![]() Editorial de Vilouta Paulo Vilouta - Conductor RESUMEN: El texto reflexiona sobre la situación del cine argentino, el éxito de una película protagonizada por Guillermo Franchella y la polarización en la sociedad que afecta la percepción de este fenómeno cultural. Se plantea la necesidad de celebrar logros como el cine nacional sin dejarse llevar por la crispación política, instando a la gente a disfrutar del arte sin prejuicios ideológicos. Además, se abordan temas como la corrupción en la obra pública y la importancia de encontrar un equilibrio en el debate político y social, reconociendo que los argentinos deben ser capaces de pensar de manera diferente y convivir con esas diferencias. --- TRANSCRIPCIÓN COMPLETA: Caudal, atención, hay precipitación acumulada de 25 milímetros, la máxima será de 16 grados, durante todo el día estará lloviendo. Me tomo un minuto como todos los días, al ser prestaba mucha atención, seguía las redes a propósito de este enfrentamiento bestial que se hace simplemente por el estreno de una película argentina. Una película argentina que, más allá del protagonista que les pueda gustar o no, lo que piensa o cómo actúa, se ha transformado en un récord sublime de trabajo y en un momento donde hay muy poca ficción, donde también cambiaron las formas, porque hay cosas que en la Argentina han cambiado. La gente no va tanto a los cines y ve películas en su casa. La gente tal vez no consumió tantos juguetes para el Día del Niño comprando en una librería, pero hubo una explosión en la venta online; o sea, van cambiando algunos hábitos que los que somos más grandes muchas veces estamos aferrados y no los vemos. Hoy tendríamos que estar festejando que el cine, que está en un momento complejo porque los bolsillos argentinos están muy mal, más allá del cambio de hábito, hoy festeja un éxito rotundo de la mano de Guillermo Franchella. Pero vivimos en un país tan crispado donde todo vale para insultarse con el de enfrente y realmente me parece dramático estar viendo en estas horas la falta de criterio para poder opinar sobre un fenómeno que se está dando en la Argentina y que puede resultar no solo en el cine, sino también en otros puntos donde un país fundido tenga la posibilidad de destinar dinero del Estado para otra cosa que no sea para solventar a algunos pocos y para beneficiar, en definitiva, a un núcleo muy pequeño. ¿Es necesario que el Estado tenga que solventar absolutamente todo? Nos preguntamos permanentemente porque hoy hablamos del cine circunstancialmente y con dos extremos antagónicos. Hoy escuchaba que el gobernador también en la provincia quiera hablar de obra pública y uno dice: 'la obra pública es necesaria, la obra es necesaria'. Después tenemos que ver si todo tiene que ser público porque si atrás de lo público no hay controles, hay corrupción. Enterramos la semana pasada 427 millones de dólares de una obra llamada soterramiento en la Argentina, improvisada y repleta de corrupción, y hoy tendríamos que estar festejando, no que le va bien a Guillermo Franchella. Hoy tendríamos que estar festejando que trabajo argentino, arte argentino no le salió un peso al Estado. No estar discutiendo otra cosa. Me parece que el gran dolor de algunos viene por ese lado, por no poder permitir que alguien que piensa distinto hoy pueda disfrutar de un éxito en la Argentina. Todo vale para enfrentarse con el de enfrente. Ayer escuchaba gente que decía: 'yo la película no la vi'. ¿Cómo no la viste? Y da un parlamento increíble de argumentos para descalificar el guion, al protagonista, a la dirección. Si no la viste es cuestión de enfrentarse, no hay sorpresa en la Argentina. La sorpresa va a llegar un día cuando veamos estos extremos permanentes que hay de un sector y del otro, decir algo novedoso o algo que intente bajar la locura generalizada con la cual vivimos los argentinos. Vivimos tan enloquecidos que tal vez no nos damos cuenta de algunas cosas dramáticas que nos pasan alrededor. Discutimos cosas viejas: obra pública, obra privada, inca financiando, inca no financiando. Y si buscamos algún punto intermedio alguna vez para darnos cuenta que no todo es un extremo, que si a mí me cae bien Franchella y alguna vez me hizo reír, lo tengo que respetar o lo voy a ver. No me importa si adhiere o no adhiere a un determinado pensamiento político. Si a mí me gusta Pablo Echarri como actor, no puedo ir a verlo porque ideológicamente detesto la corrupción del kirchnerismo. No, lo voy a ver y lo voy a aplaudir. Podré no coincidir con ideas de Pablo, podré coincidir en algunas cosas con él, podré no coincidir con ideas de Franchella. Tenemos que estar tan enfrentados y tenemos que darnos la posibilidad de poder disfrutar, de alimentar nuestras cabezas, de entender que se puede pensar diferente. Es realmente notable cómo algunos están sumergidos en un universo de mediocridad. Solamente adhieren a los que piensan parecido y los llevan a todos los ámbitos de la vida. Esto que comenzó como una cuestión política y como un nicho político se propagó a todo. Hoy hay un sector de argentinos que disfrutan o no de determinados artistas porque tienen un pensamiento o una cercanía con algún político. Pasa con el fútbol. Acá hay gente que descalifica a Guillermo Barros Schelotto, a Martín Palermo y a Tevez por su cercanía con Macri. Realmente increíble, realmente insólito. Acá hay gente que, de acuerdo a la cercanía política de los dirigentes circunstanciales del fútbol, apoyan o no apoyan una gestión. Y acá hay que abrir la gestión y hay que decir: 'esto es bueno, esto es malo, esto realmente es pintoresco, esto es vergonzoso, esto es de atraso, esto es corrupción'. Estamos enfermos, estamos metidos en una grieta que no tiene fin y vuelvo a repetir, vivimos en una Argentina demasiado crispada, con malos resultados, con un desgaste permanente en cuestiones de energía para defender muchas veces lo indefendible y para no defender cosas que en otras partes del mundo fueron cambiando y que las sociedades no fueron aceptando porque nos fuimos dando cuenta que algunas cosas que defendemos a capa y espada hoy ya no forman parte del itinerario de las ideas y del futuro. Son cosas del pasado, son cosas del fracaso, algunas las mantenemos y nos va muy bien, pero vuelvo a repetir, vivimos en una Argentina crispada que no festeja los éxitos circunstanciales. Hoy no de Franchella, hoy del cine argentino. ¿Saben cuánta gente trabaja atrás de una película argentina? No se imaginan la cantidad de trabajo que hay atrás de este éxito de Guillermo Franchella, que es de él, que es del cine argentino y que, en definitiva, es de todos nosotros. ¿Saben por qué? Porque no tuvimos que poner un solo peso en este caso y lo podemos destinar a los mil problemas que tenemos los argentinos en materia de seguridad, en materia de educación, en materia de sueldos magros, en materia de cosas que tal vez permitan que algún argentino que hoy no la pasa bien tenga un requisio, tenga una posibilidad de poder vivir o sufrir. Menciones: _GLOBAL_EDITORIAL
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