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18/05/2025 Perfil - Nota - Política - Pag. 15
El Presidente ya piensa en otro ajuste
Roberto García
Lo dijo Elisa Carrió esta semana en relación con Mi lei y su equipo: hay un después, no solo celestial. Más cercano, tangible . Una forma de advertir que ciertas exageraciones del oficialismo luego se pagan. En tribunales, donde ya se iniciaron causas, y también en la calle con adherentes fanáticos que más tarde se olvidan de su propia historia. Sin embargo, Carrió es pólvora mojada y su recomendación va en el mismo declive político que ella atraviesa –entre tantas mutaciones personales–, de hiriente Juana de Arco a simpatizante hippie, con vincha multicolor, instigadora hoy del amor y paz. Con retraso, quizás. No es la primera, sin embargo, que les advierte al mandatario y seguidores sobre la desproporción de ciertas acusaciones, la agresión a determinadas personas, y el sofocante ataque a negocios prebendarios y tradicionales de la Argentina. Para Duran Barba es consecuencia del síndrome de Hubris, otros le atribuyen los excesos a la falta de formación histórica por desarrollar demasiados frentes al mismo tiempo, casi de Napoleón o Hitler, aunque lo cierto es que hoy ese desafío singular del Presidente tendrá que rendir cuentas en el veleidoso campo electoral de la Ciudad de Buenos Aires. Un distrito rara vez comparable al resto del país. Y decidió él mismo empaparse en una justa menor, municipal, limitada, que algunos deben ver como el antecedente de una conducta prolongada para las elecciones nacionales de octubre. Vaya Dios a saber. El cerebro que alimenta atrevimientos y cambios en Milei, Santiago Caputo, fue notificado hace meses por esa recurrente devolución en el poder de premios y castigos. Lo de Carrió es rancio. A los pocos meses de iniciarse como el más influyente personaje en la Casa Rosada, ya presumía de su capacidad de dañar y señalaba el último libro de Marcos Peña en su escritorio, El arte de subir y bajar la montaña, herido con un cuchillo romano que lo atravesaba para descalificar al autor y al mensaje. Más una cuestión personal mal o nunca dirimida que una crítica al texto. Igual el superasesor ya ha dicho que esas alternativas en el poder han sido contempladas para su vida futura, cuando concluya su ejercicio con Milei: le encantaría irse a vivir a Montana, en los Estados Unidos, vida más aislada y menos hostil a pesar del frío para un retirado de la política. El mismo Peña –dicen– lo llamó por teléfono para explicarle la naturaleza del libro y el mensaje que incluye. Hubo poco entendimiento aunque Caputo tampoco pudo sublimar esa discusión: no ignora que en Olivos, Milei recibe a menudo para comer a Alejandro Rozichtner –quien debe llevarse el vino–, cambiar opiniones y consejos, justo el mismo que estuvo durante cuatro años, por lo menos, junto a Peña en la hechura de otros emprendimientos literarios en el pasado y algunas astucias contra los adversarios. Estamos, otro libro de ambos, es un testimonio anterior de lectura, por ejemplo. Todos también se adaptan: a Rozichtner se lo convoca los domingos para escuchar ópera en la residencia presidencial, quien mutó radicalmente de preferencias musicales. Antes se especializaba en el rock nacional, pasaba horas y días con el finado y notable surrealista Luis Alberto Spinetta, trabajaron juntos, eran amigos. Parece que es momento de que Rozichtner cuente sus memorias (incluso su cercanía anterior con Mauricio Macri) o, al menos, las de otros. Comentarios aparte, por las contingencias políticas, parece que Milei ha suspendido en parte esas tenidas domingueras o invita a pocos contertulios de militancia económica, tipo Juan Carlos de Pablo o Miguel Boggiano. No todo es Rossini en la vida. Al margen de los resultados de hoy, de intrigas internas como la del asesor Caputo con la hermana presidencial, Karina, y de deseos futuros (la metáfora del exilio del ingeniero Macri y la de Cristina Fernández viviendo 200 años haciendo política), el Presidente desde esta semana se introduce en un capítulo de ajustes progresivos y trascendentes: el marco técnico y legal para liberar dólares coleccionados por ahorristas, sea en el colchón local o en el exterior, la eliminación de ciertos impuestos, quizás la avanzada sobre una siempre prometida reforma laboral, sea en parte por ley y otras por decreto. Se verá, en este caso, el expertise de la ministra Sandra Pettovello para encabezar el plan, mujer de un solo periodista para dialogar y escasamente reconocida por su habilidad por descomprimir económicamente a los piqueteros (de Grabois a Pérsico, entre otros) aunque las palmas de la tranquilidad social se las ha llevado Patricia Bullrich por frenar con la policía eventuales disturbios. Pettovello planea sobre un área como Trabajo, a cargo de un solícito y efusivo ex jefe de personal del sector privado, Julio Cordero, aunque la mayoría de las medidas futuras han sido reservadas para la pluma de Federico Sturzenegger y un núcleo de abogados laboralistas que lo acompaña. Otro grupo, otro mando. Milei puro. Nadie sabe aún si las reformas en este rubro se pegan a la previsional y la tributaria, si que la voluntad de estos proyectos comprometidos con el Fondo Monetario Internacional no habrán de aguardar a las elecciones de octubre. Un propósito que, en términos generales, se desconoce en los informes de los especialistas, sean econochantas o de "los que la ven", inducidos por el habitual clima de fronda previo a los comicios. "No es el momento", arguyen. En esta ocasión, como en anteriores, Milei siempre puede dar sorpresas, poco temeroso de los guarismos electorales, más convencido –sin pensar en lo que ocurra hoy– de que el escuálido exponente político que no resistía dos meses de gobierno ahora habla de la reelección en 2027 y cómo mantener las formas después de ese nuevo mandato.
Parece que Milei ha suspendido, en parte, las tenidas de ópera domingueras.
Los proyectos comprometidos con el FMI no van a esperar a octubre.
Mas allá de los resultados . Milei planea poner en marcha un conjunto de reformas.
#23318430 Modificada: 18/05/2025 01:53 |
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Cotización de la nota: $1.567.995
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