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21/10/2025 Clarin.com - Nota

Encuentros íntimos en gravedad cero
Melisa Boratyn
El curador brasileño Bernardo De Souza convierte en expo colectiva su obsesión-metáfora del mundo actual, con un montaje conceptual en la galería Isla Flotante.

Zonas inusuales. Para el montaje en la galería. (Isla Flotante)
¿Puede una obra generar una verdadera obsesión? Si alguna vez les pasó, comprenderán al curador Bernardo De Souza , que vivió un flechazo durante la pandemia, cuando comenzó a fantasear con la serie de saunas de Adriana Varejão , una de las artistas brasileñas contemporáneas más relevantes, donde predominan las paredes y pisos de azulejos, donde a veces se deja entrever un elemento humano y en otros casos no.
La humanidad estaba atravesada por la paranoia frente al contagio y evitar el contacto y el compartir de fluidos, tactos, cercanía, por lo que de Souza comenzó a fantasear con la idea de que en lugar de enviar una sonda espacial con fotos, video, audio para entrar en contacto con alguna civilización extraterrestre, debía mandarse precisamente un sauna que contuviera información genética .
Isla Flotante
“Después de escuchar lo que Bernardo había desarrollado durante cinco años, le propusimos transformar la investigación en una muestra. Frente a la posibilidad de empezar de cero, reunió a 26 artistas de Argentina, Brasil, España, Portugal, Austria, Estados Unidos y Lituania , un compuesto plural que remite al propio concepto detrás de Sex in space , que habla menos de sexo y mas de las las interacciones entre seres vivientes en ambientes inestables, imperfectos, volátiles e indefinidos”, explica Leopol Mones Cazon , co-director de Isla Flotante, creando algo más parecido a la actual vivencia de la humanidad en el planeta Tierra que a la remota posibilidad de que se pueda mantener encuentros íntimos fuera de la tierra, un misterio que al día de hoy no se ha resulto pero, que si pudiera lograrse, proporcionaría algunas claves con respecto a cómo se pueden perfeccionar los vínculos en el contexto actual en el que estamos inmersos.
Cuando Bernardo comenzó a buscar bibliografía dedicada al tema, incluso en sitios especializados como el de la NASA, quedó sorprendido al comprobar que era prácticamente inexistente. Al parecer nadie quiere hablar de eso . Al corroborar la hipótesis con un simple gesto de búsqueda en Google, lo único que aparece son unos pocos videos que plantean la misma duda, pero que no otorgan respuestas, más allá de suponer que sería una tarea difícil de llevar a cabo, ya que los cuerpos no pueden mantener un contacto estrecho durante mucho tiempo, las naves son pequeñas y carecen de privacidad.
Aseguran incluso que reproducirse en el espacio, si alguien quisiera, sería casi imposible para los humanos . Se menciona también a Jan Davis y Mark Lee, la única pareja de astronautas que en 1992 formaron parte de una misma misión espacial, pero que nunca quisieron compartir detalles de lo que allí había ocurrido.
"Al desnaturalizar la realidad, podemos descubrir otras formas de estar juntos", escribe Bernardo De Souza.
Lo que los pocos expertos parecen compartir es que es necesario que la ciencia se adapte a la falta de gravedad, como han logrado para que astronautas puedan ir al baño o tomar agua. En conclusión, si bien podría ser difícil, nadie descarta la posibilidad . "Si alguien quiere hacerlo, va a encontrar la manera", asegura la astronauta Nicole Stott en un video de la NASA, reforzando la idea que plantea Bernardo, que explica en su texto que sabemos que el deseo es la fuerza principal para impulsar la exploración de diversas naturalezas, en especial frente al descubrimiento de lo desconocido , y qué vida sería graciosa si pudiéramos pensar más allá de lo que entendemos como lo natural y descubrir nuevas formas de estar juntos.
"Tanto en la Tierra como en el cielo, nuestros cuerpos y mentes están en constante transformación. Sin embargo, en condiciones de gravedad cero, ya no podemos perseguir la condición inmutable que algunos podrían aspirar a preservar en nuestro planeta; en cambio, un sentido diferente de la temporalidad y las relaciones espaciales podría despertar en los seres humanos una capacidad de transformación que, en última instancia, podría permitirnos evitar los roles preestablecidos y la normatividad de las relaciones sensuales en terreno terrestre", observa en su extensa investigación.
Isla Flotante
Aun así, frente a la incertidumbre, Bernardo entró en un nivel de fantasía. Cuando en el mundo de la ficción las naves y estaciones espaciales son presentadas como lugares impecables, minimalistas y amplios, donde hay lugar para todo, en realidad son lo contrario: pequeños, eficientes y fríos, por lo que es interesante pensar ese vector de la muestra, donde el lugar es un factor fundamental, así como la intimidad , a través de la cual se refuerza la noción de repensar los vínculos y las interacciones.
"Como metáfora del anhelo humano por lo desconocido (o como un sueño hecho realidad), el sexo en el espacio está destinado a ampliar las percepciones de cómo se podría sentir y vivir la vida de otra manera si fuéramos capaces de alterar las perspectivas sobre nuestra llamada naturaleza y cultura. "Al desnaturalizar la realidad, podemos descubrir otras formas de estar juntos", escribe.
Las obras, en su mayoría, se exhiben en partes de la galería a las que no se accede de manera inmediata.
La maleabilidad entre estos cuerpos/obras que viajaron de diferentes partes del mundo y su nuevo hogar se manifiesta precisamente en el montaje, ya que la mayoría se hacen presentes en partes de la galería a las que no se accede de manera inmediata . Hay que girar la cabeza, mirar hacia abajo o entrar al baño. Las cosas no están dadas de manera sencilla, sino que presentan giros en el relato con aspectos mínimos pero sugestivos, casi burlones.
Una obra aparece sobre el marco de la puerta de entrada, unos bollos de medias de cerámica de Tamara Arroyo descansan en el suelo, una fotografía de una espalda sobre la que posa una mosca de Carolina Pimenta está colocada en el techo, atentas al paso de la gente. Videos parecen desprendidos de la pared; hay esculturas a diferentes alturas que sorprenden, como la obra de Lucia Pizzani que alude al término "Cuaima", que en Venezuela se utiliza para denominar de forma despectiva a las mujeres consideradas "controladoras, dominantes o celosas", pero que la artista entiende como una forma de fortaleza frente a los momentos de crisis.
Hay piezas que se plantan en el centro de la sala, como el imponente banco del cual se desprenden cinturones de avión de Marina Sula , un fax que parece haber quedado olvidado al lado de la entrada, que de solo mirarla recuerda al sonido de las casas y las oficinas de los años 90, o el cuerpo metálico de Andréia Santana , recostada como la piel perdida de una culebra.
Isla Flotante
Si bien los trabajos ocupan el lugar indicado, la sensación de posible inestabilidad y fragilidad se siente en el aire . Adicionalmente, ellos se hacen presentes cuando uno menos lo espera, como una aspiradora robot con unas copas encima que se pasea de una punta a la otra de la galería.
Fin de fiesta. "No hay ninguna obra pictórica, sino esculturas, fotos y video, distribuidos en cada espacio disponible, algo que permite alejarse de una forma de muestra que hoy en día está muy sobre la mesa. Hace tiempo que no se veía un formato así en Buenos Aires, de índole más conceptual y menos soft", concluye Leopol.


#37080882   Modificada: 21/10/2025 17:32 Cotización de la nota: $2.070.394
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