15/06/2025 Clarín - Nota - Opinión - Pag. 32

La condenada que intranquiliza a Milei
Eduardo van der Kooy

El gobierno de Javier Milei ha empezado a conjeturar sobre los tiempos políticos que insumirá el aval de la Corte Suprema al fallo que condenó a Cristina Fernández a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.
El misterio radicaría en las velocidades: si la centralidad pública que ha retomado la ex presidenta resulta prolongada o circunstancial; si el reagrupamiento del peronismo se conserva hasta las elecciones legislativas o retorna pronto la segmentación observada hasta que se divulgó aquella decisión del máximo Tribunal.
El enigma resulta una razón de intranquilidad para los libertarios. La determinación de Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti no les cayó bien no quizá porque no la compartan en su esencia. Simplemente, porque delineó otro territorio electoral donde la contrincante visible no será Cristina. Tampoco resulta sencillo predecir cuál podría ser el comportamiento social, sobre todo en Buenos Aires, donde existe un acervo cultural peronista que podría sentirse acicateado por la ausencia de la ex presidenta condenada.
Milei habría perdido uno de los presupuestos básicos de su estrategia electoral que consistía en la confrontación con la líder kirchnerista. Conserva otro que le continúa jugando a favor: la baja de la inflación que perforó en mayo el piso del 2%. Fue 1.5%. La más baja en cinco años. El éxito, sin embargo, asoma condicionado por una cantidad de conflictos sociales a los que presta escasa atención y conservan una persistente onda expansiva.
La sorpresa e intranquilidad del Gobierno que derivó del fallo de la Corte quedaron reflejadas en su comunicación. Milei celebró primero, desde el exterior, fustigando a los periodistas que habían hablado de la existencia de un pacto de impunidad con la ex presidenta a raíz de la maniobra libertaria en el Senado para tumbar el proyecto de Ficha Limpia. Luego despachó un tuit con las palabras "Justicia. Fin". Remató más adelante que habría sido la primera vez que la Justicia independiente habría podido actuar sin la intromisión de un gobierno.
Ni una alusión a los considerandos del fallo, a la corrupción, ni a Cristina.
Ocurre que la figura de la líder kirchnerista habría comenzado a preocupar. Hasta la condena, la ex presidenta no encontraba un anclaje que la volviera a conectar con sus seguidores. Por ese motivo y para resguardarse en los fueros y resistir la condena había decidido apostar a la disputa de la Tercera Sección Electoral, el Sur bonaerense.
El arresto podría haberle concedido un lugar en la escena.
Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, el funcionario con mayor experiencia política, alguna cosa divisó en la nueva realidad.
"Espero que esto no se convierta en un show", advirtió. El espectáculo había comenzado cuando Cristina salió repetidamente al balcón del domicilio de su hija, donde reside, para saludar y bailar delante de la militancia. Sus pocas frases no resultaron una casualidad. "Soy una fusilada que vive", afirmó.
La palabra utilizada tuvo premeditación.
Se acopló con una vieja historia de la resistencia peronista que el kirchnerismo se encargó de agitar en esas horas. Un día antes del fallo de la Corte Suprema –es decir el lunes 9-se cumplieron 69 años de los fusilamientos de José León Suárez ocurridos en 1956. Rebelión de militares peronistas encabezados por el general Juan José Valle, que sofocó la Revolución Libertadora.
Cristina suele ser artista para activar esas emociones.
Nunca debe pasar de largo un recuerdo. La ex presidenta, en un contexto social mucho más favorable que el presente, enviudó el 10 de octubre del 2010 cuando repentinamente murió Néstor Kirchner. Desde ese día compuso un personaje, ataviada de luto, y cimentó un liderazgo que le permitió avasallar en las elecciones del 2011 con el 54% de los votos en la primera vuelta.
Cristina logró en los primeros días posteriores a su condena algunas cosas que le resultaban imposibles. Habrá que ver si perduran cuando baje la espuma. Abroqueló en torno suyo a casi todo el peronismo.
Incluso a los gobernadores Osvaldo Jaldo, de Tucumán, y Raúl Jalil, de Catamarca, que vienen colaborando con Milei en el Congreso. Aparecieron dirigentes que habían cortado los lazos políticos y personales.
Recibió personalmente a Guillermo Moreno, el ex secretario de Comercio y adulterador del Indec. Le abrió las puertas a Ricardo Quintela, el riojano que la había desafiado por el control del PJ.
No le hacía falta nada de eso, a lo mejor, para avanzar con una determinación. Cree haber retomado su papel de jefa y difícilmente ceda la lapicera para la confección de las listas en las próximas elecciones legislativas.
No sería grata noticia para Axel Kicillof que también debió acercarse personalmente a Cristina, en dos ocasiones, para expresarle solidaridad. El gobernador de Buenos Aires habría entrado en zona de apremio.
