04/05/2025 Perfil - Nota - Economía - Pag. 24

PANORAMA ECONÓMICO
El enojo que Milei masculla por los privados (y que podría estallar)
Carlos Burgueño
El Presidente vivió como una afrenta el movimiento de precios que siguió al acuerdo con el FMI y la liberación parcial del cepo al dólar.

Ya se ha dicho. Y se asume entre los dos "bandos". El gobierno de Javier Milei y los empresarios más "clásicos" del país están más lejos que nunca. El Presidente y gran parte de sus funcionarios consideran que los más grandes representantes de los privados no acompañan con fervor las políticas que aplican los libertarios. Y que más allá de algunos aliados "de fierro", la mayoría de los grandes grupos empresarios no están a la altura de los cambios que cambian de manera "revolucionaria" la economía argentina.
Dos eventos importantes fortalecieron esta visión. La primera, la acción directa del fin de semana posterior al 11 de abril, viernes en que el Ejecutivo modificó la política cambiaria mutando del crawling peg del 1% mensual al sistema de bandas de fronteras a $ 1.400 y 1000. El Gobierno tomó nota de la actitud que la mayoría de las empresas de alimentos, bebidas, consumo masivo, construcción, laboratorios y hasta las terminales automotrices aplicaron, o más bien intentaron aplicar, para ejecutar aumentos de precios que en algunos listados superaron el 12%.
Para cualquier analista que aventurara adónde se iría el nuevo valor del dólar, representaba una desmesura y una mera especulación sobre la velocidad de aceleración de la inflación posacuerdo con el FMI. Se necesitó una acción directa del propio ministro de Economía Luis Caputo, quien abandonó su rol de fan libertario para ejecutar un esquema de "Estado presente", presionando sobre los confeccionadores de los listados de precios; advirtiendo con consecuencias inauditas si esa suba de los valores de los alimentos, bebidas, etc., continuaban ejecutándose.
No es una amenaza al aire. Caputo tiene a tiro la apertura directa y los dólares disponibles para los importadores que lo requieran, lo que implicaría un golpe mortal para algunas de esas grandes empresas (la mayoría de los capitales criollos) que ejecutaron aquel fin de semana de abril subas "por las dudas". El agua no llegó al río, y según las mediciones oficiales esos incrementos no se ejecutaron por esa acción directa, y los valores volvieron a la racionalidad. Incluso se entusiasma el Ejecutivo con que para la semana anterior los precios hayan incluso vivido una incipiente deflación; la que llevaría al índice del mes pasado a un nivel cercano al 3%. O inferior. Sin embargo, este optimismo no provocó que amaine el malhumor oficial. Para Toto Caputo fue un ensayo sobre cómo puede ejercer su poder sobre los "formadores de precios"; según el calificativo que les aplicaba el kirchnerismo a los grandes productores de bienes ofrecidos en los supermercados. El panorama de furia está en realidad en la Casa Rosada, donde Milei vio aquel intento de desborde inflacionario como una afrenta personal. Anotada en su libro de venganzas y esperando el tiempo para la ejecución. Por ahora precalienta la acción. Califica a los empresarios de estos rubros como "prebendarios", en el mismo nivel que los privados que se volvían millonarios con la obra pública o las licitaciones del Estado. Probablemente sean estos las próximas víctimas de la furia oficialista.
El segundo nivel de malhumor que nace del Presidente es por la falta de incremento en la demanda laboral de las grandes empresas; luego que en Bases II se haya modificado el derecho a contratar personal con tiempos de prueba más generosos. Para el Gobierno, este cambio fue revolucionario, inédito y generoso, dadas las débiles posibilidades políticas con que cuenta el oficialismo en el Congreso. Esperaba el Gobierno que luego de este esfuerzo, en las mediciones de fines de 2024 y el primer trimestre de 2025, la demanda de puestos en relación de dependencia y con los faroles de trabajo en blanco encendidos, se hubiera convertido en una realidad. De esas que Milei gusta poner en la picota mediática semanal.
Sin embargo, debió justificarse y mostrar datos laborales positivos, pero sin explosiones en la demanda de empleo en blanco. Para los libertarios, demuestra falta de confianza. Similar a la llamarada de especulación inflacionaria.
Otra vez, Milei masculla una venganza que se producirá en semanas.
O días. Mientras tanto, los grandes reclamos de los privados sobre reformas profundas quedarán para 2026.
