![]() Editorial de Jorge Fontevecchia Jorge Fontevecchia - Conductor RESUMEN: El análisis se centra en la tensión entre el periodismo y el poder político en Argentina, especialmente en relación con la crítica al presidente Javier Milei. Se destaca la diferencia entre los medios tradicionales, con su legado y estructura, y los nuevos medios digitales, que son más ágiles. Se observa que los medios tradicionales han aumentado su crítica anticipada a los gobiernos, reduciendo tiempos de tolerancia ante actitudes antidemocráticas. Además, se menciona la "lógica de detección estratégica" en el poder judicial, donde su independencia se ve influenciada por la popularidad de los gobernantes, lo que genera cuestionamientos sobre el papel del periodismo en la rendición de cuentas y el control de poder. ___ TRANSCRIPCION COMPLETA: Muy buenos días, martes ocho de julio, y titulamos nuestra columna de hoy, día quinientos sesenta y nueve, periodismo y ocasión, porque el ataque del presidente a los periodistas fue este fin de semana tema de todos los columnistas políticos, de los mal llamados medios hegemónicos y, más correctamente, medios de empresas tradicionales. En el mundo anglosajón se los denomina legacy media, cuya traducción literal sería medios heredados, pero su significado corresponde a que son medios de comunicación que ya predominaban antes de la era digital. Puede haber televisión y radio, pero en todos los casos tiene prensa escrita, que es lo que le dio origen a cada una de esas empresas, y tienen una tradición, a cada una de esas empresas, y tienen una tradición en la en forma de legado, de ahí el el de Legacy, de prácticas de periodismo profesional y también empresarial, que la mantienen a lo largo de las décadas. No son medios contemporáneamente adquiridos por quienes desean utilizarlos al servicio de otros intereses, medios para otros fines, que no necesariamente tengan que ser siempre espurios, pero en todos los casos influye sobre las prácticas profesionales, es decir, a medios antiguos que los compran nuevos accionistas para estas nuevos fines, como decíamos. Ni tampoco se tratan de medios nuevos digitales, que pueden ser muy exitosos y hasta profesionales, pero no tener el tamaño ni la diversidad de plataformas, no tener el tamaño ni la diversidad de plataformas y canales de distribución que las empresas de medios tradicionales fueron acumulando a lo largo de las décadas, su lógica operativa responde a una estructura más liviana y, por tanto, menos apegada a mantener las mismas funciones a lo largo y, por tanto, menos apegada a mantener las mismas posiciones a lo largo del tiempo sin que esto tampoco signifique un desmedro para ellos. Pero estas características únicas de los medios de empresas tradicionales hace que se los confundan con el calificativo de hegemónicos, como una forma de decir aristocráticos o más poderosos, lo que no necesariamente es así, pero con lo que sí cuentan es con la mayor cantidad de capital simbólico, autoridad y credenciales que les dio el paso del tiempo en la misma posición. También, estas características únicas de los medios de empresas tradicionales hacen, los hacen más pesados y que sean más lentos, más conservadores, con la lógica física de quien tiene más que conservar, y generalmente no fueron los primeros en llevar adelante denuncias de cada uno de los gobiernos de turno. Sucedió así con la dictadura, con el menemismo y con el kirchnerismo, donde los medios más jóvenes comenzaron primero a ejercer periodismo crítico. En todos los casos fueron las publicaciones de Editorial Perfil, que ya está por cumplir cincuenta años, pero sigue siendo joven frente a los ochenta años de Clarín y los ciento cincuenta y cinco años de la nación, y durante el menemismo se sumó la recién fundada página doce de Jorge Lanata, pero no fue así con el kirchnerismo. En el último tramo de cada ciclo de gobierno siempre terminaron siendo críticos todos los medios de empresas tradicionales, todos. Pero, afortunadamente, cada vez se acorta el tiempo de la paciencia estratégica con los errores de cada gobierno, y si en los noventa convenen, o a comienzo de este siglo con Néstor Kirchner, había que esperar recién a la segunda presidencia del mismo campo político para que se comenzara a escuchar la crítica de estos medios, hoy, en solo un año y medio, todas las publicaciones escritas de los medios de empresas tradicionales son críticas a las formas estéticas y republicanas de el presidente Javier Milei. Sí se percibe todavía la necesidad de que en el mismo texto que se critica Milei, se critique también al kirchnerismo para no enojar a la audiencia y que quede claro que la crítica Milei no implica un apoyo al peronismo ni mucho menos a sus políticas económicas. Es comprensible, sucede en todos los medios, también lo sucede en perfil, que cuando se critica aquello que con lo que la audiencia