![]() TRAMA POLÍTICA ¿Fortaleza, impotencia o desesperación? Eduardo van der Kooy Javier Milei sufrió algo más que una derrota en el Senado. Parece haber resignado el control de la agenda pública. De todos modos, insiste con su dureza: veto o apelación a la Justicia. El fracaso desnudó la precariedad de la praxis política oficial. También, el recrudecimiento de múltiples internas. Se empieza a advertir en la vida política la perduración de una tendencia a la cual no se prestaba tanta atención. Javier Milei y su gobierno han dejado de monopolizar la agenda pública. El fenómeno surgió como una insinuación a partir del arresto domiciliario de Cristina Fernández, tras la validación que hizo la Corte Suprema el 10 de junio de su condena por corrupción. Se trataría de una coincidencia de calendario. No, de que ese episodio haya activado una relación directa de causa y efecto. Aquella pérdida estuvo un tiempo disimulada por el personalismo disruptivo del Presidente. Con su manual de improperios. La receta parece haber dejado de dar los resultados que daba. Según el último informe de la Consultora Ad Hoc especializado en conversaciones digitales –mundo ideal para los libertarios-- las menciones a Milei no sólo han entrado en descenso. Además, el 49% de ellas poseen sesgo negativo contra 41% positivo. Varios sucesos colocaron aquella realidad al descubierto en los últimos días. Los tres más trascendentes: la colisión con los gobernadores; la pérdida de control en el Congreso: primero fue Diputados y ahora el Senado; el enorme alboroto en torno a la macroeconomía que la mala praxis oficialista en lugar de apaciguar se encargó de atizar. Se puede añadir otro par de asuntos. La inconsistencia del Gobierno para enfrentar escándalos que vuelven como reflujo. El de las valijas que ingresaron hace seis meses de manera clandestina en Aeroparque transportadas por un avión privado de una empresa perteneciente a un argentino radicado en Miami –Leonardo Scatturice- puente para acercar a Milei con el universo ultra conservador de Donald Trump. El de la criptomonedas ($LIBRA) que involucra al Presidente y a su hermana, Karina y volvió a la superficie porque Hayden Davis, el joven pelirrojo que accedió a la Casa Rosada, realizó dos transferencias millonarias en dólares después de reunirse con el líder libertario. Frente a ese panorama conflictivo se vislumbraría otra conclusión. Existe un mecanismo de imposición de disciplina de Milei que está dando señales de corrosión. El endurecimiento automático ante cualquier desafío disminuye su efectividad. Con el agravante de un riesgo político: que pueda ser interpretado como impotencia o desesperación. Cualquiera de esas imágenes podría transitar en el imaginario colectivo después de la guerra interna que se desató en el Gobierno por la categórica aprobación del Senado del aumento a los jubilados (52-0) y la emergencia por discapacidad. Las hostilidades se libraron en varios frentes. Hubo un rebrote libertario exacerbado del pleito con Victoria Villarruel. El Presidente la acusó de "traidora". Quizá porque no se animó a entorpecer la sesión como lo hizo el vice primero de la Cámara alta, Bartolomé Abdala. Ella le enrostró como nunca su desinterés por aquellos que padecen. De prólogo había ocurrido una ráfaga entre la vicepresidenta y Patricia Bullrich. La ministra de Seguridad la intimó a paralizar el Senado y a no ser cómplice del kirchnerismo. Recibió como réplica un recuerdo de su paso por organizaciones terroristas y la supuesta improvisación por haber permitido el viaje a Venezuela del gendarme Nahuel Gallo. Aún hoy, secuestrado por el régimen de Nicolás Maduro. Delicias libertarias. En paralelo, existió otra disputa en los talones de Milei. La protagonizaron Karina y el asesor presidencial preferido de su hermano, Santiago Caputo. El sobrino de Luis, Toto, ministro de Economía, responsabiliza a la hermanísima por el desastre en el Senado. Se estarían mezclando dos cosas: la ausencia de gestión política oficial en torno a los mandatarios provinciales; los armados electorales de El Jefe en el Interior que estarían dejando un tendal de resentidos. Hubo en ese aspecto ejemplos emblemáticos. La ruptura de Karina con Gustavo Valdés en Corrientes, donde se renueva la gobernación, ahuyentó a tres senadores. Los dos que responden al mandatario (los radicales Eduardo Vischi y Gabriela Valenzuela) y el peronista Camau Espínola que se unió al oficialismo provincial después de ser echado del PJ. Ni siquiera el Gobierno tuvo éxito en su plan inicial que fue quebrar el quórum. De esa tarea se ocupó a último momento Eduardo "Lule" Menem cuando se olfateaba la derrota. La persuasión pasó de largo, incluso, para el gobernador de Misiones, Mario Passalacqua. Sus dos senadores, Carlos Arce y Sonia Decut, sumaron para el inicio del debate. Se abstuvieron en las votaciones. Menor grado de compromiso, sin dudas, que aquel que demostraron cuando se tumbó en la Cámara alta el proyecto de Ficha Limpia. Juraron votar a favor y lo hicieron en contra. Ocurre algo: los comicios locales en Misiones ya se hicieron, ganó el oficialista Frente por la Concordia y quedó ratificado