![]() Editorial de Vilouta Paulo Vilouta - Conductor RESUMEN: En esta editorial, se cuestiona la situación política en Argentina, marcada por la rivalidad y los enfrentamientos entre líderes políticos, especialmente entre el presidente y la vicepresidenta. Se menciona la influencia de las redes sociales en la exacerbación de conflictos y se critica la falta de consenso en el gobierno, lo que dificulta el progreso del país. Se hace hincapié en la necesidad de reformas laborales para abordar la precariedad laboral y la pobreza, así como la importancia de un diálogo constructivo entre las autoridades. TRANSCRIPCIÓN COMPLETA: Me tomo un minuto, como todos los días, y les hago una pregunta: ¿no están cansados de vivir en un país que adoramos, que amamos, pero que siempre repite las mismas cosas? En un país repleto de enfrentamientos, yo sé que hay un festejo en la Argentina o que nos han instalado, y en esto tiene que ver mucho el kirchnerismo, un estilo de vida de amigo-enemigo donde la rivalidad dejó de ser algo donde podemos consensuar ideas y donde todo es a morir, todo es a morir, todo es extremo en la Argentina. ¿Influyen las redes sociales? Influyen las redes sociales. Ustedes pueden ver en Twitter una guerra permanente donde el lenguaje va subiendo a medida que uno piensa distinto, y hasta en alguna consideración o un comentario liviano que tiene que ver con una foto o alguna cosa que no tiene que ver con la política en el universo de Instagram, y nos armaron de esa forma, para estar enfrentados, para estar peleados, para no poder cruzar mínimamente una orilla porque vos podés tener ideas de un sector, de otro; criticar la una, criticar la otra. Y yo creo que estamos cansados de los enfrentamientos, y me parece que el gobierno argentino todavía no ha tomado nota y comete un error porque que no haya rivales fuertes enfrente no significa que no hay que mirar el pasado. Algunos dirigentes políticos ya tienen el boleto recontra picado y no van a volver, pero esto no significa que no hay que mirar todo eso, porque en la Argentina los enfrentamientos entre presidentes y vicepresidentes ya creo que colman la paciencia, porque marca la poca posibilidad de consensuar. El hecho de que solamente nos podemos reunir para ganar una elección, pero no para gobernar un país; el hecho de que podemos tener confianza plena el uno en el dos y el dos en el uno, y porque no podemos vivir permanentemente desgastándonos y con energías que se van en cosas que no tienen el más mínimo sentido. A mí me produce profunda pena cuando veo este nuevo enfrentamiento entre dos exponentes que han llegado al lugar máximo, que son presidente y vicepresidente de una nación; de dos personas que no tienen células políticas, que vienen de otro sector, que vienen de otra vida y que tendrían que dar un ejemplo de convivencia institucional. Demostrándole a los argentinos que salvo la decepción de Mauricio Macri con Gabriela Michetti, que fue respetuosa, más allá de que Macri tiene esas costumbres de tratar a todo el mundo como si fueran sus empleados; lo mismo hizo con Horacio Rodríguez Larreta, lo mismo hizo con Patricia Bullrich, o de tratar de poner siempre su intelectualidad al frente, como creyéndose un ser superior, pero hubo una cuestión de respeto con Gabriela, con Michetti. Ella cumplió su rol, sin duda en algún momento benefició su imagen a ese gobierno, pero fue el único que no tuvo problemas. Después Alfonsín con Martínez, no en este escándalo, tampoco estábamos en tiempos de redes, pero había una diferencia importante, ni que hablar de Néstor Kirchner con Scioli, que lo utilizaron al igual que a Roberto Lavagna para ganar una elección y a los 2 minutos 30 se lo sacaron de encima porque molestaba o porque no sé, algo les causaba diferencias. Cristina Kirchner en su experimento con Julio Cobos, desastroso; Alberto Fernández con Cristina Kirchner, un empleado de Cristina Kirchner que no hizo caso y terminó