16/02/2025 La Nación - Nota - Página dos - Pag. 2

El medio es el mensaje
Golpe de calor en las señales de noticias
Pablo Sirvén

Siendo consecuente con el eslogan "En el 13 no hay verano", a comienzos de 1961, el canal de TV del barrio de Constitución tomó la delantera en materia de audiencia rápidamente.
Mientras la competencia descuidaba la programación pensando en que todo el público se había ido de vacaciones, el equipo al mando de la flamante emisora, con el empresario cubano Goar Mestre a la cabeza, reflexionó algo obvio: que, aunque las grandes ciudades, cuando la temperatura aprieta, parecen vaciarse, nunca sucede ni de lejos.
Mucha gente, en efecto, toma distancia de su casa, se va a la costa, a la sierra o a otros lugares turísticos. Pero van y vuelven, por lo cual siempre son muchos más los habitantes que se quedan en sus lugares de residencia que los que viajan.
La sensación de mayor quietud urbana, al menos en el primer mes del año, se explica por la ausencia de actividad escolar y tribunalicia y a que no pocas personas, aun gozando de sus recesos laborales, por motivos económicos o de otro tipo, prefieren resguardarse más tiempo dentro de sus casas, al reparo del calor, o procuran refrescarse en clubes o en parques cercanos.
Mestre entendió que esta época es ideal para intentar cautivar a los espectadores con propuestas novedosas. Esa experiencia fue capitalizada en el tiempo por otras señales deseosas de no dormirse en los laureles y usaban el verano como banco de pruebas de nuevos programas que, si funcionaban, tenían como destino permanecer en pantalla durante todo el año. Así sucedió, por ejemplo, ya en los años 90, con la telecomedia Grande, pa!, en Telefe, que nació en el verano de 1991, y terminó siendo uno de los programas de ficción de mayor rating de la historia de la TV argentina.
Hasta la última década del siglo pasado, la televisión abierta le hacía el aguante al verano entero y recién el 1° de abril solía lanzar su nueva escudería, cuando ya las migraciones veraniegas habían cesado del todo y contaba con la atención plena de una audiencia concentrada geográficamente, y no dispersa, como sucede cuando reina el calor.
Que los tiempos se aceleraron no solo se manifiesta en el absurdo y poco saludable (por las altas temperaturas) comienzo anticipado de clases al mes de febrero (lo que perjudica gravemente los intereses de la industria turística), sino que cierta ansiedad manifiesta del sector mediático pretende ofrecer como fruta madura la que todavía está verde.
Ya desde hace muchos años, la mayoría de los medios "decretan" que el verano solo dura los 31 días del mes de enero. Vuelven a sus lugares de origen los enviados especiales, disminuye la cantidad de notas playeras y light y ya desde el 1° de febrero comienzan a transitar una agenda más dura, con los conductores de los principales programas de vuelta en la trinchera dispuestos a remar sin desmayos para ganarle a la competencia hasta el próximo "petit verano" del siguiente enero. Este fenómeno también opera sobre la política, que sale antes de tiempo de su somnolencia veraniega, también acicateada ahora por las sesiones extraordinarias del Congreso y un oficialismo hipermediático y en permanente beligerancia.
Pero, claro, ese acelere artificial tiene sus consecuencias, máxime en un escenario en el que las audiencias se atomizan en muchos más dispositivos y formatos (cable, redes sociales, streaming, radio, etcétera) que en los plácidos años 60 aludidos al comienzo de esta columna.
En lo que va de febrero se registran arranques sucesivos de nuevas propuestas y mudanzas de programas y figuras, particularmente en el ámbito de las señales de noticias.
Sin particularizar, cuando se observa el panorama general en dicho ámbito, el rating se presenta inestable y lejos de la robustez que suele presentar en otros momentos del año. Cunde, entonces, cierta decepción o incertidumbre en ciertos programadores porque los grandes esfuerzos y jugadas apuestas pergeñadas para dar el golpe de gracia y quedarse con el favor pleno de la audiencia pueden no estar a la altura de sus expectativas e inversiones.
Es que son víctimas de sus propios espejismos: el verano no termina porque bajen la guardia periodística para cubrirlo. La costa atlántica, el este uruguayo y Brasil siguen repletos de argentinos y se trata de una porción considerable de personas que no están viendo televisión.
Pero ¿acaso no se afirma en este mismo artículo que el número de personas que permanecen en las grandes ciudades es mucho mayor que las que están fuera de ellas?
Así es, pero llevan adelante actividades menos "invernales", tienden a salir más y, por ende, ven menos TV (no por casualidad históricamente el encendido más bajo se registra siempre en el verano). Y eso sin contar los cientos de miles que padecen cortes de energía y que tampoco, aunque quisieran, pueden ver tele.
La ansiedad por primereary ganar la delantera también contagia a la radio: ya desde este lunes, por Mitre, arranca el nuevo programa de la segunda mañana, con Marcelo Bonelli a la cabeza, en reemplazo, nada menos, que del exitoso ciclo del fallecido Jorge Lanata, Lanata sin filtro.
Como sucede año por medio, estamos a las puertas de una nueva carrera electoral, lo que recalienta las pasiones de la política, sean oficialistas u opositores. Y los medios se vuelven todavía más ansiosos. Todos quieren ganar la pole position, cuanto antes. La torta no es tan chica, pero las porciones pueden volverse diminutas a la hora de servirlas.


#14179265   Modificada: 16/02/2025 03:47 Superficie art�culo: 419.53 cm²
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