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03/02/2025 Página 12 - Nota - El País - Pag. 2
Y ahora, ¿cómo sigue?
Eduardo Aliverti
La marcha del sábado superó todas sus expectativas favorables. Tuvo dimensiones similares a la primera de las manifestaciones en defensa de la Universidad pública y se expresó prácticamente en todo el país, sumando pueblos a las ciudades principales. ¿Y ahora? ¿Cómo sigue? Fue momento de revelar un emocionante espíritu antifacho. Los argentinos significativos –representativos es otro asunto- volvieron a demostrar que hay algunas cosas en las que, acá, querer llevarse todo por delante cuesta más, mucho más, que en el resto de la región. Y afuera de allí, asimismo. La convocatoria despertó curiosidad, solidaridad y difusión en el exterior. Si hay aquí unas características urbanas y espontáneas de confrontación callejera a las primeras de cambio, y si el experimento de Milei con sus mandantes tiene la altura de ver si puede salir "bien" en el país de los empates hegemónicos, es lógico que Argentina sea mirada con una vara especial de medición sociológica. ¿Cuál es la capacidad de aguante? ¿Cómo se resolverá la tensión entre la calma, chicha pero calma al fin, de que baja el proceso inflacionario tanto como el poder adquisitivo? Más pocos que muchos bancarían los modos del extremista presidencial, pero más muchos que pocos no quieren volver a la inflación desbocada que en buena medida liquidó al gobierno anterior. La reemplazó un índice polémico, con bastante de trucho según advierten desde el propio Indec. Pero la sensación es que por fin hay algo de estabilidad, porque de otro modo es inexplicable que Milei conserve y hasta incremente su volumen de popularidad. Es en ese marco donde debiera verse que lo del sábado tuvo más rasgos de catarsis grupal, bienvenidísima, que de proyección constructiva. No es un lamento. Al contrario. Es volver a constatar la diferencia entre condiciones necesarias y condiciones suficientes. Así como en aquellas marchas por la Universidad pública, se exhibió una sección social que está actitudinalmente por delante, muy por delante, de la dirigencia opositora. Como entonces, se salió a la calle por obra de sentimientos que catalizan la necesidad de enfrentarse a un lunático con cargo de jefe de Estado. En nuestra opinión, no se trató, esencialmente, de ganar el espacio público en defensa de los derechos de diversidades sexuales. O en contra de que perseguirán a los zurdos de mierda hasta el último rincón. Sí creemos que fue cuestión, ante todo, de mostrar que hay alguna fuerza para enfrentarse a un modelo de exclusión bestial. Y que esa fuerza requiere de alguna alternativa de oposición, generalizada, capaz de superar al combate de tuiteos, comunicados vacuos, recitados para consumir entre convencidos y reuniones de respaldo a lo obvio. Si vamos por partes, hay por lo menos cuatro. La primera es lo insustancial de detenerse en si el origen del sábado pertenece meramente la comunidad LGBTIQ+, y si acaso ese colectivo no debería haberse expuesto en defensa de, entre otros, jubilados y empleados públicos. Ante ese criterio ridículo, basta oponer que, por carácter transitivo, cada reclamo sectorial tendría la obligación de encuadrarse previamente en uno global, so pena de ser considerado endogámico. Por ejemplo: el área científica, que sufre recortes presupuestarios inéditos, no tendría derecho a la protesta si primero no manifiesta su oposición global al Gobierno. Divide y reinarás. Segundo y consecuente, la medición de quién tiene más larga la capacidad de convocar acaba en resta. Si el argumento es colocar en primer término dime desde dónde te solidarizas y te diré quién eres y qué hago, no hay manera de agrupar absolutamente nada. Para el caso, como hubo gente de derechas que adhirió a lo antifacho, fue preferible no respaldar ni participar. Significa que, en lugar de agudizarle las contradicciones secundarias al bloque dominante, mejor quedarse en casa. Lindo talante de resentidos eternos. Lo tercero se hace más desafiante. El Gobierno y sus guerrilleros digitales ponen en debate cuál derecho de minorías sexuales ha sido restringido. Dicen que ninguno y, formalmente, tienen (casi) razón. O percepción de sentido común reinante. El clima de odio y violencia que despierta