07/06/2025 La Nación - Nota - Opinión - Pag. 33

EMPRESARIOS & CÍA. Parte importante de la oposición valora el equilibrio fiscal logrado por el Gobierno, pero objeta el modo en que ajusta las cuentas para conseguirlo; hay lugares donde el bisturí parece el mejor instrumento
El Estado, el gigante que Milei no derrotó
Francisco Olivera

fl debate legislativo para ' aumentar jubilaciones y extender la moratoria previsional y, en menor medida, la crisis del Ga- rrahan, mostraron esta semana un punto de encuentro: hay una parte importante de la oposición que valora el equilibrio fiscal logrado por Milei pero que, al mismo tiempo, objeta el modo en que ajusta las cuentas para conseguirlo. No es lo mismo un ñoqui que un residente, parecen decir. Si esto es así, la Argentina habría logrado al menos unconsensoimportante y estaría entrando en una discusión su- peradora: la de la asignación de los recursos. Sin embargo, la caída de los bonos no bien se aprobaron los proyectos en Diputados permite lecturas más escépticas. La del mercado, por lo pronto, que acaso se haya preguntado esa tarde lo mismo que Pablo Gerchunoff en Twitter: "¿Esto es equilibrio fiscal sostenible o gasto público reprimido?".
La duda es medular porque indica hasta qué punto se ha superado la etapa de los delirios económicos. El gasto social representa 60% de las erogaciones del Estado: difícil pensar en un recorte que pueda esquivarlo. Y más en un país que viene acumulando desequilibrios desde 2008, cuando cobraron vigor las moratorias y se estatizó el sistema previsional.
La composición del Congreso no es ajena a estas tensiones. Representa cabalmente a una sociedad que celebró o al menos toleró que el Estado tomara no solo el flujo, sino el stock que cada aportante tenía ahorrado hasta entonces en su cuenta individual, y que 17 años después, agotada por unacrisis con dos dígitos de inflación, terminó eligiendo a Milei en un balotaje. Es ese Congreso, ámbito indicado institucionalmente para discutirla asignación delgasto, el queno termina de convencer a quienes podrían apostar por los bonos argenti- nosy, como consecuencia, contribuir a la baja del riesgo país. El mercado no termina de creer. ¿Supone que los proyectos queincluyen aumentosju- bilatorios con su respectiva fuente de financiamiento son un dibujo?
Es cierto que la experiencia reciente tampoco contribuye. La Argentina va por su tercer presupuesto postergado por falta de acuerdos. Y que tampoco la sociedad parece a veces convencida de sus propios tópicos. Según la última encuesta de la Universidad de San Andrés, la aprobación del gobierno de Milei subió en mayo 4 puntos y llegó al 49%, frente a un 48% que lo desaprueba, y el nivel de satisfacción con esta administración pasó de 36 a 42% desde marzo, con "la política económica" como logro más valorado. Y, sin embargo, dice el informe, el 52% de los consultados prefiere "un Estado más grande", contra un 27% que quisiera "un Estado más pequeño". ¿Debería Milei guardar la motosierra? Los entrevistados se adentran también en el presupuesto: piden aumentarlo en seguridad social (84%), salud pública (83%) y educación (77%).
A la luz de este contexto, el superávit parece más el fruto de una convicción personal de Milei que de un consenso. Es lo que lleva a muchos empresarios a preguntarse si un líder dialoguista habría podido conseguirlo. Y al mercado, a dudar. No es por ideología que la pregunta más recurrente en foros corporativos sea últimamente qué pasará en las elecciones. ¿Cómo ves a la Argentina?, le
preguntó anteayer, en un seminario organizado por Endeavor, el politó- logo Rosendo Grobocopatel a Pao- lo Rocca, y el de Techint esquivó la pregunta. "La industria comparte su destino con la comunidad de la que forma parte", contestó. Todo dicho. "Sos un hábil declarante", concluyó el entrevistador.
Los empresarios valoran el ordenamiento de la macro, pero el futuro sigue siendo una incógnita: no todos los sectores muestran el mismo grado de recuperación y la productividad está en el nivel más bajo en 20 años. ¿Cómo mejorarla? ¿Bajando impuestos? ¿Y las jubilaciones?
El estilo de Milei puede además ser
