![]() Editorial de Vilouta Paulo Vilouta - Conductor RESUMEN: La transcripción aborda la situación actual de la pobreza en Argentina, mencionando que, a pesar de que 11 millones de personas han salido de la pobreza, muchos argentinos aún enfrentan dificultades económicas. Se señala la importancia del control de la inflación y la necesidad de revisar los subsidios, especialmente para aquellos que realmente los necesitan. También se destaca la crisis energética, con un alto porcentaje de la población dependiendo de garrafas para calefaccionarse, lo que representa un problema serio en medio de un clima extremo. La transcripción concluye haciendo un llamado a mejorar la infraestructura y el acceso adecuado a servicios básicos para evitar situaciones que agraven la vulnerabilidad social. --- TRANSCRIPCIÓN COMPLETA: ¿Qué tal? Un horno. Bueno, comenzamos una nueva hora y acá estamos juntos hasta las diez de la mañana. Me tomo un minuto, como todos los días. Les venía contando que leía en estas últimas horas un trabajo del colega Francisco Jueguen, que es de La Nación. Donde contaba que la baja de la pobreza convive con el lamento de no llegar a fin de mes en la Argentina. Y estos datos porque un día apareció el presidente en un streaming ahí en la noche y hablan horas y llega un momento que uno pierde un poco el hilo. El presidente habló de once millones de personas que salieron de la pobreza. Un ché, pero estamos hablando de un número altísimo, ¿no? Porque con solo mirar los problemas generales que tenemos, uno dice: 'che, este número' y empieza a desconfiar. Yo no desconfío del INDEC porque hay, y lo dije siempre, y lo marco, y no soy de poner muchos adjetivos calificativos, pero el señor Marco Lavagna merece todo el respeto. Yo soy un funcionario que rompe una frontera, que pasa de un gobierno a otro tan antagónico como el de Alberto Fernández al de Javier Milei. Digo: 'che, el funcionario se mantuvo, es absolutamente creíble porque siempre lo fue, es intachable'. Pero al margen de esto, cuando te tiran un número tan demoledor, ¿eh? Por lo aficioso, uno dice: 'che, no estarán exagerando'. Este colega nuestro, Francisco, hizo un monitoreo por distintos lugares, se habló con Agustín Salvia, que es el coordinador de la UCA, que es el director, y habló también de un número bajo: treinta y uno coma ocho. Martín González Rosada, que es el director de la maestría en econometría de la UTDT, estimó que estamos en un treinta y dos, y así también, la gente de Cedias, de Exquanti, todos coinciden casi en lo mismo, ¿no? Que la pobreza bajó como consecuencia de dos cosas claves: el golpe mortal a la inflación, y el hecho de que la gente de menores recursos cobra convivencias en forma directa, sin intermediario, para tarjeta alimentar, asignación universal por hijo, el derecho a la leche, y no sé cuántas cosas más, sin esos delincuentes que estaban en el medio, que les robaban la plata, y sin la estruendosa inflación que tenía la Argentina. En esta convivencia de la baja de la pobreza y el lamento de no llegar a fin de mes, está la gente que dice: 'che, la verdad, yo noto que los gastos son más estables, yo noto que el índice de inflación es bajo, noto que si estoy en blanco, mis paritarias ya no son como antes, porque antes por ahí me daban un ocho, un diez, ahora me dan un uno de casualidad, pero también noto que tengo gastos que antes no tenía'. ¿Por qué? Porque la Argentina se acomodó y terminó con esta ridiculez sublime de los subsidios a una clase, en algunos casos hasta media alta, de subsidios que no hay que darle, porque hay que darle un subsidio a la persona que lo necesita. Hay que darle un subsidio al transporte a la persona que labura por poco dinero, la Argentina lo necesita. Hay que darle el subsidio de luz, gas, y agua a la persona que tiene pocos recursos, pero no a una persona que vive en la opulencia o que dice: 'che, yo pago treinta centavos de gas y después vivo lujos y cosas que la verdad, estaba todo desmadrado'. Y además eso lo pagamos con inflación, porque lo que yo podía ahorrarme de algún servicio, lo pagaba con la inflación brutal porque tenían que permitir cubrir todo eso. Paralelamente a esto, las dos argentinas que conviven: la que dice: 'che, por un lado tenemos la pobreza, bajó en un número realmente importantísimo', y la otra Argentina que le cuesta llegar a fin de mes, que saca créditos personales, o que está apretada en un montón de cosas, o el tema de las tarjetas de crédito, donde aquí también hay un uso muy alto porque la gente