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08/03/2025 Perfil - Nota - Política y Economía - Pag. 22
El pícaro profesional vs. el funcionario matón
Roberto García
El cruce Manes-Caputo refleja miserabilidades. Tropiezos varios y oídos c errados en el Gobierno.
Cierta o no, la cita alude a José, el menor de una familia judía que fue vendido por sus hermanos a unos mercaderes egipcios dedicados al comercio de esclavos. En ese tiempo, el faraón se había obsesionado por dos sueños que se le repetían, uno sobre las siete vacas gordas y siete vacas flacas, y otro sobre una espiga espléndida, robusta, y otra marchita. No podía lograr que nadie le interpretara ese fenómeno inconsciente, repetitivo y, ante la desazón de la búsqueda, uno de sus consejeros le dijo tímidamente: "Tengo encadenado un esclavo judío que se dice capaz de traducir esas imágenes nocturnas, pero no me atrevía a proponerlo". Sin dudar, el faraón convocó al esclavo y, cuando le ordenaron hincarse ante la máxima autoridad, se negó a esa genuflexión por razones religiosas. Era la muerte para José. Brillaron cimitarras y alfanjes para descabezarlo por la insolencia. Pero el faraón, por el contrario, se abstuvo del castigo y afirmó: "Quien no tiene temor a la muerte dice la verdad. Por lo tanto merece la vida". Concluida esa etapa, le pidió al judío que le esclareciera la torturante pesadilla que lo consumía. Y la interpretación fue: es un solo sueño, no dos, habrá siete años de vacas gordas y siete de vacas flacas, y otros tantos años de buenas y malas cosechas. Frente a la advertencia del esclavo, volvió a preguntar: "¿Y cómo me preparo para la crisis de los siete años, para la falta de carne y pan?". Respondió José: hay que nombrar un administrador que ahorre reservas durante los períodos de abundancia y no haya hambruna en los años de sequía. Agradecido por la interpretación y la sugerencia administrativa, lo designó virrey y a cargo de economizar para los tiempos difíciles. La primera parte de esta anécdota histórica, mantener una convicción y decir la verdad, viene a cuento de una versión: el llamado de algún funcionario justamente a un judío ortodoxo, especializado en actividades vinculadas a la comunicación, para que opinara sobre la política oficial al respecto. Parece que el convocado señaló diversas objeciones sobre el tratamiento con los medios, los falsos o ciertos mensajes diseminados en las redes, algunos equívocos, y la reconocida falta de filtros a la palabra presidencial, en ocasiones alterada por las sucesivas contingencias que afectan la gestión. Larga la lista, en los últimos veinte días, de las faltas cometidas por el escándalo de las cripto a la última fricción provocada por alguien experto en conductas sociales (Facundo Manes), conocedor de la cabeza humana, contra un advenedizo en esas lides, Santiago Caputo, exaltado contra el diputado neurólogo, que lo hizo salir de las casillas arrojándole besitos y mostrándole un ejemplar de la Constitucion mientras Javier Milei daba su segundo discurso para inaugurar las sesiones ordinarias en el Congreso. La primera imagen: un pícaro profesional del comportamiento contra un funcionario matón que masca chicle como la mayoría de los futbolistas argentinos (le falta escupir). Hubo corrección posterior gracias a los videos y Caputo pasó de victimario a víctima, quedando en el espacio una denuncia de Manes que cualquier juez apartará por falta de substancia. Pequeñas miserabilidades legislativas que lucran sobre las audiencias televisivas o en internet más que el renovado fallo condenatorio de la norteamericana jueza Preska por el caso YPF, que los argentinos habremos de oblar por la intemperancia y terquedad de un gobierno sospechado (Cristina Kirchner) y la escasa habilidad jurídica de otro (Mauricio Macri), petulante e incapaz de negociar ante una probable estafa que no se pudo probar. Las sugerencias del judío José de estas épocas, al parecer, no tuvieron cabida en el Gobierno, le dieron puerta: en la Casa Rosada se rechaza todo tipo de sugestión, no solo en comunicación; exigen un alineamiento militar, no se acepta una rayadura en el auto aunque este aparezca con rayaduras por un pésimo estacionamiento. Debe parecer intacto, a pesar de que el primer detalle a observar por un eventual comprador sea la carrocería del vehículo. En todo caso, se refugian detrás de un escudo cinematográfico atacando con megáfono al gobernador Axel Kiciloff por la dramática situación de inseguridad que no sabe controlar y a Jorge Macri por la incompetencia de anular policías que se distraen con la fugas simultáneas de presos hasta provocar renuncias y colocar a un comisario como ministro. Ni que fuera premeditado. Mientras, al intendente porteño, como forma de defensa, en el Gobierno activan disparos de distintos lugares, hasta del pasado, por costumbres semejantes a las de Alberto Fernández con el celular cuando no se podía dormir. Son fotos, testimonios, videos a poblar las redes con impunidad y sin decoro. Golpe a golpe. Ni hablar de la trastienda, aun en suspenso, con la designación de ministros para la Corte Suprema, un capítulo que merece consideraciones más extensas, superan esta semana, aunque Manuel García Mansilla ya haya jurado en el cargo. Estos tropiezos han contribuido a la volatilidad de los mercados, en alguna medida importada y sin aranceles por un Donald Trump de errático manejo con la economía. Con buena voluntad, en cambio, habrá que aceptar peleas internas en el Gobierno y la inmadurez de un equipo –suele decirse: quien se acuesta con chicos amanece mojado– de irreprochable fidelidad canina. Las situaciones se multiplican y, por ejemplo, anécdotas menores como la separación de un ministro de su pareja se tornan una complicación para los voceros. En particular si ese contrato amoroso viene acompañado por denuncias contra la hermana del Presidente, acusada de exigir sobornos o dádivas para conceder audiencias y, como única excusa, hubo una réplica en torno a venalidades presuntas en la compra de aviones promovida por el gobierno de los Estados Unidos más la particularidad de realizar obras públicas de magnitud para que esos aparatos militares puedan despegar y aterrizar en el país. No deben ser las obras públicas que reclama el arzobispo de Buenos Aires, García Cuerva, quien parece no haberse enterado nunca del taladro delictual que asoló a la Argentina con el cartelizado sistema de obras públicas. Ni siquiera leyó los cuadernos de la corrupción cuando, se supone, por no trabajar demasiado y no tener mujer ni hijos, tiene tiempo para esa tarea.
contendientes. El diálogo gestual de Santiago Caputo y Facundo Manes, el sábado pasado, durante la Asamblea Legislativa. Más tarde hubo contacto.
#16886303 Modificada: 08/03/2025 02:13 |
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