el oficialismo, con cabeza en las declaraciones animalescas de Jamoncito y al punto de haberlas "desarrollado" en un foro como el de Davos, es materia opinable porque –en la práctica física– no hay persecución ostensible (sí acciones todavía o relativamente aisladas, como las de los libervirgos que salieron en Falcon verde a borrar pintadas reivindicatorias de las Abuelas). En esa acepción interpretativa, cada quien hace y dice lo que se le ocurre incluyendo que a Milei se lo agrede a como venga. Ergo, nada estaría más lejos de un clima autoritario o mussoliniano. Y allí aparece el cuarto elemento, que es el más complicado de todos. El trazado fascistoide es que a la mayoría del "pueblo" no le parece que esta agenda sea la prioritaria. Sólo le importa si hacia fin de mes está un poco mejor, o más estabilizada en su administración de pobreza y descenso clasemediero. En esa hipótesis, como pasó con las marchas en defensa universitaria, la bala que entra en los hermanísimos les produce heridas superficiales porque, al cabo, manda la economía o la percepción popular al respecto. Este sí que es un problemón aumentado, como sucedió al comienzo de la convertibilidad del menemato y durante varios años. La corrupción ostensible, las privatizaciones modernizadoras, la pizza con champagne, María Julia y todas las grasadas de ese tiempo, como la tablita cambiaria de Martínez de Hoz, el uno a uno de Cavallo y después el terrorismo financiero del Caputo Toto hoy de vuelta ministro, no interesaron masivamente. Al fin estábamos mejor en la macro que, como ahora, era irremediablemente el único camino. ¿Cuántas más vueltas se darán alrededor de esa película que sólo tiene diferencias de matices? No parecería que lo más apto para enfrentar esas proyecciones consecutivas sea colgarse, exclusivamente, del Milei facho. Hay que prevenirse de lo que él dibuja desde su infantilismo retórico, anclado en la locuacidad y tácticas del fascio tradicional, porque el sistema que lo ampara es efectivamente bestial y puede ser peor. El filósofo Rocco Carbone, uno de los estudiosos más profundos de las fenomenologías fascistas y mafiosas, explica en su ensayo Lanzallamas que Argentina parece abducida por un fascismo "celular", en un doble sentido: penetra en cada célula social y a través de dispositivos móviles que lo diseminan y reproducen. Si no se lo resiste, tampoco se registrará que el fascismo no implica una idea distinta a la propia. Comprende la muerte de todas las ideas. Ahora bien: ¿cuáles ideas y cuál liderazgo son capaces de superar la mera resistencia, consciente o intuitiva, que se expresó el sábado con una fortaleza inmensa de sensibilidad contestataria? Esa es la pregunta que todo el arco opositor presuntamente verdadero no acierta a responder. El denuncismo sobre la habilitación presidencial a perseguir zurdos, y dejar que cada quien haga lo que quiera con sus preferencias sexuales mientras sea de la puerta de casa para adentro, está tan claro y es tan necesario como la advertencia de en qué terminará el carry trade, la falta de dólares para seguir motorizando la economía, la ausencia productiva y hasta el "anuncio" fondomonetarista de que con cepo/tipo de cambio retrasado no habrá tutía. Luego, ¿cuáles son las ideas-fuerza que delinearían una ruta alternativa, siempre que hablemos de acción política concreta y no de ejercicios poéticos, frases tribuneras, chiquilinadas izquierdoides o apelaciones demagógicas que ven en Donald Trump al peronista doctrinario de la época? ¿Hay figuras y equipos que estén trabajando en diseñar esquemas de amparo y desarrollo productivo? ¿Están guardados? ¿Carecen de difusión? ¿No saben cómo hacerla? Lo del sábado a la tarde sacó pecho para manifestar y recordar que acá no se jode así como así. Que no les alcanza por completo con cualquier loquito recitador del equilibrio fiscal. Que hay una fuerza resistencial expresada en pibes que no son zombies de las redes, y en sectores medios necesitados de mostrar potencia esperanzadora. Que hay que salir a putear porque vaya falta que hace. Tras seguir construyendo ese piso necesario, son esos mismos los que continuarán aguardando alguna cosa que signifique ofensiva convincente.
#12685432 Modificada: 03/02/2025 03:44 |
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