parece activar el tiempo. Sobre una superficie roja, una constelación de líneas blancas dibuja cuadrados dentro de cuadrados que convergen, estallan, se fugan. Hay una luz interna, no pintada sino sugerida, que parece emanar del cruce entre las formas. Una geometría hipnótica, que vibra como un mantra visual. Muestra de Arte generativo en la galería Peuser, 1960. Al respecto, Alejandro Vidal, hijo de Miguel Ángel, explica: “Junto con los postulados del manifiesto, la intención de mi padre era movilizar espiritualmente al receptor de la imagen. Su búsqueda, que tenía un correlato en la obra de grandes pensadores, apuntaba a que el espectador genere sus propias vibraciones espirituales, a partir de descubrir la interacción de la línea y el plano integrados en el color, pero sobre todo tenía que ver con el sentido universal del arte”. ¿Puede una línea contener lo eterno? ¿Puede una curva ser un puente entre lo visible y lo invisible? Eduardo Mac Entyre y Miguel Ángel Vidal creían que sí. Ambos se inspiraron en el uso de formas puras y proporciones matemáticas del pintor belga Georges Vantongerloo y en la espiritualidad geométrica de Kandinsky y Paul Klee , que consistía en usar formas, líneas y colores abstractos para expresar realidades invisibles como el alma, el cosmos o estados interiores. Arte generativo La influencia de las lecturas por parte de Mac Entyre desde Krishnamurti al filósofo austríaco Rudolph Steiner , creador de la antroposofía –para quien la geometría era una expresión visible de las leyes espirituales–, se hicieron presentes en su obra y también dejaron huella en la obra de Vidal. En su obra las formas no son decorativas: son emanaciones de energía . Líneas que giran, chocan, se repiten con precisión casi monástica, generando patrones que remiten a la proporción áurea y la sucesión de Fibonacci: una matemática que no calcula, revela. “El arte generativo es una geometría del alma que genera estados de consciencia”. A la izq., una obra de Vidal expuesta en la Galería Peuser, 1960 y Río de Janeiro; a la der., la Mac Entyre que la acompañó. “En el acto performático de superponer líneas, se producen focos de luz. No hay vacíos, hay cosmos en expansión. Esas composiciones son ecos visuales del comportamiento de ondas magnéticas, sonoras, lumínicas, composiciones que representan un cosmos en permanente transformación”, lo define María José Herrera con precisión casi chamánica. En 1969, cuando los laboratorios aún olían a polvo y a cinta magnética, el CEAC –futuro CAYC (Centro de Arte y Comunicación, creado por Jorge Glusberg)– propuso una alianza improbable: artistas y computadoras. De esa fusión nació “Arte y Cibernética”, y con ella, un nuevo vértice del arte generativo: el que unía el algoritmo con el espíritu. Eduardo Mac Entyre, Buenos Aires, 1929- 2014. Sin título, 1969 Impresión digital sobre papel. Lejos de un culto a la máquina, los artistas lo entendieron de otro modo. Vidal lo dijo en Clarín: “Esto lo hemos presentido”. Y Mac Entyre completó: “La máquina ayuda a pensar, pero el hombre pone su energía espiritual y su parte sensible”. Los primeros softwares eran rudimentarios, pero algo vibraba en esa traducción de las formas al código. Las obras dejaban de ser solo lienzo: eran sistemas vivos, series que nacían de una lógica. La sala del Fondo Nacional de las Artes. Rafael Squirru , el crítico que apoyó desde el inicio al grupo, decía que “mientras los científicos lanzaban el Sputnik, los artistas afinaban las antenas de su sensibilidad para captar ese nuevo espacio del hombre moderno”. Esa sensibilidad sigue vigente. Porque el arte generativo es una forma de percibir la vida como un entramado de relaciones, vibraciones y silencios . Una espiritualidad que no necesita símbolos, porque los crea. Se trata de dejarse atravesar por esa geometría que, al igual que el universo, se expande en silencio. Arte Generativo, el futuro a crear, de Eduardo Mac Entyre y Miguel Ángel Vidal, permanecerá abierta hasta el lunes 10 de noviembre. De lunes a viernes de 11 a 19 y el sábado 8 de noviembre de 20 a 2 am, durante La Noche de los Museos. En la Casa Victoria Ocampo del FNA, Rufino de Elizalde 2831, CABA.
Acceda a la nota web del medio ![]() |
||