como terminó, más de seis meses sin dirigirse la palabra. Fernando de la Rúa con la renuncia de Chacho Álvarez al año de gobierno, en un gobierno débil; Carlos Menem con Eduardo Duhalde. Eduardo después termina siendo gobernador de la provincia de Buenos Aires y cuando se presenta con Ortega para hacer la fórmula, Menem realmente no lo apoya; parecía más el que bendecía a de la Rúa que al propio Duhalde. Y así fuimos avanzando y hoy llegamos a esta situación incomprensible. Yo no sé si la señora Villarruel es traidora, no sé si Milei ha logrado tener algún vínculo afectuoso de confianza con la vicepresidenta, pero están peleados, enfrentados, situaciones absolutamente antagónicas que no sirven para una Argentina que es una Argentina que está en reparación y que está en quiebra. Este es un país fundido donde por malas administraciones y por corrupción galopante estamos como estamos y estamos discutiendo si la señora Villarruel se tendría que haber sentado o no sentado; si es una traidora o no una traidora; si va a renunciar o no va a renunciar; si se enfrenta con Bullrich o no se enfrenta con Bullrich; quién pone el tweet más agresivo. No sirve, estamos en un país con mucha pobreza todavía, con muy poca educación, con chicos, 4 millones que no tienen asegurado el alimento 4 veces en el día, con cosas que se prometen que no tienen sustento porque el show de la semana pasada en el Senado fue vergonzoso, porque el dinero no está y por más que los senadores digan que se arregla con no sé qué cosa es mentira. Un punto del PBI son 6 mil millones de dólares y Argentina necesita más de un punto y medio, casi 9 mil millones de dólares, digan de dónde lo sacan o cómo lo ponen. Más allá de que todos coincidimos que los jubilados tienen que estar mejor, pero me parece que con solo ver un poquito los números y la radiografía del problema jubilatorio en la Argentina hoy, tendríamos que estar pidiéndole a los senadores y a los diputados argentinos que armen proyectos serios, que dejen de emparchar un sistema que está fundido. De los cuales 5 millones y medio de jubilados, 3 millones novecientos mil entraron por moratoria. ¿Saben por qué? Porque no hacemos una reforma laboral. ¿Saben por qué? Porque tenemos 9 millones de empleados en negro y pareciera que estamos contentos. ¿Y saben por qué? Porque también hay mucha indiferencia por todos aquellos que estamos en blanco y los sindicatos argentinos que no quieren mover nada, ni un atisbo, para que los que están en negro y viven tan precariamente puedan estar mejor. Sin reforma laboral no vamos a tener empleo con aportes, sin aportes dignos no vamos a tener buenas jubilaciones y vamos a vivir en este pobrismo en el cual nos han instalado, donde el 75% de los jubilados cobra roñosamente 300 y algo de pesos. Tampoco vayan a creer que con el show de la semana pasada les cambiaba la vida, de bolsillos se llevan 40 mil pesos más. Por supuesto que en este momento trágico de estas jubilaciones, 40 mil pesos empuja, pero por supuesto que no es la solución, es algo transitorio y sin sentido. Señores diputados, señores senadores, cuyas legislaturas hoy representan uno de los máximos presupuestos en la Argentina, mucho más que el Garrahan, por ejemplo, pónganse a trabajar seriamente, dejen de pelear, dejen de enfrentarse; enfréntense por ideas inteligentes, por demostrarles de una vez por todas a los argentinos desde el vicepresidente de la nación y el presidente, a todos los diputados y senadores que tenemos que salir de esta monotonía de un país que repite errores, de un país que acumula pobres, de un país no solamente económicos, sino también morales e intelectuales y de un país que repite historias que ya conocemos siempre cómo terminan. Aboguemos por más diálogo, tratemos de encontrar en el presidente y en la vice algún punto de consenso y en senadores y diputados que más allá de ganar batallas transitorias... Menciones: _GLOBAL_EDITORIAL
|
||||