![]() Pajas blancas Luis Bruschtein La novedad es que ahora es abierto y sin recato, pero las declaraciones del embajador propuesto por el gobierno de Donald Trump, Peter Lamelas, constituyeron el criterio dominante en las relaciones de Estados Unidos con América latina. No se habían planteado en forma tan descarnada como ahora desde el poder político, pero estas ideas supremacistas predominaron en los lobbies corporativos y manejaron el espionaje y los diseños guerreristas del Pentágono. En el plano doméstico, el congreso de libertarios exaltados en el salón de Pajas Blancas del hotel Quórum en Córdoba no fue más que el neoliberalismo llevado a su máxima expresión. No hay disonancia con el Círculo Rojo. Ambas expresiones, la del embajador Lamelas y la de Pajas Blancas, confluyen en una misma idea del sistema mundo: los libertarios agachados ante el señor Lamelas. Al igual que el cubano-norteamericano Marco Rubio, encargado de las relaciones internacionales de Estados Unidos, el también cubano-norteamericano Lamelas, representa el sector más recalcitrante de ese país. Los cubanos de Miami, que tienen una fuerte preponderancia política y económica en el estado de Florida, son poco queridos por las otras comunidades latinas. Marco Rubio fue varios años senador por ese estado, enrolado en el ala más extremista de los republicanos. Entre los financistas de sus campañas figura Paul Singer. A instancias del dueño del fondo buitre Elliot, que litigaba contra Argentina por la deuda externa, en 2012 trató de bloquear fondos del Banco Mundial destinados al país. Esos antecedentes aclaran los dichos de Lamelas sobre Cristina Kirchner y el Poder Judicial argentino, al que se refirió como si tuviera control sobre funcionarios judiciales. Conseguir la condena sin pruebas de una expresidenta, como expresó en sus declaraciones, es una demostración de fuerza y una amenaza disciplinadora para cualquiera que se atreva a confrontar con los intereses norteamericanos. Habló Lamelas y sobre el pucho la Cámara de Comercio argentino-norteamericana (AmCham) hizo circular sus expectativas: reforma laboral y tributaria y apertura del corralito para que las empresas puedan girar libremente sus ganancias al exterior. Lamelas dijo que iba a recorrer todas las provincias para impedir que hagan tratos con los chinos. Solamente cinco gobernadores repudiaron el intento de injerencia. Los demás no dijeron ni pío, como si no importara que el representante de una potencia extranjera los redujera a simples mandaderos. La referencia con tanto desparpajo a la persecución judicial contra Cristina Kirchner fue en tándem con la defensa que hizo Donald Trump del expresidente de Brasil Jair Bolsonaro, condenado por golpista. El mismo Donald Trump anunció que castigará la economía brasileña, en defensa de su amigo golpista. Su canciller Rubio amenazó a los jueces que juzgarán a Bolsonaro. Como lo hicieron en los 60-'70 con la cooptación de los ejércitos latinoamericanos, quedó muy en evidencia que Estados Unidos ahora presiona y controla directa o indirectamente sectores judiciales en América latina en defensa de sus intereses. El fallecido juez Claudio Bonadio y el brasileño Sergio Moro, que encabezaron la persecución judicial contra Cristina Kirchner y Lula da Silva, eran asiduos visitantes de las respectivas embajadas de Estados Unidos. El escenario en América latina es ilustrativo de lo que sucedió con mandatarios que obstaculizaron intereses norteamericanos. El expresidente peruano Pedro Castillo está preso, igual que Cristina Kirchner y como lo estuvo Lula da Silva. El expresidente de Ecuador Rafael Correa está exiliado, prófugo por una causa inventada y el expresidente boliviano Evo Morales tiene varias causas judiciales abiertas. A la persecución judicial por causas políticas se le dice lawfare por el idioma del país que la impulsó en reemplazo de los viejos golpes