06/04/2025 Clarín - Nota - Opinión - Pag. 30 [noticia en diferido]

TRAMA POLÍTICA
Milei se comió una curva, y viene otra
Eduardo van der Kooy nobo@clarin.com

Alguna vez Gilbert Chesterton aseguró que un inconvenienteesunaaventuramalconsiderada.
La observación del escritor inglés refirió a errores de cálculo o a la ausencia de previsiones básicas para encarar cualquier emprendimiento.
El interrogante cabría, tal vez, para ayudar a desentrañar dos grandes desafíos –entre una cantidad innumerable-que afronta el gobierno de Javier Milei.
El primero de ellos terminó en una durísima derrota en el Senado, donde resultaron rechazados los pliegos de los jueces Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, nombrados en comisión mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) presidencial. El segundo apunta al diseño, si es que existe, de la política exterior sujeta casi con exclusividad a la relación con Estados Unidos. Para ser exactos, al vínculo con Donald Trump.
Aquella derrota en el Senado constituye apenas un capítulo de una historia que posee aún margen de escritura. Se ha profundizado la crisis del Poder Ejecutivo con el Senado. Con riesgo que se extienda también a Diputados. Habrá, por lo pronto, una sesión especial la próxima semana para tratar el escándalo llamado criptogate. Un trastorno para los libertarios que muchos toman como punto de partida de las desventuras presentes. Se potencia también un conflicto con la Corte Suprema, que había tomado juramento a García-Mansilla como miembro del cuerpo, al mismo tiempo de haber desestimado una licencia excepcional de Lijo para asumir. Nadie se atrevería a desmentir, relojeando ese panorama, la existencia de un grave problema institucional en Argentina. Se suma a la descomposición del sistema político y una emergencia económica que parece lejos de poder ser resuelta. Una nueva época, desconocida en esa dimensión para Milei, que transcurre de manera simultánea al año electoral.
Ha resultado llamativa la impericia del Gobierno desde que Milei lanzó la idea de consagrar a Lijo y García-Mansilla. Esos nombres quedaron boyando a merced de los senadores sin que alguna gestión libertaria intentara la articulación de un acuerdo.
Para colmo sucedieron otras cosas. El Presidente rompió de modo definitivo con la vicepresidenta, Victoria Villarruel, titular del Senado. Remitió aquel DNU a favor de los jueces apenas tres días antes que concluyera el receso parlamentario. Redobló la embestida en la Ciudad contra el PRO de Mauricio Macri. El aliado esencial. Senadores de ese partido terminaron engrosando el quórum (el número estuvo previamente) y votaron en algunos casos en contra. Los libertarios no supieron colocar un solo ladrillo en el lugar adecuado. La argumentación de que los senadores tuvieron ocho meses para actuar y no hicieron nada afloró insolvente.
Las raíces de la derrota parecen evidentes.
No podrían disimularlas ni siquiera las movidas de último momento cuando el Gobierno concluyó que la estrategia de boicotear el quórum estaba condenada al fracaso.
Aseguran que existió unamaniobra desesperada del joven Santiago Caputo para que el presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala, firmara un decreto para suspender la sesión. El puntano no se quiso inmolar sin consultar a Villarruel. La dama estaba a cargo del Poder Ejecutivo por el viaje de Milei a Estados Unidos. Permaneció todo el tiempo en su despacho del Senado.
El vacío de comunicación entre el Congreso y la Casa Rosada resultó de tal magnitud que surgieron como mediadores forzados el radical Eduardo Vischi y el ex PRO, Luis Juez.
Ambos coincidieron con el diagnóstico. Si el Triángulo de Hierro que Milei comparte con Karina, El Jefe, y Santiago Caputo, no aceptaba retirar los pliegos de los jueces sobrevendría el desastre. Ocurrió. No doblaron en la curva. Hubo una abundancia de datos sugerentes.
El libertario Juan Carlos Pagotto se abstuvo con Lijo; la catamarqueña pero-kirchnerista Lucía Corpacci, que introdujo la firma decisiva en el pliego del juez de Comodoro Py, terminó votando en contra.
Las realidades de Lijo y Garcia-Mansilla transcurrieron por geografías diferentes. El juez federal consiguió las 9 firmas para su dictamen. Fue una ingeniería propia, ajena a los libertarios. Su pliego quedó condenado después de que la Cámara de Casación rechazó el último recurso presentado por Cristina Fernández en la causa de la ruta del dinero K, donde tiene una pena de 6 años e inhabilitación para ejercer cargos públicos.
Es cierto que el bloque de senadores se le fracturó dos veces a la ex presidenta en los últimos años (la primera en 2023). Tanto como que el kirchnerismo no estaría dispuesto a abandonarla en esta instancia crítica, donde su libertad depende del recurso extraordinario presentado ante la Corte Suprema. Dicha solidaridad tuvo un reflejo incontrastable.
La reunión de bloque para fijar la postura final sobre los jueces fue convocada por su titular, José Mayans, la tarde del feriado del miércoles pasado, día de la celebración por las Malvinas. Hubo 30 asistentes sobre 34. Se acabaron las conjeturas de una negociación para que Lijo fuera consagrado como prenda de un presunto acuerdo con los K para ampliar el número de miembros del Tribunal.