también nos sucede en perfil, que cuando se critica aquello que con lo que la audiencia tiene afinidad, nos baja la audiencia. Esto se percibe en el minuto a minuto del rating y en la cantidad de asistentes en las redes sociales. No se llegó todavía, como sí en Estados Unidos, el caso del New York Times, que critica a un futuro presidente antes de que asuma, siendo ya candidato, y hasta realiza previo las a las elecciones el conocido cuando se recomienda a la audiencia por qué el periódico considera que no es conveniente votar por tal candidato y si lo sería por tal otro. Pero en el caso de Argentina es un avance importante, y lo más importante es que es la tendencia, porque mientras en Estados Unidos esta práctica que mantiene New York Times está en retirada, porque, por ejemplo, diarios como el Washington Post, que la tenían, pero que desde John Bezos dio la orden de que había que dejar de hacer el tradicional entorno, ya no se lo hace más, mientras, lo contrario, en la Argentina, la legacy media de los medios escritos de las empresas tradicionales progresa en reduciendo el tiempo de tolerancia con las actitudes antidemocráticas de cada gobierno. Podríamos decir, arriesgando la estadística, que la paciencia estratégica de los medios Comenden duró seis años, cinco con el kirchnerismo y menos de dos años con Milei. Esto es muy importante porque cuanto antes emerja la crítica, más podrá el periodismo cumplir su papel de prevención, y no solo a posteriori en lo que podría considerarse control de daños. Cualquier defecto se hace más corregible si se lo toma a tiempo, y este avance de los medios escritos de las empresas tradicionales contrasta hoy con el papel de la corte suprema de justicia, que lleva más de un año y medio, sin pronunciarse sobre la constitucionalidad del decreto de necesidad de urgencia setenta veinte veintitrés, que por su volumen importancia podría haber motivado hasta un persáltum, pero que ya lleva bastante tiempo que parte de esa mega DNU está en el máximo trial detección estratégica de relaciones de la corte suprema del poder ejecutivo de la Argentina en los períodos de la dictadura y democracia, cuyo trabajo comienza así, voy a leerlo textualmente. ¿Por qué los jueces toman medidas contrarias al gobierno? La respuesta habitual a esta pregunta destaca que los jueces solo proceden de este modo cuando son independientes. Los estudios contemporáneos no se han puesto de acuerdo en cuanto a la en cuanto a la forma de definir y medir independencia judicial. No obstante, desde la elocuente observación, dejé el que, según la cual los jueces se caracterizan, perdón, los jueces que carecen de independencia rara vez se arriesgarán a ganarse la antipatía de los gobernantes, la premisa de que esta es una condición necesaria, aunque gobernantes, la premisa de que esta es una condición necesaria, aunque insuficiente, para que funcione el sistema de controles y equilibrios entre los poderes nunca ha sido cuestionada. En el artículo, que el que, titulado la lógica de la detección estratégica y relaciones entre la corte suprema, lo que mencionaba recién, explica que durante el régimen militar entre mil novecientos setenta y seis y mil novecientos ochenta y tres, los jueces aumentaron sus pronunciamientos contrarios al gobierno solo los dos años finales del mismo, cuando ya era muy probable que Varg fuera a perder el poder. Por ejemplo, mientras que hasta mil novecientos ochenta los jueces fallaron contra el gobierno en un promedio de treinta y seis por ciento de los casos, en los últimos dos años, entre mil novecientos ochenta y dos y ochenta y tres, este porcentaje se elevó al cuarenta y ocho por ciento. Durante el gobierno de Alfonsín, entre mil novecientos ochenta y tres y ochenta y nueve, los pronunciamientos contrarios al gobierno comenzaron en el nivel relativamente muy bajo, y aumentaron en la medida que su debilidad crecía. Entre mil novecientos ochenta y tres y ochenta y siete, el treinta y siete por ciento de los fallos fueron controlados al gobierno, mientras que los últimos dos años, ochenta y ocho, ochenta y nueve, este porcentaje subió al promedio de cuarenta y siete por ciento. En relación al primer gobierno de Menéndez, mil novecientos ochenta y nueve, mil nueve noventa y cinco, en coherencia con la lógica de la detección estratégica, a medida que la popularidad de Menéndez no aumentaba y se hacía más probable su reacción, el porcentaje de fallos contrarios al gobierno disminuyó, cayendo aproximadamente al veinticinco por ciento. Y los últimos dos años de su primer mandato, desde un cuarenta por ciento en mil novecientos noventa y tres, es sí bajó de cuarenta por ciento a veinticinco por ciento. Esto se ajusta al presupuesto de que la inseguridad de los magistrados en el cargo aumenta su deseo de congraciarse con el gobierno, pero solo cuando estima que este seguirá en el poder. Si bien el