militares. Algo parecido al viejo golpismo abortó Axel Kicillof al descubrir a 24 oficiales de la Bonaerense que planificaban acciones de desestabilización durante las elecciones de medio término. Las corporaciones mediáticas aprovecharon para dar su propia interpretación. Lo difundieron como una represalia de Kicillof por la candidatura libertaria del excomisario Maximiliano Bondarenko en la Tercera sección electoral. El expolicía hizo una carrera meteórica con cuatro ascensos en seis años y hace diez años que realiza actividades políticas, en Juntos por el Cambio, después con Facundo Manes y ahora con Milei. Vivió de licencia en licencia y recién en abril pidió la baja. Si se tratara de persecución política, no hubieran esperado diez años. Las autoridades policiales tienen pruebas concretas de la actividad política de los 24 pasados a disponibilidad, para la cual utilizaba su pertenencia a la policía. Bondarenko es un hombre callado, absolutamente desconocido en La Matanza, no tiene carisma y su única baza son la ministra Patricia Bullrich y sus contactos en la Bonaerense. Todos los indicios apuntan a que no se trata sólo de un asado con amigos policías, como quiso exculparlo Bullrich, sino que buscaban profundizar su clima de inquietud dentro de la fuerza policial. Según las autoridades provinciales, el grupo de exonerados intentaba generar un movimiento de protesta policial con denuncias contra la cúpula de la fuerza para desestabilizar al gobernador. En caso de malas perspectivas electorales para el Gobierno, ese clima dejaba la puerta abierta a una intervención de la provincia, como amenazó Milei. Bondarenko fue funcionario del Renaper con Juntos por el Cambio y luego asumió como concejal en Florencio Varela con Facundo Manes. Cuando decidió su pase a La Libertad Avanza, Lule Menem, por pedido del armador Sebastián Pareja, nombró titular de la Anses en ese distrito, a la esposa de Bondarenko, Gisela Silva, con un sueldo de cuatro millones de pesos. Es un policía que hace mucho es “casta” y vive de la política. En todo ese tiempo, hasta abril de este año, mantuvo su pertenencia a la Bonaerense con licencias y otros subterfugios. Nadie lo persiguió en los seis años que lleva Kicillof de gobernador, como quiso victimizarlo Bullrich. Hasta ayer, Bondarenko era un completo desconocido para los electores de La Matanza. Una consecuencia de este operativo será que lo conocerán un poco más. Pero si el gobierno provincial no actuaba, podría haberse desayunado con una crisis policial en medio de la campaña. Aun así es posible que se produzcan hechos de este tipo, como ha sucedido con demasiada frecuencia. A Aníbal Fernández lo convirtieron en “La morsa” en una movida combinada entre fuerzas de seguridad, servicios de inteligencia y periodistas ad hoc. Abrieron las puertas de un penal de alta seguridad a un periodista para que entrevistara a sicarios peligrosos con el único objetivo de que hablaran de “La morsa” y así el hombre de prensa lo relacionara con el candidato del peronismo. Obviamente, Aníbal Fernández no era “La morsa”. Lo único que tenía en común era el bigote. Pero perdió la elección y alguien ganó una fortuna. Estos antecedentes demuestran que las elecciones bonaerenses deparan muchas sorpresas, sobre todo cuando el caballito de batalla de La Libertad Avanza será la seguridad. Menciones: Donald Trump, Peter Lamelas, Cristina Kirchner, Jair Bolsonaro, Claudio Bonadio, Sergio Moro, Lula da Silva, Pedro Castillo, Rafael Correa, Evo Morales, Axel Kicillof, Maximiliano Bondarenko, Facundo Manes, Aníbal Fernández, Patricia Bullrich, Lule Menem, Sebastián Pareja, Gisela Silva, Banco Mundial, AmCham, La Libertad Avanza, Juntos por el Cambio, Estados Unidos, América latina, Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Perú, Miami, Florida, La Matanza, Florencio Varela
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