Aquel desarrollo previsible dejó, sin embargo, un gusto agrio para Lijo. El juez supo tener decisiones en momentos difíciles que llevaron alivio a las huestes kirchneristas.
Una de las más recordadas fue cuando delegó en la Justicia Federal de Formosa un expediente por coimas contra el gobernador Gildo Insfrán en la causa Ciccone, en la cual resultó condenado Amado Boudou. Tampoco el kirchnerismo fue siempre el único beneficiado.
¿Macri, Mauricio, tendría algo para decir? De allí que al juez se le escucha repetir con recurrencia en su despacho de Comodoro Py una suerte de admonición: "Ya van a ver", murmura enigmático.
Con García-Mansilla la situación es distinta.
El académico había asegurado durante la audiencia en el Senado que nunca asumiría su cargo por decreto. Incumplió. El Senado no llegó a conformar su pliego. La Corte Suprema le tomó juramento. No habría objeciones para su legitimidad de origen. Luego de la paliza que sufrió en el Senado (51 votos en contra) estaría triturada su legitimidad de gestión.
Desempeñaría el cargo en la Corte Suprema con una acumulación segura de recusaciones.
La primera fue presentada por Cristina en el recurso extraordinario mediante el cual solicitó su absolución a la Corte. No sólo dañaría su idoneidad de desempeño. Resultaría también un incordio para el máximo Tribunal.
Ricardo Lorenzetti, inspirador de la jugada para incorporar dos jueces a la Corte, le aconsejó rápidamente que renuncie.
El Gobierno reaccionó con indignación por el fracaso como si hubiera resultado una sorpresa.
Insinuó la existencia de un pacto entre Cristina y Macri, vapuleó a "la casta" y la responsabilizó de haber enterrado el proyecto de Ficha Limpia. El mismo que los libertarios tumbaron la primera vez en Diputados.
¿Podría interpretarse esa como una reacción genuina? ¿O escondería solo la búsqueda de continuar con la desacreditación del Congreso? ¿Figura el Legislativo dentro del modelo de democracia directa que circula en los laboratorioslibertarios?Los interrogantes pueden trasladarse a la visión que el Presidente posee sobre el alineamiento internacional que debe corresponder a la Argentina.
Mientras el Senado definía una instancia clave para el oficialismo, Milei viajó a Estados Unidos en una coyuntura desconocida para el mundo: la guerra comercial desatada por Donald Trump con la aplicación de aranceles que ha puesto en jaque a una economía global que desde hace 80 años funciona interconectada.
Primero se explicó que resultaba importante el periplo presidencial porque la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ingresó en una etapa decisiva.
La cercanía con el mandatario estadounidense podía significar un espaldarazo.
Trump no asistió a la gala donde estuvo Milei, premiado con una estatuilla al "León de la Libertad". Luego, los libertarios apuntaron que la razón del traslado habría sido negociar, primero que nadie, algunas excepciones a los aranceles del 10% que el líder republicano dispensó a la Argentina.
Ese proceso demandará seguramente mucho tiempo. Y lo pondrán en práctica, con la complejidad que significa, todos los países que se han visto afectados. Aquel menor arancel que el Gobierno vendió como una concesión a Milei resultó, en verdad, un denominador común para las naciones del Cono Sur. Y muchas más. Sin distinción de ideologías. Cayó también sobre Brasil, de Lula; Colombia, de Gustavo Petro ;o Chile, de Gabriel Boric.
El Gobierno difundió mucho menos la primera reciprocidad solicitada por Washington.
El representante de la Casa Blanca para América Latina, Mauricio Claver Carone, pidió que nuestro país tome distancia de China. Razón excluyente de la guerra comercial de Trump. ¿Será una condición para el tramo final del acuerdo con el FMI? Milei tenía previsto para este año un viaje a Beijing. En octubre había asegurado que "se trata de un socio comercial interesante que sólo quiere que no lo molesten".
Más de la mitad de las reservas brutas del Banco Central pertenecen a la constante renovación del swap chino.
La revulsión que ha provocado en el planeta la decisión de Trump, requeriría de cautela antes que de gestos ampulosos. O de la aceleración mileísta. Giorgia Meloni, la líder de derecha, pareció comprenderlo.
Refugió a Italia por ahora en la lógica que prepara la Unión Europea para enfrentar el nuevo tiempo. Signado por la incertidumbre y el temor a una gran crisis.
Nada indica, pese a cierto optimismo libertario acerca de "una oportunidad", que la Argentina zafe de una coyuntura de aquel tipo. Basta para presumirlo con una apelación al sentido común. Si el país estaba en crisis cuando el mundo no lo estaba, ¿Qué permitiría pensar que no lo estará si ese mundo ingresa en una crisis? © Copyright Clarín 2025

La impericia del Gobierno derivó en la dura derrota en el Senado. Fueron rechazados los dos pliegos de los jueces para la Corte.
Influyó Cristina. Y las peleas del Presidente con Villarruel y Macri. El marco institucional se deteriora.
Dudas sobre la comprensión oficial de la crisis mundial desatada por Trump.


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