estudio de Hanke alcanzó solo hasta el año noventa y cinco, el periodista Hugo Alconada Mon explicó que esto sigue vigente en estos días. Recordamos que Hugo Alconada Mon, además, es abogado. Vamos a escuchar un fragmento del seis de mayo en este programa donde se refiere a esta tendencia de los jueces fiscales a ser pro cíclicos. Te lo respondo con nombre y apellido, Gretchen Heinke. Ajá. Es una académica norteamericana que es fiel al estilo de tantos investigadores estadounidenses, cuando estudió un desarrolló un proyecto de investigación se abocó a estudiar más de quince mil fallos judiciales y expedientes judiciales argentinos durante varios años, y lo que desarrolló a la luz de sus análisis y trabajos de campo es esta este término, la lógica de la detección estratégica, traducido al español para los oyentes, detectó una tendencia de jueces y fiscales a ser a ser pro cíclicos, es decir, cuando tenés poder, se hincan ante vos, cuando dejas de tener poder te patean la cabeza y esto lo hemos visto con Carlos Menem que tenía la mayoría automática y terminó detenido incluso por uno de los jueces de la servilleta, le pasó a Néstor Kirchner, le pasó a Cristina Fernández de Kirchner, le pasó a Macri, le pasó a Alberto Fernández, que cuando tenían poder nadie los molestaba, cuando dejaron de tener poder desfilaron por tribunales y lo mismo está ocurriendo hoy. Javier Milei hoy puede eventualmente hacer comentarios de este tipo sin que nada pase, del mismo modo que impulsó, por ejemplo, promocionó la criptomoneda Libra, y tenemos una investigación judicial que avanza de manera muy cansina. Y durante un panel académico organizado por la Universidad de Harvard en noviembre de veinte veintiuno, destacados profesores de derecho y ciencias políticas debatieron sobre una de las tensiones institucionales más críticas de América Latina, que es las relaciones del poder judicial y los presidentes populistas. Allí, la citada Griedchen Hernanke explicó el concepto de afección estratégica y fue más allá, ¿cuál es el dilema que enfrentan los presidentes frente al poder judicial en la perspectiva de perder el poder en el futuro. Vamos a escuchar un fragmento donde ella explica esto mismo y le vamos a pedir a nuestro locutor Elián López Caucero que nos traduzca este video para nuestros oyentes. Escuchemos ya. Otro tema que me parece realmente interesante e importante para reflexionar es que interesante e importante para reflexionar es que están calculando sobre lo que les pasaría si pierden el poder, es decir, cuál sería su destino después del mandato y el peligro de ser enjuiciados por un tribunal. ¿Cómo influye eso en sus incentivos respecto al poder judicial? Y creo que en realidad es más complicado de lo que parece, porque por un lado deberían querer crear un poder judicial independiente no pudiera ser utilizado como arma para un futuro gobierno. Pero por otro lado, si efectivamente han estado involucrados en actos de corrupción, entonces tal vez les convenga destruir por completo la legitimidad de la independencia judicial, de modo que cualquier intento futuro de hacerlos rendir cuentas parezca simplemente una maniobra de un tribunal cooptado por intereses partidarios, ¿no? Básicamente, destruyen la confianza en el poder judicial en su conjunto. El periodismo, que muchas veces se lo considera un cuarto poder, una especie de fiscal de la república, fundamentalmente un asistente del poder judicial, tiene sus propios problemas. La escritora norteamericana y viuda de Paul Oster, Ciri Husbeth, publicó un ensayo titulado El fascismo en los Estados Unidos sobre el self washing, que literalmente se podría traducir como lavado cuerdo, pero que se refiere a cuando los periodistas y los medios adecuamos al lenguaje políticamente correcto los insultos que prefiere un sujeto noticioso, que obviamente no lo es, tratando de no exponer a los lectores y a la audiencia a la violencia verbal del emisor citado, y lo que la audiencia la violencia verbal del emisor citado, y lo terminamos, más incluso en contra de nuestra propia voluntad, naturalizando, haciendo lo correcto a quien no lo es. En palabras de la propia Ciri Husbeth, este concepto es dar un aire de sensatez a lo que no es más que locura. Ayer en este programa la periodista y conductora María Donner le explicó el ejemplo de Safewashing que debe evitarse bajo el gobierno de Mire. Escuchemos a María Donner. Ese día yo me había puesto a escucharlo previamente, era cuando fui a La Plata a inaugurar la campaña de los libertarios en La Plata, y me había puesto a escucharlo porque lo busqué en los canales de aire, no estaba, entonces me puse a escuchar por YouTube. Cuando termino de escucharlo por YouTube, le había dicho burro a unuco a a a Kicillof, entre otras cuestiones, y entonces pongo los canales para ver cómo, o sea, cómo abordaban eso. Y era muy duro con Kicillof, ¿entendés? Como unos