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10/05/2025 Perfil - Nota - Economía - Pag. 19
A Caputo se le acaba el tiempo, el riesgo país no baja yvolverá a usar reservas
Carlos Burgueño
El 9 de julio vencen US$ 4.500 millones de deuda soberana. El ministro ya consiguió US$ 2 mil millones con un préstamo del JP Morgan y otros bancos. Pero es imposible que la Argentina regrese antes de esa fecha a los mercados voluntarios internacionales para conseguir los US$ 2.500 millones que le faltan. Economía esperaba que tras el anuncio del acuerdo con el FMI, la tasa de riesgo de la Argentina perforaría los 500 puntos básicos en mayo. Pero al comenzar el mes se estacionó por encima de los
Luis "Toto" Caputo no llega a tiempo. Lo sabe. Lo reconoce. El ritmo de declive del riesgo país marcha de manera demasiado lenta. Y salvo algún milagro financiero de aquí a mediados de junio, será casi imposible que perfore la barrera de los 400 puntos básicos para fin de ese mes. En consecuencia, resulta imposible para el ministro de Economía poder volver antes del 9 de julio a los mercados internacionales voluntarios de deuda soberana para conseguir los US$ 2.500 millones que restan acumular para pagar en tiempo y forma el vencimiento de Bonares y Globales del próximo 9 de julio de 2025. En total, el compromiso asciende a los 4.500 millones de dólares, pero Caputo y su secretario de Finanzas Pablo Quirno ya consiguieron unos US$ 2 mil millones para este fin; provenientes de un préstamo directo de parte de bancos internacionales (uno de ellos el JP Morgan), que obviamente mantienen una relación amistosa con el país. Esta operación fue anunciada el mismo 11 de abril por la tarde, en tiempos en los que el ministro presentaba en sociedad el acuerdo de Facilidades Extendidas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), junto con otras líneas de créditos provenientes de organismos financieros como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Fue el día en el que, además, se anunció la apertura del cepo para la compra de dólares por parte de los particulares. Pasó desapercibido en medio de esas presentaciones, pero Caputo mostró sus primeras cartas para ir precalentando la manera en que se pagaría el vencimiento del 9 de julio; el más importante que le resta ejecutar al Gobierno antes que cierre el 2025. Y vuelvan a caer en los 2026 compromisos similares. Los operadores que seguían atentamente aquellos anuncios que aún no cumplen un mes, hacían cuentas y trataban de entender los mensajes del ministro en cuanto al vencimiento en cuestión. Lo que les quedó en claro, es que la intención del Palacio de Hacienda era la de esperar a que una vez presentado el acuerdo con el FMI, y confirmado que la habilitación de compra de divisas no haría estallar el tipo de cambio, que además se movería entre bandas; el riesgo país, por fin, reaccionara y llegara a navegar antes que termine mayo en la frontera de los 500 puntos básicos y hacia mediados de junio en el equilibrio de 300 y 400 puntos. Era su cálculo. Y el de varios analistas locales cercanos, de alguna manera, al Gobierno y merecedores de haberlos quitado de la calificación de mandriles y otras lindezas. Eran tiempos de suba de bonos a la expectativa de los nuevos índices de riesgo país. Sin embargo, esos buenos tiempos nunca llegaron y el indicador llega a la segunda semana de mayo con un seis por delante como principal mejora. Lejos de los 500 que debería manejarse para poder colocar deuda en dólares de un dígito, y precalentar así una operación de retorno triunfal a los mercados internacionales. Quedará para más adelante. Para conseguir dinero para el 2026 quizá. Pero por ahora, es imposible. Como reconoció el lunes de la semana que terminó el propio Luis "Toto" Caputo al participar en un programa de Streaming. En el evento el ministro fue realista al reconocer que se hace difícil conseguir dinero de los mercados voluntarios de deuda. Pero le echó la culpa a otras playas lejanas al Palacio de Hacienda. Una internacional y otra criolla. Primero, la crisis generada por la guerra de aranceles de Donald Trump contra el mundo que generó una crisis internacional de proporciones que aún cuesta mensurar. Segundo, las expectativas electorales ante el acto de octubre próximo, donde el Gobierno se jugará su supervivencia legislativa; y donde para el ministerio el kirchnerismo sigue siendo un fantasma que espanta inversores financieros de confianza y eleva el riesgo país. Llegó el tiempo entonces de comenzar a readecuar la ingeniería financiera para conseguir unos US$ 2.500 millones para cumplir con el compromiso. La que no será muy sofisticada. El dinero saldrá de las reservas del Banco Central, que ahora parecen abultadas luego de la llegada de los dólares del FMI. El Fondo había autorizado el uso de parte del dinero