el liderazgo menguante del caudillo Carlos Rovira. El desorden de la gestión política libertaria mostró otras huellas. Mientras "Lule" Menem hacía una cosa, el secretario de Hacienda, Carlos Guberman, llamaba a cada gobernador aliado prometiendo que si no votaban jubilaciones y discapacidad accedería a los reclamos por el envío de fondos. A última hora apareció el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, no para salvar el desastre. En todo caso, como prevención hacia el futuro: el Gobierno deberá recomponer vínculos con la oposición y los aliados para que en Diputados no naufrague el veto anunciado por Milei para jubilaciones y discapacidad. Deberá rastrear, como en septiembre del 2024, los "87 héroes" dispuestos a darle una mano. Se producirá un cruce de intereses colosal: aquel veto a las mejoras sociales que empuja el Gobierno convergerá con la media sanción que requiere de la Cámara baja el proyecto para convertir en ley el envío de fondos que demandan los gobernadores. La salida al rescate de la administración que hizo el jefe de Gabinete –endiosado por Milei al hablar en la Bolsa de Comercio-estaría planteando algunos enigmas. El más importante de ellos: cuánto sabe el Presidente de la gestión política diaria que sucede en sus cercanías. Se conoce que es un oficio que le desagrada mucho. El líder libertario aseguró que sabía todo lo que ocurriría en el Senado. Sin embargo, su inasistencia en el Día de la Independencia en Tucumán le fue comunicada recién cuando se tuvo constancia –martes al mediodía- que la gran mayoría de los gobernadores no concurriría. Se logró rescatar, sin fortuna, una excusa climática: la existencia de niebla que pondría en peligro la partida del vuelo. Trastorno que no tuvo Villarruel. Recién en aquella circunstancia Milei tomó conciencia de lo que iba a suceder en el Senado. Fue entonces cuando, en una cena a solas que compartió en Olivos con Toto Caputo, diseñó una ofensiva contra los mandatarios provinciales. El Presidente disparó que "quieren destruir el Gobierno" porque atentan contra el equilibrio fiscal. El resto quedó en manos del ministro de Economía. Ha demostrado varias veces ser tan dúctil para el manejo de las finanzas como inhábil para la comunicación. Basta recordar que en medio de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) hizo el año pasado declaraciones que produjeron una disparada del dólar. El ministro autorizó al comunicador Alejandro Fantino a ventilar una charla privada que habían tenido un par de días antes. Lo hizo de manera punzante. Su estilo suele ser ese. De sus palabras se hizo un recorte en redes que trazó consecuencias gravísimas si los beneficios sociales eran aprobados en el Senado. La edición, sin dudas, potenció el diagnóstico. Pero no modificó la esencia de lo que aquel comunicador dijo en su streaming. Caputo debió abandonar una celebración oficial por los últimos recortes al Estado que dispuso el ministro Federico Sturzenegger para hacer una entrevista en una señal de TV (LN+) y detener la alarma. "No va a pasar nada, aunque el Senado apruebe las leyes. Quizás algo de volatilidad. La economía está bien", corrigió. Milei había advertido sobre una posible destrucción. Contradicción manifiesta. Aún después de la derrota, el Presidente multiplicó la apuesta. Sostuvo que si el veto no funciona buscará judicializar el tema. Es decir, promoverá el supuesto enfrentamiento entre dos poderes independientes del Estado. El Judicial contra el Legislativo. Si dicho recurso no funcionara auguró que en las elecciones de octubre barrerá a la oposición. Aun así, nunca logrará mayoría en ambas Cámaras. Un detalle: en el trayecto figuran antes los comicios desdoblados en Buenos Aires decididos por Axel Kicillof, que exhiben dos particularidades. El peronismo-kirchnerismo se aglutinó después del fallo que condenó a Cristina. La alianza de La Libertad Avanza con el PRO busca candidatos atractivos –no encuentra tantos-para ser bien competitivos. De allí, las presiones para que Diego Santilli se presente en la Primera Sección, determinante en cantidad de votantes a la par de la Tercera Sección. Un mal paso de cualquiera de los bandos en aquella instancia sentaría un precedente incómodo para octubre. Milei pone su foco en la inflación porque se trata de la variable que mantiene las expectativas de los votantes que lo apoyan. Repara menos en los salarios, el consumo y el empleo que circulan entre una meseta y una pendiente. De allí la obsesión con el mantenimiento del equilibrio fiscal al que le encuentra dos virtudes: el freno de los precios; un mensaje para mercados e inversores. El problema es que en la geografía oficial ocurren otras cosas. Las internas libertarias, la crisis en la cima del Poder Ejecutivo, exhortaciones temerarias que el Presidente avala. Fernando Parisini, su amigo apodado el Gordo Dan, reclamó en un tuit "sacar los tanques a la calle, ya" por los acontecimientos en el Senado. Aquel equilibrio fiscal no vivirá únicamente de los números. Debería nutrirse además del orden político, la previsibilidad y la sensatez. Menciones: c2028op
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