Sus hombres en La Plata supusieron en algún momento que la condena podía sacar a la ex presidenta de la cancha. Dejando campo libre para su proyecto presidencial 2027 y la renovación con su línea interna "Derecho al Futuro". Ha comenzado a recibir con rapidez presiones para que eche atrás la decisión de desdoblar las elecciones en Buenos Aires. Anular el 7 de septiembre. Las insinuaciones vinieron, por supuesto, de parte de La Cámpora. También de intendentes del Conurbano que militan junto a él. Uno conocido fue Jorge Ferraresi, de Avellaneda, que considera a la ex presidenta una perseguida.
Axel resiste.
La idea de la proscripción y la persecución formará parte medular del libreto kirchnerista en campaña, por lo menos en Buenos Aires. Esos registros en el Interior perderían intensidad. En cualquier caso, representarán una incomodidad objetiva en el principal distrito electoral para la alianza que La Libertad Avanza construye a medida que se devora al PRO. Para enfrentar aquel desafío el oficialismo debería tener más cuidado con sus protagonistas y sus modos. José Luis Espert, por ahora cabeza de lista bonaerense, agravió con salvajismo a Florencia Kirchner, la hija de la ex presidenta, durante un acto en la Universidad Católica Argentina (UCA).
Su conducta derivó en un escándalo. Los sensores de Karina Milei se volvieron a activar.
Siempre ha resistido a Espert.
Aquel exabrupto del diputado resultó disonante con la reacción cautelosa que evidenció La Libertad Avanza frente a la condena de Cristina. El Gobierno está obligado a recomponer su estrategia parlamentaria porque se avecinan días complicados. Luis Caputo, el ministro de Economía, necesita la aprobación de los proyectos que garanticen la posibilidad de que los ciudadanos usen "los dólares del colchón". Milei deberá quizá reclutar a nuevos "héroes" que consigan sostener el veto que piensa aplicar al aumento a los jubilados y la ley de emergencia por discapacidad que aprobó Diputados y consagrará con certeza el Senado.
Unión por la Patria tuvo en el Congreso una primera reacción de furia luego de la condena a Cristina. Se retiró de la Comisión de Asuntos Constitucionales negándose a tratar un proyecto para reformar la Auditoría General de la Nación (AGN).
Cecilia Moreau, sin ruborizarse, explicó que aquella decisión obedecía a que "el Estado de Derecho en la Argentina está muriendo".
Tampoco debe sorprender. La simulación ha sido siempre una de las grandes destrezas kirchneristas. Máximo, el hijo de Cristina, apareció un par de veces por televisión hablando de su madre y de la necesidad que los libertarios pongan fin a los discursos del odio. Por momentos emuló a un pastor. En simultáneo, un comando de La Cámpora ingresó a Canal 13 y TN portando palos. Destruyeron instalaciones a mansalva.
Incluso varios autos que estaban en el estacionamiento. Uno de ellos propiedad de Margarita Stolbizer.
Varios de los vándalos ocupan todavía cargos en organismos del Estado. El más conocido es José Lepere, camporista bonaerense de Almirante Brown, secretario de Interior de Eduardo "Wado" de Pedro, cuando el dirigente de Mercedes era ministro de Alberto Fernández y gendarme de Cristina. Otro gran simulador.
Fueron ellos, entre varios, los que agitaron desde hace años el argumento de que el proceso judicial de Cristina estaba viciado de nulidad por supuesta connivencia de tres funcionarios judiciales (de los 17 que tomaron parte) con Mauricio Macri. La Corte replicó en su fallo que la defensa no pudo indicar "una sola circunstancia concreta que permita inferir razonablemente que se comprometió la imparcialidad de los jueces" en la causa Vialidad.
El caso más meneado fue el del camarista Mariano Borinsky que jugó alguna vez al padel con Macri. También se apuntó contra el fiscal Diego Luciani por intervenir en un campeonato de magistrados que se realiza en un predio lindante a la residencia Los Abrojos, propiedad del ingeniero. Luciani pidió 12 años de prisión para Cristina y el arresto inmediato. El fiscal llegó a su cargo impulsado por la ex procuradora K Alejandra Gils Carbó. Integró además el tribunal que en 2014 aconsejó la separación por mal desempeño de su colega José María Campagnoli. Había osado investigar nada menos que a Báez. La memoria kirchnerista suele ser corta y selectiva.
De hecho, soslayó que en 2024 instruyó un juicio político contra la Corte Suprema.
Ventilando e inventando acusaciones. Ese episodio pudo haber fomentado la unidad de los tres jueces, muchas veces distancidos, sellada con el fallo contra Cristina. Prólogo quizá de otras novedades sonoras que pueden llegar

El viaje presidencial al exterior y la baja inflacionaria pasaron casi de largo por la centralidad política que el fallo de la Corte Suprema otorgó a Cristina Fernández. La dama encontró una forma de reagrupar al peronismo y recuperar cierta épica. Se verá si dura. El Gobierno tendrá que rediseñar su estrategia electoral al no poder confrontar con la ex presidenta

Cristina Kirchner. Ex vicepresidenta


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