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21/10/2025 BaeNegocios.com - Nota

Siete minutos en el Louvre: así fue el robo de las joyas de la Corona francesa
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París amaneció tranquila el domingo 19 de octubre. Las luces del Louvre reflejaban el cielo gris sobre el Sena, y el flujo de visitantes comenzaba a llenar los pasillos de la pinacoteca más visitada del mundo. Nadie imaginaba que, en cuestión de minutos, el museo viviría el mayor robo de su historia moderna: el asalto a las joyas de la Corona francesa , un episodio que ya se compara con el robo de la Gioconda en 1911.
A las 9:30 de la mañana, cuatro hombres con rostros cubiertos y precisión militar iniciaron la operación. Dos llegaron en motos de gran cilindrada, mientras otros dos lo hicieron en un vehículo utilitario. En apenas unos segundos, desplegaron una escalera mecánica portátil junto a la fachada que da al Quai François Mitterrand, sobre el río Sena. El museo acababa de abrir sus puertas y el movimiento de turistas disimulaba la entrada del comando.
La entrada a la Galería de Apolo
El acceso se produjo por un balcón lateral que conecta con la Galería de Apolo, una de las salas más majestuosas del Louvre , donde se exhiben las reliquias de la monarquía francesa. Armados con herramientas industriales, los ladrones amenazaron a los agentes de seguridad y los obligaron a retroceder. En cuestión de segundos, rompieron las vitrinas blindadas con radiales y extrajeron nueve piezas históricas.
El sonido de las sierras fue ahogado por el ruido ambiental y el flujo de visitantes. Algunos testigos escucharon un estruendo metálico, pero creyeron que se trataba de una obra de mantenimiento. Los guardias, sorprendidos y sin tiempo para reaccionar, activaron el protocolo de emergencia mientras los asaltantes cargaban los cofres de joyas.
A las 9:35, la alarma se activó en una de las salas de control, pero no está claro si el sonido se propagó a toda la galería. Los ladrones, expertos y conocedores del sistema de seguridad, aprovecharon la confusión. En menos de cinco minutos, ya habían conseguido lo que buscaban.
Siete minutos para la historia
Cuando el reloj marcó las 9:38, el comando emprendió la huida. Antes de escapar, intentaron incendiar la escalera mecánica utilizada para ingresar, con la intención de borrar rastros. Luego montaron dos motos Yamaha TMAX —capaces de alcanzar más de 160 km/h— y se perdieron entre las calles estrechas del centro de París rumbo al sur, hacia la autopista A6.
El golpe completo duró apenas siete minutos. Siete minutos que bastaron para vulnerar uno de los recintos más seguros del planeta y dejar a Francia sin parte de su legado histórico.
Horas después, la ministra de Cultura, Rachida Dati, y el ministro del Interior, Laurent Nuñez, confirmaron que se trataba de un grupo profesional que había hecho un reconocimiento previo del terreno. La fiscal Laure Beccuau describió la acción como “una operación planificada y coordinada por un comando especializado”.
Las joyas perdidas de Francia
El botín robado no puede medirse en euros. Entre las piezas sustraídas figuran una diadema de zafiros , un collar de esmeraldas regalado por Napoleón a María Luisa de Austria, dos pares de pendientes , un broche relicario de la emperatriz Eugenia de Montijo y una tiara de perlas. Todas formaban parte de la colección real exhibida en la Galería de Apolo.
Cada joya guarda una historia. El collar de esmeraldas, con más de 1.000 diamantes, fue un obsequio imperial de bodas; la diadema de Eugenia fue usada durante las recepciones reales en Versalles; y el broche relicario contenía reliquias sagradas, símbolo de la devoción católica de la emperatriz.
“Son piezas únicas, el orgullo natural de Francia ”, lamentó el experto en arte Arthur Brand , quien calificó el hecho como “un desastre nacional”.
Durante la huida, los ladrones perdieron una de las joyas: la corona de Eugenia de Montijo , adornada con 1.354 diamantes y 56 esmeraldas. Fue hallada fuera del museo, dañada por la caída. Ocho piezas, sin embargo, siguen desaparecidas.

Ecos del pasado
No es la primera vez que el Louvre enfrenta un golpe de alto impacto. En 1911, la Gioconda desapareció de sus muros por obra del italiano Vincenzo Peruggia, un ex empleado del museo . El cuadro fue recuperado dos años después y convirtió a la pintura en un mito universal. Más de un siglo después, el eco de aquella pérdida vuelve a resonar entre las bóvedas del palacio.
Hoy, mientras las autoridades analizan las cámaras de seguridad y rastrean las motos en los suburbios de París, Francia intenta asumir lo ocurrido. Las joyas robadas representan siglos de historia, poder y arte. Son, como dijo una vez Victor Hugo sobre su país, “un pedazo del alma de Francia ”.
El robo en el Louvre no solo desafió a la policía. También desafió la idea de que los tesoros del pasado pueden estar a salvo, incluso en el corazón del arte mundial.


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