pateaba gastos para adelante. Y con la Argentina partida en dos figuras muy importantes, nos enteramos que ante un problema de la naturaleza, como es el frío, el cuarenta y seis por ciento de los argentinos utilizan garrafas para poder calefaccionarse, para poder bañarse, para poder cocinar. Y ante el mínimo problema, más allá de que nos cuentan que la crisis de frío congeló equipos de las plantas de la calera, y nos dijo a Pichana que a los dos minutos tenemos un problema muy serio, hay ciudades que están, como le pasó a Córdoba, Mendoza, Mar del Plata, con problemas muy serios para poder tener suministro de gas. Yo entiendo que es una crisis, que estamos con temperaturas altísimas, que hay un récord de consumo. Miren lo que será el consumo que hasta lo más económico o lo más cercano a la gente humilde, que son las garrafas, la menta aumentó un treinta por ciento, y no es porque a la gente le sobra comida y me compro, y me voy a comer una garrafa, no, porque hace un frío de muerte, y hay que calefaccionarse como se pueda. Pero cuando veía estos datos tremendos, donde el gobierno ya no va a intervenir con precios orientativos en un mercado donde predomina la población de bajos recursos, y vamos a tener que prestar mucha atención para que a esta gente la cuiden y la protejan. Si bien vamos a tener libertad y pueden venir garrafas de Uruguay, pueden venir garrafas de Paraguay, de Bolivia, y tal vez eso obliga a bajar los precios de la comida; pero también corremos el riesgo de que algún loco diga: 'che, esta garrafa no vale', y dice: 'Lucas, vale quince', y tal vez para ese sector vulnerable, los cinco mil pesos es un drama, un problema, o la imposibilidad de comprarlo. Así que estemos atentos. No sé si era el momento de liberar el precio ahora en plena crisis, con el frío y con el gas. Pero lo que me llama la atención profundamente, más allá de esta Argentina dividida entre la baja de la pobreza y el lamento de no llegar a fin de mes, es que solamente un sector de la población tiene servicios como la gente. Gran parte de la Argentina vive sin gas. En un país que, después de la crisis brutal en la cual metió la materia energética, alquilerismo, tendrá los recursos naturales a través de Vaca Muerta, hasta para poder vender. Ya no nos vende más Bolivia. Nosotros le vamos a vender a Hecho, le vendemos a Chile, les vendemos a Brasil, y autoabastecemos la República Argentina. Pero conectemos al país de una vez por todas. El cuarenta y seis por ciento de los recursos naturales dependen de la garrafa y de los tubos. La mayoría de la gente, hoy en esta provincia de Buenos Aires, que discute quién encabeza la octava, la tercera, la quinta, o no sé cuántas cosas más, no tiene cloacas o no tiene agua potable. Vive al borde de unos arroyos que son una vergüenza, arroyos que desembocan en el río de la Plata, que se transforman en el agua que potabilizada consumimos nosotros, los que vivimos en esta zona. Un país sin cloacas, un país sin agua, un país sin corriente, un país sin gas, cuando sobra gas, solamente entendible como consecuencia de malos gobiernos y de profunda corrupción. La plata fue a lugares donde no tendría que haber ido y no fue a lugares donde tendría que estar. Con que cualquier argentino prenda un gasificador, encienda un calefón, un termotanque, pueda medianamente calefaccionarse, cuidando, por supuesto, la tarifa, porque ahora depende de nosotros. Si no tiene guita, el Estado emite y tenemos inflación. Ahora nosotros somos los dueños de nuestra propia casa y de nuestras propias facturas. Por supuesto que con un esfuerzo importante, porque nos acostumbraron a algo que era irreal y ficticio, pero por favor, sin gas en la mayoría de los lugares de la República Argentina, dependiendo de garrafas, dependiendo de tubos y dependiendo del precio que puede poner alguien, no se puede hacer nada. Dependiendo del precio que puede poner alguien, siendo sobre un montón de gente en condición muy vulnerable. Ojalá que no sea hasta el próximo frío. Ojalá que algún día en la Argentina hablemos de obras de infraestructura, de acceso a estos servicios para toda la gente, sin tener que romperse el bolsillo y un Estado comprometido en cosas serias y reales. Menos garrafas, menos tubos, más instalaciones, más corriente, en este caso, y fuente de gas para todos los hogares argentinos, sin depender de este tipo de situaciones tan decadentes en el año 2025, donde todavía hay problemas. Menciones: _GLOBAL_EDITORIAL
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