19/04/2025 La Nación - Nota - Seguridad - Pag. 33

Sin conflicto no hay programa: la impronta de gritar el gol en la cara
Francisco Olivera
Empresarios & cía. Entender la psicología de Milei es aproximarse a un modo de gobernar en que las palabras cuentan; puede irritarlo más lo que diga un economista que respeta y al que el mercado escucha que una crítica kirchnerista

El rasgo más llamativo del Presidente desde que salió con éxito del cepo no es tanto lo más obvio, su euforia por haberlo conseguido y la revitalización de la agenda oficial, como su mirada insistente hacia aquellos que no le habían augurado al respecto ningún éxito. Como si ese logro de indudable coraje en un año electoral, que incluso le valió en el exterior elogios que van desde Kristalina Georgieva hasta The Economist, hubiera terminado de confirmar esa pulsión íntima de Milei por sentirse reivindicado y de que el mundo vuelva, una y otra vez, a la división entre "gladiadores" y "mandriles".
Es una impronta personal fuerte.
En la extensa entrevista que le hizo esta semana, y al ver que se detenía otra vez en los críticos, Alejandro Fantino intentó hacerle un comentario . "No podés hacer sparring todo el tiempo", empezó sonriendo, pero Milei lo frenó: "Pará, pará, Ale: vos vivilo como se te canta el culo; yo lo vivo como a mí se me canta".
Los estilos no se cambian, suele advertir Juan Carlos de Pablo.
Entender la psicología de Milei es aproximarse a un modo de gobernar en que las palabras cuentan bastante más que con otros líderes. Principalmente si lo que se discute son expectativas, como en la cuestión cambiaria, un ámbito desde donde se puede pasar rápidamente de "gladiador" a "mandril". Para Milei puede ser más irritante lo que diga Cavallo, un economista que respeta y al que el mercado escucha para tomar decisiones, que una descalificación furibunda de Guillermo Moreno o Kicillof.
Todo cuenta en una economía frágil, desde un adjetivo hasta un reporte o indicador desfavorable.
Así parecen también verlo en el Palacio de Hacienda. ¿Qué hace, por ejemplo, un gobierno que cree que la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario, y que a la larga solo servirá bajar la cantidad de dinero sobrante en la economía, llamando a empresas para que revoquen los aumentos aplicados desde el lunes? ¿Por qué el apuro del ministro Luis Caputo para pedirle a su par de Salud, Mario Lugones, que les reclamara el miércoles a las prepagas un impasse en las cuotas? El Gobierno intenta en realidad acortar lo que en el prospecto libertario es un proceso que lleva semanas o meses. Incluso si tuviera un final feliz. Porque desde el momento en que, asustado por la salida del cepo, el vendedor o fabricante aplica un aumento, y antes incluso de que el consumidor pudiera negarse a convalidarlo y eventualmente forzarlo a bajar, ese precio habrá quedado registrado en la planilla del Indec. Y a Milei no le sobra el tiempo. Para alguien en minoría parlamentaria, con el PJ enfrente y en campaña electoral, el IPC mensual es casi una razón de Estado.
Por eso los llamados. "Nadie con un revólver sobre la mesa", se atajan en el Ministerio de Economía, pero admiten la práctica. "Pedís precios libres, apertura económica, salir del cepo, ¿y ya el primer día subís por las dudas?", fue el argumento de un funcionario.
Viejos hábitos de una economía inflacionaria. Hace algo más de un año, apenas asumido Milei, en una cadena de supermercados admitieron ante el Ministerio de Economía que no tenían en la compañía un especialista en lo que en la jerga se llama pricing, fijación de precios.
Hasta entonces no había hecho falta: los acordaban con el Gobierno.
El WhatsApp o la comunicación telefónica no siempre auguran el éxito. A veces sí. Horas después de que el ministro publicó en Twitter que había supermercados rechazando precios de proveedores, Molinos anunció que volvería a los valores de la semana pasada. "Las condiciones no son las mismas el lunes que hoy", explicaron anteayer al Gobierno.
¿Escrache con precios libres? Cerca de Caputo no lo ocultan. El propósito es que subir tenga un costo. Toda una lección para economistas ortodoxos que no hayan todavía debutado en el Estado: jamás reírse de un acuerdo de precios, porque la Argentina es difícil y nunca se sabe. Les pasó en su momento a varios de Juntos por el Cambio.