abordaban eso. Y era muy duro con Kicillof, ¿entendés? Como unos zócalos que no decían lo que realmente había pasado. Era un presidente que había insultado a alguien, no era una persona que había sido duro en términos como habitualmente usamos los los periodistas. Sí conceptualmente duro, exactamente, no, no, no era Claro, exactamente, no no era Claro, como una idea abstracta de que es ser duro, ¿no? Entonces, y lo mismo cuando dijo ocho o nueve veces mierda, le dije, bueno, el señor presidente se acaba de dirigir a un periodista como Joaquín, sobre Moreno, y si no, no, que es una humana. Entonces, bueno, tomaba el concepto este de Ciri Hurbett, ¿viste? La ensayista norteamericana, que en un texto que seguramente leíste en el New York Times, dice, no hagamos same washing, ¿no? No hagamos, por no citar textualmente aquello que se dice, es una forma de como traducirlo a un lenguaje aceptable. Entonces, si yo no lo cito textualmente, estoy usando palabras aceptables para describir aquello que se dijo como si aquello que se dijo nos hubiese dicho finalmente, ¿no? Entonces Sí, se lo había dicho correctamente, pareciera de alguna manera. Interesante debate, ¿en qué ocasión el periodismo cumple mejor su misión? De llamar la atención de la audiencia sobre la mala praxis de nuestros políticos. Si antes, cuando todavía son amenaza, un peligro no consumado, porque todavía son candidatos, o recién que acaban de asumir, cuando todavía no comenzaron a hacer daño, o una vez que los hechos constatan el daño pronosticado. Un ejemplo que cruza el periodismo y la justicia es el pacto con Irán, que el periodista Pepe Lechev denunció en el diario Perfil en marzo de dos mil once, pero recién, en enero de dos mil quince, el fiscal Nisman tomó el caso y denunció a Cristina Kirchner por encubrimiento en el memorándum con Irán. Meses antes de que concluyera la presidencia, Cristina Kirchner, y no pudiera ser electo nuevamente lo que hablábamos de la detección estratégica. Podríamos preguntarnos, ¿sucederá lo mismo con el caso Libra y la justicia? Y en veinte veintisiete, por ejemplo, empieza a ser investigado seriamente y con fallos en contra el presidente Milei, o depende seriamente y con fallos en contra el presidente Milei, o dependiendo de las encuestas, si usted fuera electo, recién en veinte treinta y uno. Era evidente que Javier Milei, ya como candidato en veinte veintitrés, maltrataba a todo aquel que pensara distinto. Había que esperar que el hoy presidente este último mes le iniciara juicio a ocho periodistas, a Carlos Pagni, a Diana Canosa, Ariel y Jalad, a Julia Mengolini, a Jorge Rial, a Fabián Doman, a Mauro Federico y a Nicolás Lantos, o alcanzaba, con el antecedente que ya le había realizado juicio por injurias a cuatro periodistas cuando era diputado en veinte veintiuno, para conjeturar plausiblemente que su trato con el periodismo, si llegara presidente, iba a ser muy agresivo. Javier Milei, en este aspecto, fue intelectualmente honesto, no hizo como presidente lo que no haya anticipado como candidato, siendo igualmente honestos intelectualmente, lo que los medios escritos de las empresas tradicionales podríamos decir, es como alguna vez contó el director de estado de San Pablo, que le dijo su equivalente de un diario de Buenos Aires durante el balotaje veinte veintitrés textualmente, preferimos a un loco, a un HDP, entendiendo esto último metafóricamente con la amplitud de un vivo, un incontrolable, o simplemente desde esa perspectiva, para ser sinceros, cualquiera menos un peronista. ¿Fuesa la elección correcta? Pero la mayoría de las sociedades estuvo de acuerdo, y como sostiene Hill en las lecciones de filosofía sobre filosofía de la historia, la astucia de la razón utiliza las pasiones humanas para lograr sus fines históricos que sean necesarios, que no necesariamente siempre resultan en el acierto, sino también en un error ineludible para aprender y pasar a otro estadio de conciencia, o sea, para que las sociedades mejoren y, finalmente, progresen a través inclusive del error. Pero ¿debe el periodismo posponer sus críticas para ser empático con lo que quiere la audiencia, que finalmente son los los votantes, aún pensando que es un error que inevitablemente la sociedad debe atravesar? ¿O nuestra función, como la de la justicia, debería, por lo menos, en el ideal dejar que la astucia de la razón opere en el espíritu de la historia por otros carriles y cumplir nosotros el papel de periodismo crítico? Porque ese será siempre nuestro aporte. Periodismo y ocasión, cuando el cuándo es a veces más importante que el qué. Finalmente, si tuviésemos que recibir nuestra posición en una canción, deberíamos sintetizar en que hay que ser intelectualmente honestos con nuestra audiencia y con nuestros lectores, así que nos vamos con Siempre digo lo que pienso de Calle Tres.
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