para este fin, como alternativa para la eventualidad que el ministerio no consiguiera los fondos del mercado secundario. Habrá que descontar seguramente entonces esos U$S 2.500 millones de los 12 mil millones de dólares que giró el FMI aquel día para fortalecer las reservas. Todo en orden. El dinero para cumplir con el pago está disponible, aunque Caputo y Quirno no logren esa colocación de deuda voluntaria en los mercados internacionales. El problema surge hacia delante, para luego de ese 9 de julio. El Gobierno se comprometió ante el FMI a lograr un incremento neto de las reservas del Banco Central por unos US$ 4 mil millones; para cumplir la tríada de metas firmadas. Las otras dos son fáciles de lograr: el superávit primario de 1,3% del PBI (será superior al 1,6%) y la no emisión de pesos. Así como el 2024 se complicó por la falta de dólares en la entidad que maneja Santiago Bausili; lo mismo ocurre ahora en el 2025. El Gobierno debe comprar dólares, tanto para le vencimiento del 9 de julio como para incrementar las reservas en esos 4 mil millones de dólares obligatorios. Si no lo hiciera, debería negociar un waiver hacia fin de año; algo muy poco recomendable para la credibilidad del oficialismo. La deuda que habrá que cubrir el 9 de julio alcanza unos U$S 2.898 millones en capital y 1.559 millones de dólares en intereses; lo que suma unos 4.457 millones de dólares totales; y que completan el primer pago que se realizó en enero pasado, por un monto similar. Entre ambos pagos representan casi el 50% del total de vencimientos de todo el año; con lo que despejado el panorama de este compromiso, ya casi el Gobierno no tendrá deuda importante con cerrar. Al menos durante este ejercicio 2025. La ecuación general del préstamo de Facilidades Extendidas implica desde siempre que el dinero que se girara dentro del acuerdo, debe quedar en las reservas del BCRA como si fuera en un escaparate intocable. Con el único objetivo general de mostrarle al público operador en el mercado financiero, que la entidad que maneja Santiago Bausili tiene la suficiente fuerza de acción para poder enfrentar tormentas. Y comenzar, ahora sí, a moverse en terrenos de azul y no de rojo permanente como viene ocurriendo desde el gobierno de Mauricio Macri hasta hoy. Para cualquier otra acción dentro del mercado de capitales, queda claro para Washington que deben usarse dólares que el país vaya consiguiendo vía liquidaciones del campo (soja, maíz, etc.), del primer superávit energético de peso o de la posible caída de la demanda de turismo por el fin de las épocas estivales Sin embargo, saben desde el FMI, que no hay tiempo para que fuera del enorme refuerzo que implica el giro de dinero desde el organismo, las reservas del BCRA puedan recuperarse lo suficientemente rápido como para poder hacer frente al majestuoso vencimiento de julio. Es por eso que se conversó entre las partes negociadoras que no haya mayores cuestionamientos para que el dinero del Facilidades Extendidas se utilice para este vencimiento de julio. Más teniendo en cuenta que para junio las posibilidades de recurrir a un potencial préstamo del mercado financiero voluntario de deuda internacional se vienen complicando. Mirando hacia adelante, muchos analistas del mercado financiero, algunos de ellos con contacto directo con funcionarios de altas oficinas del oficialismo, creen que habrá que esperar para poder volver seriamente a los mercados financieros internacionales. Al menos hasta que aminoren los efectos de las culpas esparcidas por Caputo. Esto es, que termine la guerra de aranceles de Donald Trump contra el mundo, y que el país termine de elegir en las próximas elecciones legislativas de octubre Cámaras de Senadores y Diputados más friendly al mercado y el liberalismo. Sólo luego de ambos momentos, el riesgo país bajaría lo suficiente como para convertirse en una cláusula adecuada de salida a los mercados de deuda voluntaria. Esto es, una tasa de interés inferior a, como mínimo, el 7% anual en dólares. Un porcentaje presentable ante la sociedad financiera internacional. A la que se sobran dólares, pero le falta aún confianza seria con la Argentina. El temor a octubre fue lo que llevó, además, a la propia Kristalina Giorgieva a opinar sobre el proceso electoral argentino. Aliándose a la estrategia de Caputo, dijo a fines de abril desde Washington: "El FMI es una organización que se centra en la estabilidad económica y monetaria internacional, y no tiene jurisdicción ni autoridad para interferir en los procesos electorales de los países miembros. La soberanía de cada país sobre sus propios asuntos internos, incluyendo sus elecciones, es un principio fundamental del derecho internacional".
EL MESSI DE LA ECONOMÍA
#22567550 Modificada: 10/05/2025 02:33 |
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