Aunque en el Gobierno sostengan que la solución no estará nunca ahí.
Si el programa económico prospera, estas nuevas fricciones se habrán anticipado a una discusión más medular: qué sectores serán realmente viables en una economía no inflacionaria.
La hora de la micro. De los expertos en pricing.
Algo de eso podría estar adelantando el grupo de empresarios argentinos que el lunes almorzó con Scott Bessent, secretario del Tesoro norteamericano, en el Palacio Bosch.
Pocos. Estaban Pierpaolo Barbieri, Francisco de Narváez, Marcelo Mindlin, Martín Genesio (AES), Javier La Rosa (Chevron) y representantes de Glencore. Dejaron asiento vacío con cartel incluido Marcos Galperin y Martín Migoya. Y no muchos más.
Bessent se explayó ahí en las posibilidades que le ve a la Argentina, les aclaró que nunca había estado siquiera en evaluación el famoso desembolso del Tesoro norteamericano como refuerzo al paquete de los organismos multilaterales y les contó que había venido al país por una propuesta de Caputo. Dijo que se había terminado de convencer hacía unos diez días, después de un call con el ministro y con Pablo Quirno, secretario de Finanzas, en el que les preguntó qué podía hacer para respaldar a la Argentina. Fue entonces Caputo, agregó, quien le recordó que se vería muy bien una muestra de apoyo cuando el Fondo Monetario Internacional se aprestara a aprobar el acuerdo. Tres días después el ministro recibió un mensaje de su par norteamericano: "Voy el 14".
El almuerzo en el Palacio Bosch sirvió además para entender que la inversión norteamericana llegaría en todo caso el año próximo, se supone que en una magnitud importante, pero que la Argentina tiene tres dificultades estructurales que llevará años superar. La primera de ellas fue una coincidencia en la mesa: la falta de infraestructura. ¿Habrá capacidad en los gasoductos acorde con los desembolsos que se esperan en hidrocarburos? ¿Y rutas para la inversión en agronegocios? El segundo escollo citado es otra obviedad: lo que los empresarios conocen como "costo argentino". La competitividad.
¿Se bajarán impuestos? ¿Cómo hará el Gobierno para seguir adelante con un tipo de cambio bajo sin afectar la actividad fabril? Un reciente trabajo del economista Jorge Vasconcelos, de la Fundación Mediterránea, dice que la Argentina tiene hoy el nivel de productividad más bajo en 20 años.
Y la tercera duda fue el grado de apertura comercial. El dedo en la llaga de la Unión Industrial Argentina, que volvió esta semana a incomodar al Gobierno con un comunicado, esta vez sobre el decreto que facilita la importación de maquinaria usada.
Tema sensible principalmente para Adimra, cámara de fabricantes, que integra la UIA, y otro de los puntos que, con la propiedad intelectual, la Secretaría de Comercio norteamericana incluyó en el reporte de recomendaciones para países que negocian aranceles más bajos con la Casa Blanca.
Requisito perturbador por donde se lo mire. Por la relación bilateral y porque hay empresas argentinas que no están en Adimra y que podrían preferir también importar bienes de capital. Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y autor del decreto de la controversia, aprovechó esa pequeña hendija para contestarle a la UIA por Twitter.
"¿A quién defienden las entidades? ¿A los miles de empresarios beneficiarios o potenciales? ¿O a los que hoy producen esas máquinas? Lo mismo ocurre con la discusión de patentes. ¿No deberían proteger por sobre todas las cosas la posibilidad de nuestras empresas de patentar sus innovaciones? Para cualquier industria con expectativa de innovación debería ser el primer tema de la agenda. Acá no existe. ¿Y la desregulación? Lo más devastador para la eficiencia (sobre todo si sos una pyme) es la regulación. ¿Dónde está esa agenda?".
Es el temario de una Argentina que aún no existe, pero que está en la cabeza de Milei. En La Libertad Avanza descuentan que sin conflicto no habrá avance. Como no ha pasado una semana desde la salida del cepo, la discusión parece todavía abstracta. Pero ya hay alguien pensando en eso. Peleas para otro tiempo y si es que llega. Será en todo caso "Mandriles vs. gladiadores II"


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