útil para hacer política y, como dice Santiago Caputo, confrontar con "el partido del Estado", pero tiene una contraindicación: provoca a veces malestar entre quienes deberían ser sus aliados para reformas que le den sustento al programa. Acaba de pasar con Pro, donde no todos han superado todavía las ofensas de la elección porteña. No tanto Mauricio Macri, que recomienda olvidarse de esa derrota y centrarse ya en 2027, pero sí varios diputados que esta semana se abstuvieron y permitieron la media sanción. María Eugenia Vidal, Silvia Lospennato, Luciano Las- pina. Socios del balotaje que ahora acusan al oficialismo de mentirles y hasta de ser mal pagador por lo que creen haberle aportado en 2024: gobernabilidad. "Sin nosotros, estaríamos en un gobierno de unidad de Massa", llegó a oírse en ese espacio esta semana.
El martes, un día antes de la votación, varios fueron a ver a Macri a las oficinas de Pro en la calle Balcarce. "Voten a conciencia", instruyó el expresidente, que sonreía horas después, con el resultado puesto. Macri cree que esos números, que dejan al Gobierno a 20 votos de los necesarios para sostener un eventual veto, incidirán en la negociación por las listas para octubre.
A los radicales les pasa algo parecido. El miércoles, enterado de que Osvaldo Jaldo, gobernador de Tucumán, había alineado a sus diputados para votar a favor del aumento en las jubilaciones y la emergencia en discapacidad, alguien del bloque de Rodrigo de Loredo recomendó a sus correligionarios: "El que sienta que tiene un compromiso con el Gobierno guárdelo para otra ocasión porque en esta pierden".
Y así fue. Martín Menem, jefe del bloque oficialista, lo sabía desde temprano. "Ya está, esto va al veto", dijo a la tarde. Además de Jaldo, gobernadores como el salteño Gustavo Sáenz o Gerardo Zamora, de Santiago del Estero, habían decidido esta vez no acompañar. Desconfían. Temen, por ejemplo, que la Casa Rosada les transfiera ahora el costo de los hospitales nacionales. "La salud es provincial", dijo Federico Sturzene- gger en una entrevista con Antonio Laje. ¿Será el próximo paso?
Perturbaciones que trajo la crisis del Garrahan. Un conflicto que expuso a los residentes, pero que en el Ministerio de Salud venían intuyendo desde antes, no bien detectaron la resistencia que la aplicación de controles biométricos provocaba en algunos jefes de servicio. Uno de los tabúes de la salud. ¿Qué médico prestigioso está dispuesto a cumplir horario en el hospital público y resignar, así, las horas que le permiten lograr un ingreso acorde con el cargo en el sector privado?
El Gobierno necesita resolver el conflicto con urgencia y sin mostrar debilidad. Detrás del Garrahan viene una lista de sectores heridos por el ajuste. Todos reclamos justos. Igual que los empresarios, está obligado a ser eficiente. En el cobro a pacientes con prepaga que muchas veces se atienden gratis, por ejemplo, o frente a deudas de obras sociales provinciales. La preocupación de Jaldo.
Son temas sensibles y explosivos. Y no solo dentro del Gobierno. Era ya la madrugada del jueves cuando Máximo Kirchner bajó furioso hasta la banca de Germán Martínez, jefe del bloque de UP, para reprocharle que los radicales hubieran colado en el texto de la discapacidad un artículo incómodo para los diputados de extracción sindical. El punto en cuestión, introducido por Natalia Sarapura, dice que los empleadores que contraten trabajadores con discapacidad por tiempo indeterminado serán eximidos del 50% de los aportes patronales. La peor propuesta para Paco Manrique, Sergio Palazzo o Vanesa Cilley. "No podemos estar permanentemente sacando aportes a los sistemas", dijo Manrique. "Esto es más desfinan- ciamiento del sistema previsional", concluyó Palazzo. Y hasta el bloque de Miguel Pichetto tuvo fricciones. Al ver que se aprobaba la extensión de la moratoria previsional, algo que no había acordado con sus compañeros, Pichetto pegó un puñetazo sobre la banca y encaró a Nicolás Massot. "Vos me cagaste, pendejo: sabías que esto iba a salir así", le dijo, y abandonó el recinto apurado.
El Gobierno espera que las elecciones de octubre le den al Congreso otra composición. Hasta ahora, desde afuera, el inversor ve un país tironeado o sin rumbo nítido. El mito del Estado presente tiene un costo en riesgo país. Milei debe administrar con la precisión de un tiempista. Metáfora obvia: hay lugares en los que el bisturí parece el mejor instrumento.


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