Se trata de la impositiva, la previsional y, otra vez, la laboral. Las tres fueron reclamadas ante el FMI, y comprometidas, sin fecha determinada. Será en 2026. Cuando, según confía Ejecutivo (y, en parte, el Fondo), el Congreso tendrá otro mapa con una consolidación del proyecto libertario y una reconfiguración del panorama político poselecciones legislativas de octubre.
Los tres reclamos figuran en el texto aprobado hace diez días por el board del organismo financiero; como parte de los compromisos que el Ministerio de Economía asumió para recibir los US$ 20 mil millones que implica el acuerdo. Y a diferencia de las metas y objetivos monetarios, fiscales, inflacionarios, de reservas del Banco Central y compromisos macro varios, en estos tres casos no hay tiempos establecidos; pero sí una fecha límite: diciembre de 2039, cuando el primer tramo del Facilidades Extendidas llegue a su fin.
Sin embargo, el compromiso de Milei ante Kristalina Giorgieva, y que llevó a que los tres capítulos ingresaran en el texto final, es que las reformas serán tratadas en 2026, año en el que el Gobierno tendrá 12 meses políticamente liberados, sin elecciones a la vista. Y donde el propio Milei afirma será el año de las reformas de fondo. Se supone, con un Congreso más friendly. O, por lo menos, más claro sobre quienes serán sus aliados y votantes concretos.
Incluso, afirman en las filas libertarias, debe confiar el FMI que lo que tiene el Ejecutivo en sus planes es mucho más de lo que tradicionalmente el Fondo reclama como cambios previsionales, impositivos y fiscales. Especialmente el peso fiscal de las reformas y sus consecuencias potenciales en los resultados económicos finales.
Fuera de estos tres capítulos, desde el FMI solo se puso énfasis en los objetivos tradicionales, de los que además dependerán las aprobaciones trimestrales del organismo. La evolución fiscal de un superávit de 1,6% para 2025, no emisión y reservas creciendo arriba de los mil millones de dólares a diciembre.
El resto de las promesas pasan al listado de objetivos. Esto es, se pueden cumplir, o, si no se logra, recibir algún tipo de perdón o aviso.
Por otro lado, queda claro en el acuerdo que dos de las promesas de campaña del propio Milei quedan archivadas.
No habrá ni dolarización ni demolición del BCRA. Por lo que se ve en los primeros pasos del acuerdo, los caminos van en sentido contrario: un fortalecimiento del peso y de la entidad que maneja Santiago Bausilli.
Con esto queda en firme la frase de la vocera del Fondo Julie Kozack, quien en agosto del año pasado afirmaba que "la eventual ‘competencia de monedas’ dentro del régimen podría asemejarse al sistema de flotación administrada que prevalece en Perú y Uruguay". La vocera descartaba que se pudiera avalar un esquema de dolarización lisa y llana con dinero del Fondo. Y mucho menos, en un proceso de apertura del cepo con dólares del FMI como paso previo al esquema cambiario que Milei defendió en la campaña y mantuvo como posible hasta mayo de este año en su versión "competencia de monedas".
La vocera amplió la visión del FMI, afirmando que "la estabilidad de precios seguirá siendo un objetivo primordial del Banco Central, en un contexto en el que los individuos son libres de ahorrar y realizar transacciones en las monedas de su elección. Otras monedas no tendrían curso legal y los pagos de impuestos seguirán realizándose en pesos". Es decir, sin dolarización y con una "competencia limitada". Todo esto además de asignarle al BCRA un rol fundamental y contradiciendo la idea de Milei de su cierre y manteniendo "sus funciones de prestamista de último recurso para instituciones financieras elegibles (solventes), continuaría esterilizando las compras de divisas y gestionando la liquidez a través de operaciones de mercado abierto con títulos públicos". Esta conferencia de prensa de Kozac vino luego de unas negociaciones de mayo de 2024, que derivaron en una posición irreductible del FMI ante la dolarización, competencia de monedas y rol del BCRA; hubo pedidos concretos del organismo para que el país devalúe "al menos un 20%", elimine los diferentes tipos de cambio y que libere más la política monetaria oficial.
Estos criterios quedaron expuestos en la letra fina del acuerdo aprobado por el Board del FMI; donde además se imponen otra serie de misiones, como la aplicación de reformas en los capítulos laboral, previsional y en las demoradas privatizaciones.


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