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11/05/2025 Perfil.com - Nota
Tribulaciones del Pinocho libertario
Roberto García
Finalmente, Javier Milei se equivocó. Y no le debe causar gracia: todavía los medios convencionales de prensa se imponen al mundo de las redes sociales, el agónico periodismo del rumoreo (los ensobrados para el Presidente) persuadió a la población más que los mensajes oficiales y oficiosos vertidos en X o en Facebook, de pobre argumentación y nulidad informativa. Así se confirmó insólitamente “una versión de una versión” (algo así como “me dijo alguien que se encontró con otro que estuvo en una reunión, pero no brinda su nombre”) que en la tapa publicó Clarín y otras expresiones hegemónicas, sin fuentes ni firmas, sobre la existencia de un pacto secreto, quizás espurio, entre el Presidente y Cristina Fernández de Kirchner a través del boyante misionero Carlos Rovira –patrón de los dos senadores clave que bloquearon la eventual norma– para voltear el proyecto de ley de la “Ficha Limpia” el pasado miércoles en la Cámara Alta. Arrasó esa especie de periodismo, al que falta mucho para odiar más según Milei, sobre la armada pululante del Gobierno, paga o simpatizante, que inundó el espacio aéreo diciendo lo contrario. Con la contribución habitual de un jugador que siempre queda en off-side: Guillermo Francos, quien expresó que nunca podría hablar Milei con Rovira porque no tiene siquiera su número telefónico. Algo pueril el jefe de Gabinete. La mayoría de la audiencia se tragó el pescado justo cuando el Gobierno lo negaba y el Presidente se refería de nuevo a ese monopolio de prensa como uno de los grupos empresarios más corruptos del país, en flagrante decadencia y con desmedida ambición (quedarse con el unicato comunicacional al comprar Telefónica, operación que Milei se obstina en no aprobar). Incluyendo en ese paquete depravado a ciertos profesionales de la actividad, de otras expresiones y con trayectorias diversas. Hasta se había anotado en ese juego el ministro de Economia, Luis Caputo, tardío oráculo sobre el declive comercial de la prensa escrita y otros órganos. Se supone que estará más despierto en las cuestiones económicas (debe interesarle estas extrañas comuniones legislativas, ahora debe confesar lo que sabe del caso Libra en lugar de la hermana Karina). Tal vez no le falte razón al Gobierno en ciertas imputaciones al poder concentrado de ciertos medios –muchas advertidas en su momento por Néstor Kirchner y multiplicadas por Guillermo Moreno– pero se apresuró en suponer que estaban liquidados los medios que no le gustan y, en política como en el fútbol, regla un imperio: no se trata de merecimientos, sí de resultados. Y en ese score capitalizó “la versión de la versión”, entonces uno a cero en contra de Milei, si es que el partido empezó esta semana. Brotaron reminiscencias del pasado para explicar el presunto maridaje entre Milei, la viuda de Kirchner y el dirigente provincial que no puede incluir en su cuerpo el enorme poder del territorio Misiones, suficiente para ordenar a sus dos senadores votar contra la “Ficha Limpia” y, también, en contra de lo que antes se había comprometido a realizar. Tampoco hay que exagerar. El volumen físico de Rovira puede encajar en el Cuento de Gulliver, en los habitantes de la isla de Liliput (basta recordar cuando lo subieron casi de prepo en un helicóptero , como si fuera una mascota sentado en la falda de uno de los fugados, en la huida de un Chapadmalal ardiendo en la crisis final del gobierno del breve Rodríguez Sáa), pero esa descripción no es un desmedro, se le reconoce un talento singular a quien fuera gobernador: dueño político de la provincia por décadas al heredar a Ramón Puerta sin que éste haya muerto, todopoderoso a pesar del tamaño. Precavido y discreto –por momentos de un seguidismo humillante con Cristina–, si tuviera que ir a París seguramente no saldría desde Ezeiza, buscaría otro lugar de partida, Montevideo, Asunción. El operativo final que mandó a la lona la bienpensante “Ficha Limpia” parece rescatado del contubernio de principios de siglo entre socialistas, conservadores y antipersonalistas contra Yrigoyen. Una alianza impensable. O en la denuncia del dudoso pacto militar-sindical que seguramente influyó en el ascenso de Raúl Alfonsín a la Casa Rosada. En el caso actual, la endeble liga del Gobierno con Cristina –más allá de las palomas mensajeras entre Wado de Pedro y Santiago Caputo– parece apuntar a un objetivo común, una elemental jugada del Gobierno para despellejar a Mauricio Macri, todavía no repuesto del golpe, como si hubiera sorprendido a su mujer con otro. Ni hablar de la candidata Silvia Lospennato, quien pensaba que la aprobación del proyecto le rendiria el próximo domingo en las urnas, aunque tal vez –para seguir con la infeliz recurrencia del sexo– le resulte beneficioso el papel de mujer violada en el ómnibus, estupefacta. Cristina, mientras, logró una habilitación para competir en todo el país, no solo en la provincia de Buenos Aires, un límite que finalmente era el objetivo de la “Ficha Limpia” para borrar a postulantes con doble condena. Ahora solo queda expuesta a lo que finalmente la Corte Suprema decida con el recurso que ella presentó para dilatar su permanencia política y que el tribunal determinará según las condiciones climáticas. Queda una intriga final: si se confirma a Milei como un Pinocho de esta época, tarea a la que se lanzaron a probar los medios convencionales en una pelea de embaucadores con el entorno oficialista en las redes, habría que descubrir el nudo que obligó a Rovira instruir a sus dos senadores contra la “Ficha Limpia”. A nadie se le ocurre pensar que el evasivo dúo votó por convicción, consejo familiar o recomendación del nuevo Papa. Siempre hay un precio.
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#22620716 Modificada: 11/05/2025 05:02 |
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